/ jueves 13 de enero de 2022

Catástrofe y minirremedios

Dado el tamaño de la catástrofe que vive el estado, las pugnas políticas entre grupos en el Congreso local y los cabildos de muchos ayuntamientos parecen francamente mezquinas. Porque en un estado en que ya hasta los balnearios están bajo sospecha criminal, en que una de las principales fuentes de empleo decide el despido de casi 600 trabajadores, en que la autoridad ha sido incapaz de abatir los indicadores negativos en seguridad pública, procuración e impartición de justicia, desarrollo económico, empleo, educación, salud; pelear por quién obtiene mayores beneficios políticos y económicos del desastre, resulta bastante reprobable. Como si en medio del debate sobre la hambruna mundial, hubiera quienes pelean por el último trozo de una pizza, de microondas, fría, con piña.

Dirán que es necesario repartir el poder para empezar a ejercerlo y con ello ofrecer los resultados que la ciudadanía espera de cada uno de sus políticos. Pero francamente convertir esos líos palaciegos en el centro del debate público es de una enajenación bárbara, cómplice. El presidente de la Mesa Directiva del Congreso fue puntual cuando declaró que había que empezar a ocuparse de los problemas que realmente angustian a la población más que por las cuotas que cada individuo o grupo político tiene o aspira a tener. Cierto, pero el problema es que nadie parece escuchar cualquiera de, o todos los llamados a la prudencia y al trabajo que se hacen desde diversas trincheras y lo angustiante de la situación del estado parece rebasar ya de inicio todos los pequeños proyectos que pudiera tener cada alcalde, regidor, diputado, o funcionario del gobierno estatal.

Las tragedias de las desapariciones forzadas, los homicidios, los muertos por la pandemia y los dramas de la pérdida de empleos, de la falta de acceso a medicamentos, de la destrucción de la economía estatal, resultan mucho más grandes y urgentes que cualquiera de los planes u ocurrencias que las autoridades han presentado durante los primeros días del 2022.

Claro que la estructura misma del gobierno obliga a enfrentar los grandes problemas a través de sus más pequeñas manifestaciones. Los alcaldes, por ejemplo, tienen que implementar políticas de prevención del delito, y parece haber una renovada voluntad en los ayuntamientos para hacerlo, el problema es que los esfuerzos parecen muy disminuidos frente a la cantidad de hechos criminales que se cometen en todo el estado. La coordinación entre los niveles de gobierno se presenta como el escenario ideal, pero después de años con la policía bajo el esquema de Mando Único y otros tantos bajo el Mando Coordinado, lo cierto es que pocos aún confían en que el modelo de comunicación actual funcione para abatir los índices delictivos que, durante la última década han ido a la alza.

Tampoco parece operar mucho la coordinación para atraer inversiones, generar empleos, mejorar la salud pública, atender la educación, proteger al medio ambiente. El problema parece estar en que nadie está dispuesto a articular todos los pequeños aportes de políticas públicas en un gran esquema que ayude a enfrentar los grandes problemas, para los que ya vamos tarde. En efecto, faltan liderazgos políticos.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Dado el tamaño de la catástrofe que vive el estado, las pugnas políticas entre grupos en el Congreso local y los cabildos de muchos ayuntamientos parecen francamente mezquinas. Porque en un estado en que ya hasta los balnearios están bajo sospecha criminal, en que una de las principales fuentes de empleo decide el despido de casi 600 trabajadores, en que la autoridad ha sido incapaz de abatir los indicadores negativos en seguridad pública, procuración e impartición de justicia, desarrollo económico, empleo, educación, salud; pelear por quién obtiene mayores beneficios políticos y económicos del desastre, resulta bastante reprobable. Como si en medio del debate sobre la hambruna mundial, hubiera quienes pelean por el último trozo de una pizza, de microondas, fría, con piña.

Dirán que es necesario repartir el poder para empezar a ejercerlo y con ello ofrecer los resultados que la ciudadanía espera de cada uno de sus políticos. Pero francamente convertir esos líos palaciegos en el centro del debate público es de una enajenación bárbara, cómplice. El presidente de la Mesa Directiva del Congreso fue puntual cuando declaró que había que empezar a ocuparse de los problemas que realmente angustian a la población más que por las cuotas que cada individuo o grupo político tiene o aspira a tener. Cierto, pero el problema es que nadie parece escuchar cualquiera de, o todos los llamados a la prudencia y al trabajo que se hacen desde diversas trincheras y lo angustiante de la situación del estado parece rebasar ya de inicio todos los pequeños proyectos que pudiera tener cada alcalde, regidor, diputado, o funcionario del gobierno estatal.

Las tragedias de las desapariciones forzadas, los homicidios, los muertos por la pandemia y los dramas de la pérdida de empleos, de la falta de acceso a medicamentos, de la destrucción de la economía estatal, resultan mucho más grandes y urgentes que cualquiera de los planes u ocurrencias que las autoridades han presentado durante los primeros días del 2022.

Claro que la estructura misma del gobierno obliga a enfrentar los grandes problemas a través de sus más pequeñas manifestaciones. Los alcaldes, por ejemplo, tienen que implementar políticas de prevención del delito, y parece haber una renovada voluntad en los ayuntamientos para hacerlo, el problema es que los esfuerzos parecen muy disminuidos frente a la cantidad de hechos criminales que se cometen en todo el estado. La coordinación entre los niveles de gobierno se presenta como el escenario ideal, pero después de años con la policía bajo el esquema de Mando Único y otros tantos bajo el Mando Coordinado, lo cierto es que pocos aún confían en que el modelo de comunicación actual funcione para abatir los índices delictivos que, durante la última década han ido a la alza.

Tampoco parece operar mucho la coordinación para atraer inversiones, generar empleos, mejorar la salud pública, atender la educación, proteger al medio ambiente. El problema parece estar en que nadie está dispuesto a articular todos los pequeños aportes de políticas públicas en un gran esquema que ayude a enfrentar los grandes problemas, para los que ya vamos tarde. En efecto, faltan liderazgos políticos.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx