/ domingo 19 de agosto de 2018

¿Culpable o inocente? El juicio al glifosfato

La semana que termina vio cómo un Juez de California impuso una multa de 289 millones de dólares a Monsanto en compensación a un ciudadano cuyo alegato pretendía culpar al glifosfato, un componente del herbicida más usado en el mundo y fabricado por esa compañía, de haberle causado cáncer.

La decisión del Juez tuvo como referencia reportes técnicos y científicos donde se presenta evidencia sobre la posible responsabilidad del glifosfato en la aparición de ciertos tipos de cáncer. El glifosfato, cuyo nombre completo es N-fosfometil-glicina, es un herbicida organofosforado que es absorbido por las hojas de las plantas y les produce un intenso estrés oxidante que lleva a la muerte celular. Monsanto ha aprovechado esta capacidad del glifosfato para producir una amplia variedad de cultivos modificados genéticamente con resistencia al mismo de forma que se vuelve más fácil, más económico y más efectivo el control de malezas. Por supuesto que también vende el herbicida como un paquete completo para el agricultor.

Aunque en México no se siembran cultivos modificados genéticamente en gran escala, sí es común ver que nuestros agricultores usen glifosfato en sus diferentes presentaciones, razón por la cuál es de especial interés seguir el juicio y, sobre todo, las evidencias científicas presentadas las cuales provienen de tres tipos de estudios. El primer tipo nos dice si un compuesto genera daño in vitro (a células o tejidos aislados) pero eso no significa que lo va a hacer en un organismo vivo. El segundo tipo nos dice si un compuesto causa daño a animales de laboratorio pero eso no significa que lo haga también en humanos. Finalmente estudios que indiquen la posible relación entre el contacto con el compuesto y cierta enfermedad en humanos.

Este último tipo de estudio, el más conclusivo de todos, tiene dos formas de abordarse. Por un lado se pueden realizar estudios de cohorte, es decir, seguimiento a un grupo grande de personas durante años para identificar a quienes lleguen a presentar alguna enfermedad. Por otro lado se pueden realizar estudios de caso en los cuales una vez que una persona presenta una enfermedad se trata de asociarla a alguna causa en particular comparándola con personas sanas. En ambos tipos de acercamiento a lo más que se puede aspirar es a encontrar una fuerte correlación entre el contacto con un compuesto y la presencia de una enfermedad, sin embargo y en particular con el cáncer que resulta ser una enfermedad de larga incubación y multifactorial, resulta aún más difícil asegurar relación causa-efecto.

En este sentido el debate es todavía más relevante puesto que involucra a las dos entidades responsables de la regulación de productos por su efecto sobre la salud más importantes del mundo, la International Agency for Research on Cancer (IARC) de Estados Unidos y la European Food Safety Authority (EFSA) de la Unión Europea. Ante la misma evidencia científica, la IARC dictamina que existe evidencia suficiente para concluir que el glifosfato puede causar cáncer mientras que la EFSA dictamina lo contrario. El Juez californiano utiliza el dictamen de su gobierno y emite sentencia, sin embargo y como es evidente, persisten las dudas y no creo que sea la última vez que escuchemos del glifosfato.

Para mayor información y para otros temas los invito a conocer mi blog http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

La semana que termina vio cómo un Juez de California impuso una multa de 289 millones de dólares a Monsanto en compensación a un ciudadano cuyo alegato pretendía culpar al glifosfato, un componente del herbicida más usado en el mundo y fabricado por esa compañía, de haberle causado cáncer.

La decisión del Juez tuvo como referencia reportes técnicos y científicos donde se presenta evidencia sobre la posible responsabilidad del glifosfato en la aparición de ciertos tipos de cáncer. El glifosfato, cuyo nombre completo es N-fosfometil-glicina, es un herbicida organofosforado que es absorbido por las hojas de las plantas y les produce un intenso estrés oxidante que lleva a la muerte celular. Monsanto ha aprovechado esta capacidad del glifosfato para producir una amplia variedad de cultivos modificados genéticamente con resistencia al mismo de forma que se vuelve más fácil, más económico y más efectivo el control de malezas. Por supuesto que también vende el herbicida como un paquete completo para el agricultor.

Aunque en México no se siembran cultivos modificados genéticamente en gran escala, sí es común ver que nuestros agricultores usen glifosfato en sus diferentes presentaciones, razón por la cuál es de especial interés seguir el juicio y, sobre todo, las evidencias científicas presentadas las cuales provienen de tres tipos de estudios. El primer tipo nos dice si un compuesto genera daño in vitro (a células o tejidos aislados) pero eso no significa que lo va a hacer en un organismo vivo. El segundo tipo nos dice si un compuesto causa daño a animales de laboratorio pero eso no significa que lo haga también en humanos. Finalmente estudios que indiquen la posible relación entre el contacto con el compuesto y cierta enfermedad en humanos.

Este último tipo de estudio, el más conclusivo de todos, tiene dos formas de abordarse. Por un lado se pueden realizar estudios de cohorte, es decir, seguimiento a un grupo grande de personas durante años para identificar a quienes lleguen a presentar alguna enfermedad. Por otro lado se pueden realizar estudios de caso en los cuales una vez que una persona presenta una enfermedad se trata de asociarla a alguna causa en particular comparándola con personas sanas. En ambos tipos de acercamiento a lo más que se puede aspirar es a encontrar una fuerte correlación entre el contacto con un compuesto y la presencia de una enfermedad, sin embargo y en particular con el cáncer que resulta ser una enfermedad de larga incubación y multifactorial, resulta aún más difícil asegurar relación causa-efecto.

En este sentido el debate es todavía más relevante puesto que involucra a las dos entidades responsables de la regulación de productos por su efecto sobre la salud más importantes del mundo, la International Agency for Research on Cancer (IARC) de Estados Unidos y la European Food Safety Authority (EFSA) de la Unión Europea. Ante la misma evidencia científica, la IARC dictamina que existe evidencia suficiente para concluir que el glifosfato puede causar cáncer mientras que la EFSA dictamina lo contrario. El Juez californiano utiliza el dictamen de su gobierno y emite sentencia, sin embargo y como es evidente, persisten las dudas y no creo que sea la última vez que escuchemos del glifosfato.

Para mayor información y para otros temas los invito a conocer mi blog http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

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