No se cuántos años tienen vendiendo pero lo que sí recuerdo es que era muy pequeño, cuando mi papá me llevó por primera vez a probar un taco de bistec al carbón con un sabor peculiar aquí en Cuernavaca.
El local se llenaba de humo y de la fragancia que deja la carne al soltar su jugo sobre el carbón ardiendo, lo que sumaba un toque especial a la experiencia.
Adicto como siempre lo he sido a los tacos de pastor, mi primera orden fue de trompo: estaban bien cortaditos y servidos con su piña, cilantro y cebolla indispensables y, por supuesto acompañados de una salsa particularmente atractiva, verde de puro chile molido, pero que no ardía infinitamente en la lengua, así que a pesar de ser un chamaco, la disfruté sin pesares.
Para la siguiente orden hice caso del consejo. El de bistec llegó bien picadito, con sabor a condimentos bien definidos y acompañados de un par de cebollitas, también al carbón que adornaban el plato y le agregaban un activo primordial.
Aunque ya no tenía tanta panza, todavía me pedí - ahora-, uno de bistec encebollado con el que me chupé los dedos y quedé a reventar.
A la postre, he seguido visitándolos por años. Ahora pido sincronizadas: las clásicas tortilas de harina empatadas, pero rellenas de queso Oaxaca y el mismo bistec bien picadito que le pone el mejor sabor a prácticamente todas las especialidades.
Los alambres adquieren el sello especial de la casa, pues el bistec viene directo de la parrilla y no de la plancha. Y las cebollitas de cajón también se siguen sirviendo de cortesía.
Además de la sucursal de la colonia Carolina, que está sobre Avenida Morelos, también pueden buscarlos en Alta Tensión esquina con Díaz Ordaz y ahora con la pandemia se inventaron unas charolas para llevar, que mezclan tacos de todos tipos, con sus completos habituales y con un súper pecio que ni te la crees. Obvio están en Face, así que no les digo mas, salvo que los busquen como Taquería Día y Noche.