/ sábado 10 de octubre de 2020

Adiós al Fonden

Esta semana se concretó por parte de la mayoría legislativa de Morena, con el apoyo del Partido Verde, la extinción de los Fideicomisos existentes. El argumento es el de siempre, eliminar la corrupción, en realidad se busca recuperar casi 60 mil millones de pesos para sus programas insignia.

El FONDEN fue establecido desde 1996 como un mecanismo presupuestario para apoyar de manera eficaz y oportuna a la rehabilitación de la infraestructura federal y estatal afectada por desastres naturales. Y desaparece a partir de este año. Justo en el año en el que se ha presentado la mayor cantidad de ciclones por el Océano Atlántico, 25 al día de hoy y todavía falta lo que resta del mes de octubre y de noviembre, el tiempo de mayor riesgo viene ahora.

Desafortunadamente la decisión está tomada y ya no se contará con esta mecanismo. Urge ahora generar los mecanismos para responder rápidamente a las necesidades de la población en situación de emergencia. Esa es una de las ventajas que ofrece un fideicomiso, los recursos tienen un destino específico, tienen reglas de operacion, pero son mucho más ágiles que la asignación presupuestal ordinaria, permiten una respuesta mucho más rápida. Los primeros insumos que se proporcionaron en un desastre natural, como un sismo o una inundación, eran financiados con recursos del FONDEN. Despensas, agua para beber, medicamentos, refugios temporales, cocinas comunitarias, artículos de abrigo y protección, herramientas, artículos de limpieza, kits de aseo personal y servicios como letrinas y regaderas.

Miles de personas pasaron sus primeros días después del desastre en esos refugios que se habilitaron con recursos del FONDEN.

Igual pasaba con las obras de carácter prioritario y urgente, como la reactivación de los pozos de agua potable o la dotación de equipos de potabilización. Sin estos apoyos inmediatos la población estará en un grave riesgo sanitario al no tener fuentes saludables de donde poder tomar agua. Es urgente, repito, diseñar mecanismos de rápido acceso para restablecer esos servicios.

El FONDEN también se aplicaba a la reconstrucción de la infraestructura pública de los tres órdenes de gobierno -federal, estatal y municipal-.

Sin lugar a dudas, sin estos recursos, hubiera sido imposible que muchas poblaciones devastadas por un huracán o por un sismo hubieran recuperado rápidamente los servicios públicos básicos: agua, luz, comunicación, vialidades. Y sin esos servicios básicos, los negocios y empresas no hubieran podido reactivar sus labores de manera casi inmediata, no hubiera habido trabajo, ni ingresos para las familias.

Desaparecer al FONDEN traerá más pobreza a los que ya lo han perdido todo. Porque un fideicomiso permite conjuntar recursos de distintas fuentes, cosa que no se puede hacer en el presupuesto federal. Un fideicomiso permite además ejercer recursos en varios ejercicios fiscales, cosa que no permite el presupuesto federal. Y la asignación de los recursos está tan fiscalizada o más que cualquier programa federal. Adiós al FONDEN. ¿Qué sigue ahora?

Esta semana se concretó por parte de la mayoría legislativa de Morena, con el apoyo del Partido Verde, la extinción de los Fideicomisos existentes. El argumento es el de siempre, eliminar la corrupción, en realidad se busca recuperar casi 60 mil millones de pesos para sus programas insignia.

El FONDEN fue establecido desde 1996 como un mecanismo presupuestario para apoyar de manera eficaz y oportuna a la rehabilitación de la infraestructura federal y estatal afectada por desastres naturales. Y desaparece a partir de este año. Justo en el año en el que se ha presentado la mayor cantidad de ciclones por el Océano Atlántico, 25 al día de hoy y todavía falta lo que resta del mes de octubre y de noviembre, el tiempo de mayor riesgo viene ahora.

Desafortunadamente la decisión está tomada y ya no se contará con esta mecanismo. Urge ahora generar los mecanismos para responder rápidamente a las necesidades de la población en situación de emergencia. Esa es una de las ventajas que ofrece un fideicomiso, los recursos tienen un destino específico, tienen reglas de operacion, pero son mucho más ágiles que la asignación presupuestal ordinaria, permiten una respuesta mucho más rápida. Los primeros insumos que se proporcionaron en un desastre natural, como un sismo o una inundación, eran financiados con recursos del FONDEN. Despensas, agua para beber, medicamentos, refugios temporales, cocinas comunitarias, artículos de abrigo y protección, herramientas, artículos de limpieza, kits de aseo personal y servicios como letrinas y regaderas.

Miles de personas pasaron sus primeros días después del desastre en esos refugios que se habilitaron con recursos del FONDEN.

Igual pasaba con las obras de carácter prioritario y urgente, como la reactivación de los pozos de agua potable o la dotación de equipos de potabilización. Sin estos apoyos inmediatos la población estará en un grave riesgo sanitario al no tener fuentes saludables de donde poder tomar agua. Es urgente, repito, diseñar mecanismos de rápido acceso para restablecer esos servicios.

El FONDEN también se aplicaba a la reconstrucción de la infraestructura pública de los tres órdenes de gobierno -federal, estatal y municipal-.

Sin lugar a dudas, sin estos recursos, hubiera sido imposible que muchas poblaciones devastadas por un huracán o por un sismo hubieran recuperado rápidamente los servicios públicos básicos: agua, luz, comunicación, vialidades. Y sin esos servicios básicos, los negocios y empresas no hubieran podido reactivar sus labores de manera casi inmediata, no hubiera habido trabajo, ni ingresos para las familias.

Desaparecer al FONDEN traerá más pobreza a los que ya lo han perdido todo. Porque un fideicomiso permite conjuntar recursos de distintas fuentes, cosa que no se puede hacer en el presupuesto federal. Un fideicomiso permite además ejercer recursos en varios ejercicios fiscales, cosa que no permite el presupuesto federal. Y la asignación de los recursos está tan fiscalizada o más que cualquier programa federal. Adiós al FONDEN. ¿Qué sigue ahora?