/ viernes 14 de febrero de 2020

Aplauso a medias

Algunos empiezan por la querencia y siguen con la obligación.

El informe de gobierno de Cuauhtémoc Blanco inició por la ya conocida acusación a Graco por el que llamó un saqueo al gobierno. Eso tampoco fue nuevo.

La parafernalia que envuelve a los actos de lucimiento gubernamental tampoco ha cambiado: un señor nervioso al centro de un gran escenario adornado, dos pantallas gigantes, una lectura larga y bastante monótona, salvo por algunas frases fuertes pero insuficientes para volverla entretenida, promesas de que ya no habrá corrupción ("los secretarios que lo hagan enfrentarán las mismas consecuencias que los anteriores", mal advierte Cuauh a lo mejor pasando por alto que al momento no hay un solo ex secretario en la cárcel por actos de corrupción denunciados por su gobierno). A lo mejor por ello, los empresarios (hace lustros aplaudido res activos y efectivos de los gobernadores) ahora son limitados, escasos, codísimos en el aplauso y al contrario, levantan las cejas cada que Cuauh dice algo dudoso, y fueron muchas veces, según vimos.

El discurso del gobernador insiste en la ruptura con un pasado que parece identificar como fuente y origen de toda corrupción, cual un conjunto maldito de errores que no se repetirán. En eso imita a López Obrador, pero apenas le resulta con la tercera parte del público invitado al Centro Cultural Teopanzolco, sede que escogió para su acto en una paradoja involuntaria (fue la obra cumbre de Graco Ramírez).

Paradójico también que después de un discurso repleto de quejas sobre el pasado, venga el llamado a la unidad y asegure que no es tiempo ya de echar culpas. Ese llamado tampoco tiene sostén en la realidad y si ha encontrado un eco es al margen de la clase política, la sociedad morelense ha buscado reencontrarse y poco a poco lo ha logrado gracias a los enormes vacíos que ha dejado la administración pública.

Parece absurdo Invitar a la reconciliación advirtiendo que no se va a cambiar, después de atizar acusaciones con todo el poder del Estado en contra de los otrora poderosos, pero hoy simples ciudadanos, a quienes se percibe como corruptos pero contra quienes no hay condena judicial; pero el estilo de Cuauhtémoc Blanco y su equipo es ese, no actuar con la generosidad a la que está obligado él poderoso sino con la urgencia de quien siente lo efímero de su mandato, estaría bien si fuera el último, pero fue el primer informe de gobierno.

Así que el llamado a la reconciliación fue, por lo menos cojo, y así es imposible que responda a la necesidad urgente de cohesión social. Por el contrario, mantiene la división entre los grupos políticos a los que bien se les podría seguir etiquetando como los de antes y los de ahora.

Cierto que como persona Cuauhtémoc tiene derecho a ser el mismo y no cambiar nunca, pero como político y más como gobernador no cambiar está prohibido en tanto la gente espera las mayores virtudes de los sujetos a quienes ha regalado su voto. Cuauh debiera tender a la excelencia, a la honestidad absoluta, al dialoguismo, la tolerancia, el respeto al estado de derecho con un compromiso cada día mayor. No cambiar es condenar a su gobierno a la misma dinámica desgaste.


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Algunos empiezan por la querencia y siguen con la obligación.

El informe de gobierno de Cuauhtémoc Blanco inició por la ya conocida acusación a Graco por el que llamó un saqueo al gobierno. Eso tampoco fue nuevo.

La parafernalia que envuelve a los actos de lucimiento gubernamental tampoco ha cambiado: un señor nervioso al centro de un gran escenario adornado, dos pantallas gigantes, una lectura larga y bastante monótona, salvo por algunas frases fuertes pero insuficientes para volverla entretenida, promesas de que ya no habrá corrupción ("los secretarios que lo hagan enfrentarán las mismas consecuencias que los anteriores", mal advierte Cuauh a lo mejor pasando por alto que al momento no hay un solo ex secretario en la cárcel por actos de corrupción denunciados por su gobierno). A lo mejor por ello, los empresarios (hace lustros aplaudido res activos y efectivos de los gobernadores) ahora son limitados, escasos, codísimos en el aplauso y al contrario, levantan las cejas cada que Cuauh dice algo dudoso, y fueron muchas veces, según vimos.

El discurso del gobernador insiste en la ruptura con un pasado que parece identificar como fuente y origen de toda corrupción, cual un conjunto maldito de errores que no se repetirán. En eso imita a López Obrador, pero apenas le resulta con la tercera parte del público invitado al Centro Cultural Teopanzolco, sede que escogió para su acto en una paradoja involuntaria (fue la obra cumbre de Graco Ramírez).

Paradójico también que después de un discurso repleto de quejas sobre el pasado, venga el llamado a la unidad y asegure que no es tiempo ya de echar culpas. Ese llamado tampoco tiene sostén en la realidad y si ha encontrado un eco es al margen de la clase política, la sociedad morelense ha buscado reencontrarse y poco a poco lo ha logrado gracias a los enormes vacíos que ha dejado la administración pública.

Parece absurdo Invitar a la reconciliación advirtiendo que no se va a cambiar, después de atizar acusaciones con todo el poder del Estado en contra de los otrora poderosos, pero hoy simples ciudadanos, a quienes se percibe como corruptos pero contra quienes no hay condena judicial; pero el estilo de Cuauhtémoc Blanco y su equipo es ese, no actuar con la generosidad a la que está obligado él poderoso sino con la urgencia de quien siente lo efímero de su mandato, estaría bien si fuera el último, pero fue el primer informe de gobierno.

Así que el llamado a la reconciliación fue, por lo menos cojo, y así es imposible que responda a la necesidad urgente de cohesión social. Por el contrario, mantiene la división entre los grupos políticos a los que bien se les podría seguir etiquetando como los de antes y los de ahora.

Cierto que como persona Cuauhtémoc tiene derecho a ser el mismo y no cambiar nunca, pero como político y más como gobernador no cambiar está prohibido en tanto la gente espera las mayores virtudes de los sujetos a quienes ha regalado su voto. Cuauh debiera tender a la excelencia, a la honestidad absoluta, al dialoguismo, la tolerancia, el respeto al estado de derecho con un compromiso cada día mayor. No cambiar es condenar a su gobierno a la misma dinámica desgaste.


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx