La vida en el planeta ha cambiado de manera sobresaliente en los últimos 3 a 4 meses por la pandemia del COVID-19; y por supuesto, no estoy descubriendo el hilo negro. Además, no pretendo hacer un ensayo acerca de todas las posibles implicaciones de este terrorífico virus. Mas bien me gustaría comentar acerca de las implicaciones biológicas, especialmente de biodiversidad, de la ausencia del ser humano en las calles. Se han dado a conocer diversas imágenes de video en la televisión y en las redes sociales en donde se muestran numerosas especies de animales -particularmente vertebrados- merodeando en zonas urbanas de ciudades, y poblados en general, de todo el mundo.
Muchos de estos animales comúnmente no se ven fácilmente, aun en la naturaleza, incluyendo osos, coyotes, venados y hasta felinos como pumas y jaguares. Obviamente, la razón de esta visita inesperada se debe a la famosa pandemia y a que López-Gatell nos ha (o nos había) asegurado que este “quédate en tu casa” no pasaría de la primera o segunda semana de mayo y, además, nos convenció de que para esas fechas ya estaría “aplanada la curva”. Pero como los animales no ven las conferencias mañaneras, ni las vespertinas, entonces ellos no se están quedando en su casa (en sus guaridas, en este caso) debido a la usencia de muchos Homo sapiens en las calles. Por esta razón, dichos animales han incrementado su nicho ecológicos artificial y temporal, especialmente en las orillas de las ciudades. Evidentemente lo que estos animales buscan es comida ya que cada día quedan menos áreas naturales debido a la deforestación ocasionada por nosotros. Esta búsqueda se facilita porque muchos humanos están confinados a sus casas.
Pero siempre hay que ver lo positivo de las cosas, de las circunstancias. Como biólogo, me permito decirle que resulta verdaderamente impresionante encontrarse animales silvestres en cualquier lugar, especialmente en la naturaleza; pero verlos en nuestros vecindarios debe ser una experiencia inolvidable, peligrosa (a veces) pero fuera de serie. Esto me recuerda los programas de canales como History Channel y National Geographic, con nombres como “100 años sin humanos” o la “la Tierra sin humanos”.
En este escrito no pretendo ser alarmista, en lo más mínimo, insinuando que la especie humana pudiera desaparecer pronto del planeta, más bien que reflexionemos acerca de que la evolución es el cambio en la frecuencia de ciertos rasgos a través del tiempo. En este contexto, la vida es como la rueda de la fortuna, a veces estamos arriba y a veces abajo. Por esta razón resulta interesante cómo, el ser humano con su gran desarrollo, especialmente cerebral, está siendo “retado” por un ente microscópico que ni siquiera podemos llamarlo ser vivo, pero ¡ah!, ¡cómo friega!