/ miércoles 22 de mayo de 2019

¿Arde Morelos?

En mayo de 2012 publiqué en este mismo espacio la entrega “¿Arde Morelos?” en alusión a “¿Arde París?”, novela histórica de Larry Collins y Dominique Lapierre, publicada en 1964 y llevada al cine en 1966, describiendo los días y horas previas a la liberación de La Ciudad Luz y el papel del general Dietrich von Choltitz. gobernador alemán de la capital francesa, quien se negó a obedecer la orden de Hitler de destruir ese Patrimonio de la Humanidad, ante la inminente ofensiva de los aliados, y al ver que su Reich, el de los mil años, se derrumbaría un lustro después de invadir Polonia. París ha ardido con los chalecos amarillos, con el incendio en la Catedral de Notre Dame y la crisis de refugiados, pero sigue en pie.

Nuestro país, por su parte, vive todos los días la desazón de las locuras del emperador, empeñado en desmantelar las instituciones, en aras de la austeridad (que se pervierte en populismo) y reconstruir (reinventar) a México. Le ha de haber ardido mucho la renuncia de Germán Martínez al IMSS al presidente López Obrador. El ex presidente nacional del PAN explicó en una amplia carta el porqué de su decisión, que tiene como fondo el recorte al personal y a los programas esenciales del seguro social, como IMSS BIENESTAR, así como la “injerencia perniciosa” de personajes de Hacienda, la ausencia de una reforma legal que combata el outsourcing y el mal uso de los más de mil millones diarios que ejerce, pues el mal control del gasto provocará, dice, pasillos llenos de personas adoloridas y más encarecidos servicios de salud privados. Así la vida nacional.

Pero hoy nos preguntamos: “¿Arde Morelos?” Y la cuestión viene, por un lado, por la intensa actividad del volcán Popocatépetl lanzando material incandescente, y que obligó a elevar la alerta volcánica a amarillo fase 3. Pero también por los incendios que han sido más numerosos, más intensos y más dañinos, llegando incluso a registrarse una contingencia ambiental por las famosas partículas PM 2.5, que salieron más malas que la carne de puerco. Temperaturas récord en época de estiaje, carencia de agua potable y enrarecimiento del clima social, han calentado la plaza, hoy en abierta pugna entre al menos cinco grupos criminales.

Porque además de todo, la cosa está que arde en el tema de la inseguridad. Arde, duele, lastima. Como la muerte del empresario Alejandro Esponda o el secuestro y homicidio de Humberto, hermano el ex gobernador Marco Adame Castillo, vicepresidente de la Cámara de Diputados, y a cuya familia, en pleno sepelio le dieron cristalazo dentro del panteón. Ya no hay respeto por nada ni por nadie. Y si al Paso Exprés de Cuernavaca se le llama el “Paso Estrés”, a las avenidas Río Mayo y Diana hoy se les llama “El Corredor de la Muerte”, por las balaceras, homicidios, quema de negocios, cierre de comercios, “levantones” y pago de piso entre otros fenómenos delincuenciales a los que nadie le entra. El 65% de los secuestros a nivel nacional se concentra en 6 entidades: Veracruz, Estado de México, Ciudad de México, Puebla, Tamaulipas y la tierra de Zapata.

La imagen de Morelos, más que de anfitrión del mundo, es la de anfitrión de la violencia y está tan o más quemada que la del impresentable Gerardo Fernández Noroña, a quien suspendieron su cuenta de Twitter por la prepotencia, la patanería de este legislador que diariamente maltrata y agrede a ciudadanos. O la de las autoridades de cultura que permitieron que el Palacio de Bellas Artes fuera escenario de una ceremonia-festejo-celebración religiosa de La Luz del Mundo. O la de Manuel Agüero, ex alcalde de Jiutepec, denunciado por el actual edil, Rafael Reyes, de nada más, desviar o desparecer 715 millones de pesos del erario público.

Total que la quemazón es pareja, pero a unos la lumbre ya le llega a los aparejos, como al gobernador Blanco, al que primero bateó el gobierno federal, cuando le dijeron que no cuente con la Guardia Nacional, porque hay lugares que lo necesitan más, y luego, perdió una oportunidad única de actuar como estadista en lugar de dar un imagen de intransigencia. No le costaba nada permitir que un ciudadano, Jorge Meade, entrara a la casa del pueblo, el Palacio de Gobierno, a dejar un escrito. Total, el jefe del ejecutivo ni estaba ni lo iba a recibir. El texto del priista no fue ofensivo, sino propositivo y en muchos puntos, representa lo que la sociedad quiere: coordinación, cercanía y resultados. Pero en su lugar, puertas cerradas y una burda pantomima de “afectados” por los presuntos malos manejos del ex delegado de Sedesol con cartulinas y consignas mal aprendidas.

Dos últimas referencias. Murió el gran campeón de la Fórmula 1, el austriaco Nikki Lauda. Gran parte de su vida vivió con las secuelas y cicatrices de las quemaduras de tercer grado que sufrió en un accidente en 1976 en Nurburgring durante el Gran Premio de Alemania. Y aun así, volvió a ser campeón del mundo. Y para terminar, se acabó, Game of Thrones. El último dragón derritió el Trono de Hierro y los escritores, se tatemaron tanto, que miles piden que se rehaga la última temporada de esta histórica serie de televisión. El tema, “Canción de Hielo y Fuego” de esta producción de HBO, resume en mucho, el estado de animo de varios de nosotros.

Porque eso sí: donde hubo fuego, cenizas quedan. ¿Verdad?

Hasta la próxima entrega, donde podrán seguir leyendo lo que hay en mi mente.

Comentarios: cfelix7@hotmail.com

Twitter: @CarlosFelix1

En mayo de 2012 publiqué en este mismo espacio la entrega “¿Arde Morelos?” en alusión a “¿Arde París?”, novela histórica de Larry Collins y Dominique Lapierre, publicada en 1964 y llevada al cine en 1966, describiendo los días y horas previas a la liberación de La Ciudad Luz y el papel del general Dietrich von Choltitz. gobernador alemán de la capital francesa, quien se negó a obedecer la orden de Hitler de destruir ese Patrimonio de la Humanidad, ante la inminente ofensiva de los aliados, y al ver que su Reich, el de los mil años, se derrumbaría un lustro después de invadir Polonia. París ha ardido con los chalecos amarillos, con el incendio en la Catedral de Notre Dame y la crisis de refugiados, pero sigue en pie.

Nuestro país, por su parte, vive todos los días la desazón de las locuras del emperador, empeñado en desmantelar las instituciones, en aras de la austeridad (que se pervierte en populismo) y reconstruir (reinventar) a México. Le ha de haber ardido mucho la renuncia de Germán Martínez al IMSS al presidente López Obrador. El ex presidente nacional del PAN explicó en una amplia carta el porqué de su decisión, que tiene como fondo el recorte al personal y a los programas esenciales del seguro social, como IMSS BIENESTAR, así como la “injerencia perniciosa” de personajes de Hacienda, la ausencia de una reforma legal que combata el outsourcing y el mal uso de los más de mil millones diarios que ejerce, pues el mal control del gasto provocará, dice, pasillos llenos de personas adoloridas y más encarecidos servicios de salud privados. Así la vida nacional.

Pero hoy nos preguntamos: “¿Arde Morelos?” Y la cuestión viene, por un lado, por la intensa actividad del volcán Popocatépetl lanzando material incandescente, y que obligó a elevar la alerta volcánica a amarillo fase 3. Pero también por los incendios que han sido más numerosos, más intensos y más dañinos, llegando incluso a registrarse una contingencia ambiental por las famosas partículas PM 2.5, que salieron más malas que la carne de puerco. Temperaturas récord en época de estiaje, carencia de agua potable y enrarecimiento del clima social, han calentado la plaza, hoy en abierta pugna entre al menos cinco grupos criminales.

Porque además de todo, la cosa está que arde en el tema de la inseguridad. Arde, duele, lastima. Como la muerte del empresario Alejandro Esponda o el secuestro y homicidio de Humberto, hermano el ex gobernador Marco Adame Castillo, vicepresidente de la Cámara de Diputados, y a cuya familia, en pleno sepelio le dieron cristalazo dentro del panteón. Ya no hay respeto por nada ni por nadie. Y si al Paso Exprés de Cuernavaca se le llama el “Paso Estrés”, a las avenidas Río Mayo y Diana hoy se les llama “El Corredor de la Muerte”, por las balaceras, homicidios, quema de negocios, cierre de comercios, “levantones” y pago de piso entre otros fenómenos delincuenciales a los que nadie le entra. El 65% de los secuestros a nivel nacional se concentra en 6 entidades: Veracruz, Estado de México, Ciudad de México, Puebla, Tamaulipas y la tierra de Zapata.

La imagen de Morelos, más que de anfitrión del mundo, es la de anfitrión de la violencia y está tan o más quemada que la del impresentable Gerardo Fernández Noroña, a quien suspendieron su cuenta de Twitter por la prepotencia, la patanería de este legislador que diariamente maltrata y agrede a ciudadanos. O la de las autoridades de cultura que permitieron que el Palacio de Bellas Artes fuera escenario de una ceremonia-festejo-celebración religiosa de La Luz del Mundo. O la de Manuel Agüero, ex alcalde de Jiutepec, denunciado por el actual edil, Rafael Reyes, de nada más, desviar o desparecer 715 millones de pesos del erario público.

Total que la quemazón es pareja, pero a unos la lumbre ya le llega a los aparejos, como al gobernador Blanco, al que primero bateó el gobierno federal, cuando le dijeron que no cuente con la Guardia Nacional, porque hay lugares que lo necesitan más, y luego, perdió una oportunidad única de actuar como estadista en lugar de dar un imagen de intransigencia. No le costaba nada permitir que un ciudadano, Jorge Meade, entrara a la casa del pueblo, el Palacio de Gobierno, a dejar un escrito. Total, el jefe del ejecutivo ni estaba ni lo iba a recibir. El texto del priista no fue ofensivo, sino propositivo y en muchos puntos, representa lo que la sociedad quiere: coordinación, cercanía y resultados. Pero en su lugar, puertas cerradas y una burda pantomima de “afectados” por los presuntos malos manejos del ex delegado de Sedesol con cartulinas y consignas mal aprendidas.

Dos últimas referencias. Murió el gran campeón de la Fórmula 1, el austriaco Nikki Lauda. Gran parte de su vida vivió con las secuelas y cicatrices de las quemaduras de tercer grado que sufrió en un accidente en 1976 en Nurburgring durante el Gran Premio de Alemania. Y aun así, volvió a ser campeón del mundo. Y para terminar, se acabó, Game of Thrones. El último dragón derritió el Trono de Hierro y los escritores, se tatemaron tanto, que miles piden que se rehaga la última temporada de esta histórica serie de televisión. El tema, “Canción de Hielo y Fuego” de esta producción de HBO, resume en mucho, el estado de animo de varios de nosotros.

Porque eso sí: donde hubo fuego, cenizas quedan. ¿Verdad?

Hasta la próxima entrega, donde podrán seguir leyendo lo que hay en mi mente.

Comentarios: cfelix7@hotmail.com

Twitter: @CarlosFelix1

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