/ domingo 2 de mayo de 2021

Adiós a PISA

La determinación del gobierno federal de que millones de niños en México no participen este 2021 en la prueba PISA parece tener motivos eminentemente ideológicos, los mismos que han rechazado la actividad de calificadoras internacionales múltiples que operan u operaron en México durante varios lustros y que nos ofrecían una colección de evaluaciones que resultaban siempre útiles para la reorientación de las políticas públicas. Aunque no siempre se obedecía a los indicadores internacionales, los elementos para tomar decisiones se tenían, eran sólidos y suficientes y permitían a los tomadores de decisiones dirigir acciones sobre problemas particulares elementales.

La utilidad diagnóstica de la evaluación estandarizada internacional es innegable. En el sector educativo, las evaluaciones estandarizadas permitieron identificar y medir los problemas de acceso a la educación, de capacitación del magisterio, de calidad de los centros educativos, de desfase entre programas y planes de estudio, de rendimiento escolar, que afectan directamente al aprendizaje de millones de menores en todo el país. Gracias a PISA supimos exactamente el nivel de afectación que tenían estos problemas, y otros en el aprendizaje de la niñez y juventud mexicanas.

Un buen diagnóstico es fundamental para el diseño de políticas públicas; y cualquier diseñador de políticas con experiencia, estará de acuerdo en que mientras más datos se tengan de un problema, orígenes, variables, efectos, mejor diagnóstico se podrá hacer del mismo. Y el problema de la educación en México era profundamente grave incluso antes de la pandemia. La OCDE responsable de la prueba PISA, la define como un instrumento que mide el grado de adquisición de algunos de los conocimientos y habilidades necesarios en áreas temáticas clave y estudian igualmente una gama amplia de resultados educativos, entre los que se encuentran: la motivación de los alumnos por aprender, la concepción que éstos tienen sobre sí mismos y sus estrategias de aprendizaje.

Gracias a los resultados arrojados por la prueba, en México sabemos el tamaño de los problemas de comprensión lectora, habilidad matemática, comprensión de la ciencia, entre otros factores que explican el fracaso escolar del sistema educativo nacional. La utilidad de la herramienta diagnóstica habría sido innegable para calcular los efectos de la pandemia en el aprendizaje de la niñez mexicana, un conocimiento necesario en tanto si bien un 56% de las personas considera que las clases a distancia disminuyen el rendimiento escolar de los estudiantes, la opinión y la realidad pueden ser distintas. El impacto del cierre de escuelas no ha sido suficientemente estudiado y sin evaluaciones estandarizadas será imposible medir el tamaño del problema a que nos enfrentamos desde ahora y que los maestros sufrirán seguramente en unas semanas, cuando se defina el regreso a clases presenciales.

El miedo a la evaluación estandarizada parte de considerarla una herramienta de propaganda política negativa. Para muchos, el fracaso escolar significa que el gobierno no cumple con la educación. Puede ser cierto, pero el problema de la educación no es la política, sino los niños, y la sociedad.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La determinación del gobierno federal de que millones de niños en México no participen este 2021 en la prueba PISA parece tener motivos eminentemente ideológicos, los mismos que han rechazado la actividad de calificadoras internacionales múltiples que operan u operaron en México durante varios lustros y que nos ofrecían una colección de evaluaciones que resultaban siempre útiles para la reorientación de las políticas públicas. Aunque no siempre se obedecía a los indicadores internacionales, los elementos para tomar decisiones se tenían, eran sólidos y suficientes y permitían a los tomadores de decisiones dirigir acciones sobre problemas particulares elementales.

La utilidad diagnóstica de la evaluación estandarizada internacional es innegable. En el sector educativo, las evaluaciones estandarizadas permitieron identificar y medir los problemas de acceso a la educación, de capacitación del magisterio, de calidad de los centros educativos, de desfase entre programas y planes de estudio, de rendimiento escolar, que afectan directamente al aprendizaje de millones de menores en todo el país. Gracias a PISA supimos exactamente el nivel de afectación que tenían estos problemas, y otros en el aprendizaje de la niñez y juventud mexicanas.

Un buen diagnóstico es fundamental para el diseño de políticas públicas; y cualquier diseñador de políticas con experiencia, estará de acuerdo en que mientras más datos se tengan de un problema, orígenes, variables, efectos, mejor diagnóstico se podrá hacer del mismo. Y el problema de la educación en México era profundamente grave incluso antes de la pandemia. La OCDE responsable de la prueba PISA, la define como un instrumento que mide el grado de adquisición de algunos de los conocimientos y habilidades necesarios en áreas temáticas clave y estudian igualmente una gama amplia de resultados educativos, entre los que se encuentran: la motivación de los alumnos por aprender, la concepción que éstos tienen sobre sí mismos y sus estrategias de aprendizaje.

Gracias a los resultados arrojados por la prueba, en México sabemos el tamaño de los problemas de comprensión lectora, habilidad matemática, comprensión de la ciencia, entre otros factores que explican el fracaso escolar del sistema educativo nacional. La utilidad de la herramienta diagnóstica habría sido innegable para calcular los efectos de la pandemia en el aprendizaje de la niñez mexicana, un conocimiento necesario en tanto si bien un 56% de las personas considera que las clases a distancia disminuyen el rendimiento escolar de los estudiantes, la opinión y la realidad pueden ser distintas. El impacto del cierre de escuelas no ha sido suficientemente estudiado y sin evaluaciones estandarizadas será imposible medir el tamaño del problema a que nos enfrentamos desde ahora y que los maestros sufrirán seguramente en unas semanas, cuando se defina el regreso a clases presenciales.

El miedo a la evaluación estandarizada parte de considerarla una herramienta de propaganda política negativa. Para muchos, el fracaso escolar significa que el gobierno no cumple con la educación. Puede ser cierto, pero el problema de la educación no es la política, sino los niños, y la sociedad.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx