/ martes 27 de julio de 2021

Caravaggio, el iracundo artista del barroco

“Yo no pido ser comprendido en un mundo lleno de egoísmo e indiferencia, para fortuna mía, yo fabrico mundos subalternos con lugares inimaginables donde habitan seres que comparten el mismo idioma, la misma lengua y ahí es donde coexistimos los que en tu universo somos extraños…” cito este pensamiento de mi autoría porque viene conveniente para el tema que abordaré en esta ocasión.

Hablar de la vida de escritores, escultores, músicos y pintores es ahondar en personalidades llenas de matices salpicados de contrariedad. Algunos coléricos. Otros de carácter insostenible. Excesos, carencias o conveniencias son parte de la trama particular de muchas de estas historias.

Esta vez, queridos lectores, voy a escribir acerca de un hombre de temple complicado, de actos tan incomprensibles, que incluso le acarrearon diversos conflictos durante toda su vida. Él es Michelangelo Merisi, mejor conocido por su apodo como Caravaggio, uno de los máximos exponentes de la pintura barroca.

Michelangelo nació el 29 de septiembre de 1571, en la ciudad de Lombarda de Caravaggio, situada al este de Milán.

En 1584 trabajó al lado del pintor Lombardo Simone Peterzano. Luego comenzó a viajar de manera constante a Venecia, donde debió conocer las obras de Giorgione (las que fue acusado de plagiar) y de Tiziano

A mediados de 1592, con poco dinero en los bolsillos y sin dirección fija, Caravaggio llegó a Roma. Ahí conoció a Guiseppe Cesari quien lo invitó a colaborar en su taller. En esa época pintó algunos cuadros: Muchachos pelando fruta y Cesto con frutas y Baco.

Sin embargo, en 1594 abandona a Cesari y fue entonces que estrechó amistades de abolengo y relevancia como el pintor Próspero Orsi, el arquitecto Onorio Longhi y el siciliano Mario Minniti.

Pero qué le aportaron estos nuevos vínculos. Pues bien, Orsi le introdujo en las altas esferas con los grandes coleccionistas; Longhi, le llevó al mundo de las peleas callejeras romanas y Minniti, le sirvió de modelo y más tarde se desempeñó como su ayudante en Sicilia.

Después tuvo la fortuna de conocer al cardenal Francesco María del Monte, un hombre que destacaba por su pasión y admiración por el arte. A partir de entonces ejecutó numerosas obras entre las que destacan: Los músicos, Apolo tocando el laúd y Chico mordido por una lagartija, en donde su amigo Mario Minniti posa como su modelo.

En plena mitad del siglo XX, Caravaggio estaba situado en un periodo decisivo para la iglesia. Si bien había grupos afines a las creencias de la religión católica, también surgieron otros tantos que rechazaban la concepción de un Dios.

Como consecuencia germinó el movimiento conocido como contrarreforma, una respuesta para frenar el avance de las doctrinas protestantes en Europa.

Notoria y sobresaliente resultó la participación de Caravaggio al acentuar tal sublevación. Pues fue uno de los comisionados para ilustrar sus templos. De ahí nacen las pinturas: Magdalena penitente, en la cual muestra a la pecadora bíblica abandonando su vida de mujer fácil, sentándose a llorar en el piso, mientras sus joyas se encuentran dispersas a su alrededor. Otras tantas como San Francisco de Asís en meditación, San Francisco de Asís en éxtasis y David con la cabeza de Goliat, en donde representó uno de los episodios que enmarcan la valentía más conocida en el mundo, la victoria de David, ante el imponente Goliat.

Iracundo y Lascivo

Delirante, peleonero, irascible y cínico, calificativos que describen de forma atinada la personalidad de Caravaggio. Prominente por sus visitas frecuentes a tabernas, por su comportamiento violento y por pertenecer a una pandilla de ladrones.

Uno de los capítulos más escandalosos que protagonizó está la riña que sostuvo con Ranuccio Tomassoni, un joven aristócrata. Durante un partido de pallacorda, un deporte precursor del tenis, Caravaggio intentó mutilarle el pene mientras lanzaba. Pero sólo consiguió cortar una arteria, ocasionando más tarde su muerte. Este acto le valió para que huyera a Nápoles.

Pero, ¿qué podemos apreciar en sus obras?

En sus obras se observa una técnica en la cual imprimía el uso dramático de claroscuros, es decir, luces y sombras, exponiendo el concepto denominado “tenebrismo”. Aunque también se le relaciona con el manierismo o manierista cuya palabra proviene del italiano “maniera” que significa “estilo artístico”.

El manierismo era considerado subjetivo porque los artistas dejaban aflorar sus gustos alejándose de lo creíble.

Caravaggio estaba sumergido en la búsqueda continua de un realismo crudo. Él podía representar desde figuras santas hasta campesinos nada agraciados.

Empero, la mayoría de sus cuadros podrían seducir a cualquier exigente conocedor. Prueba de ello es la Cabeza de Medusa (1597), en cuya obra hay una mezcla de fealdad escalofriante.

Su aportación a la humanidad y a la pintura fue magnificente. Caravaggio se mostró innovador copiando la realidad de los elementos y personajes que aparecen en sus obras sin embellecerlas ni adecuarlas al contexto donde pudieran ser expuestas.

“Yo no pido ser comprendido en un mundo lleno de egoísmo e indiferencia, para fortuna mía, yo fabrico mundos subalternos con lugares inimaginables donde habitan seres que comparten el mismo idioma, la misma lengua y ahí es donde coexistimos los que en tu universo somos extraños…” cito este pensamiento de mi autoría porque viene conveniente para el tema que abordaré en esta ocasión.

Hablar de la vida de escritores, escultores, músicos y pintores es ahondar en personalidades llenas de matices salpicados de contrariedad. Algunos coléricos. Otros de carácter insostenible. Excesos, carencias o conveniencias son parte de la trama particular de muchas de estas historias.

Esta vez, queridos lectores, voy a escribir acerca de un hombre de temple complicado, de actos tan incomprensibles, que incluso le acarrearon diversos conflictos durante toda su vida. Él es Michelangelo Merisi, mejor conocido por su apodo como Caravaggio, uno de los máximos exponentes de la pintura barroca.

Michelangelo nació el 29 de septiembre de 1571, en la ciudad de Lombarda de Caravaggio, situada al este de Milán.

En 1584 trabajó al lado del pintor Lombardo Simone Peterzano. Luego comenzó a viajar de manera constante a Venecia, donde debió conocer las obras de Giorgione (las que fue acusado de plagiar) y de Tiziano

A mediados de 1592, con poco dinero en los bolsillos y sin dirección fija, Caravaggio llegó a Roma. Ahí conoció a Guiseppe Cesari quien lo invitó a colaborar en su taller. En esa época pintó algunos cuadros: Muchachos pelando fruta y Cesto con frutas y Baco.

Sin embargo, en 1594 abandona a Cesari y fue entonces que estrechó amistades de abolengo y relevancia como el pintor Próspero Orsi, el arquitecto Onorio Longhi y el siciliano Mario Minniti.

Pero qué le aportaron estos nuevos vínculos. Pues bien, Orsi le introdujo en las altas esferas con los grandes coleccionistas; Longhi, le llevó al mundo de las peleas callejeras romanas y Minniti, le sirvió de modelo y más tarde se desempeñó como su ayudante en Sicilia.

Después tuvo la fortuna de conocer al cardenal Francesco María del Monte, un hombre que destacaba por su pasión y admiración por el arte. A partir de entonces ejecutó numerosas obras entre las que destacan: Los músicos, Apolo tocando el laúd y Chico mordido por una lagartija, en donde su amigo Mario Minniti posa como su modelo.

En plena mitad del siglo XX, Caravaggio estaba situado en un periodo decisivo para la iglesia. Si bien había grupos afines a las creencias de la religión católica, también surgieron otros tantos que rechazaban la concepción de un Dios.

Como consecuencia germinó el movimiento conocido como contrarreforma, una respuesta para frenar el avance de las doctrinas protestantes en Europa.

Notoria y sobresaliente resultó la participación de Caravaggio al acentuar tal sublevación. Pues fue uno de los comisionados para ilustrar sus templos. De ahí nacen las pinturas: Magdalena penitente, en la cual muestra a la pecadora bíblica abandonando su vida de mujer fácil, sentándose a llorar en el piso, mientras sus joyas se encuentran dispersas a su alrededor. Otras tantas como San Francisco de Asís en meditación, San Francisco de Asís en éxtasis y David con la cabeza de Goliat, en donde representó uno de los episodios que enmarcan la valentía más conocida en el mundo, la victoria de David, ante el imponente Goliat.

Iracundo y Lascivo

Delirante, peleonero, irascible y cínico, calificativos que describen de forma atinada la personalidad de Caravaggio. Prominente por sus visitas frecuentes a tabernas, por su comportamiento violento y por pertenecer a una pandilla de ladrones.

Uno de los capítulos más escandalosos que protagonizó está la riña que sostuvo con Ranuccio Tomassoni, un joven aristócrata. Durante un partido de pallacorda, un deporte precursor del tenis, Caravaggio intentó mutilarle el pene mientras lanzaba. Pero sólo consiguió cortar una arteria, ocasionando más tarde su muerte. Este acto le valió para que huyera a Nápoles.

Pero, ¿qué podemos apreciar en sus obras?

En sus obras se observa una técnica en la cual imprimía el uso dramático de claroscuros, es decir, luces y sombras, exponiendo el concepto denominado “tenebrismo”. Aunque también se le relaciona con el manierismo o manierista cuya palabra proviene del italiano “maniera” que significa “estilo artístico”.

El manierismo era considerado subjetivo porque los artistas dejaban aflorar sus gustos alejándose de lo creíble.

Caravaggio estaba sumergido en la búsqueda continua de un realismo crudo. Él podía representar desde figuras santas hasta campesinos nada agraciados.

Empero, la mayoría de sus cuadros podrían seducir a cualquier exigente conocedor. Prueba de ello es la Cabeza de Medusa (1597), en cuya obra hay una mezcla de fealdad escalofriante.

Su aportación a la humanidad y a la pintura fue magnificente. Caravaggio se mostró innovador copiando la realidad de los elementos y personajes que aparecen en sus obras sin embellecerlas ni adecuarlas al contexto donde pudieran ser expuestas.