/ jueves 8 de julio de 2021

De mentiras, fake news y sacrificio de periodistas

Una de las discusiones recientes que se han generado en torno a la “mañanera”, como lo señalaba en mi colaboración anterior, fue por la creación de una nueva sección creada la semana pasada: “Quién es quién en las mentiras”.

Esto no les gustó a muchos periodistas, unos de ellos, algunos comentaristas que aparecen cotidianamente, también mañaneras, del noticiero de Carmen Aristegui. Me sorprendió mucho porque uno de ellos la calificó como “uno de los peores errores de esta administración”. Esto me parece una exageración. En Estados Unidos, ante la enorme cantidad de mentiras del ex presidente Donald Trump, el Washington Post empezó a hacer un recuento sistemático de las mentiras del presidente, una de ellas era su respuesta frente a la crítica que le hacían los medios que casi siempre llamaba fake news. Desde luego la última de ellas era que Trump afirmaba que él había ganado las elecciones presidenciales a Joe Biden, tremenda mentira desmentida formalmente por todas las instancias legales a las que acudió. Todavía, Donald Trump sigue promoviendo su última mentira: que tomará posesión como presidente de Estados Unidos en agosto próximo. El problema de las mentiras de Trump llevó a unos manifestantes republicanos a responder a su convocatoria a tomar violentamente la sede del Congreso de los Estados Unidos. Este pequeño recuento ilustra lo que pueden ocasionar las mentiras cuando son dichas para incitar a la violencia y desde el poder de la plataforma presidencial y por eso no es una cuestión superficial identificar algunas de las mentiras que se presentan en los medios, aun cuando no sólo provengan de la presidencia de la República en las mañaneras, sino también de los medios, la prensa misma. Especialmente, cuando existe una tradición de varios periodistas que se dedican a atacar a políticos o personas, en ocasiones incitando a la violencia, en contraste con otros periodistas que arriesgan su vida precisamente por denunciar corrupción, violencia o algunos presuntos delitos. Sin personalizar, todavía recuerdo que durante la campaña del actual presidente de México, uno de esos periodistas, seguramente ante el casi inevitable triunfo de López Obrador, invitaba, convocaba a, “deshacerse”, del candidato. Ni hablar de aquel otro periodista que pidió a Genaro García Luna “recrear” la aprehensión de aquellos famosos “secuestradores”, una de ellas francesa y su pareja, este último aun en prisión sin sentencia por varios años. Sobran ejemplos, con un gran contraste de aquellos periodistas que han perdido la vida por hacer todo lo contrario, un periodismo no solo honesto, sino muy arriesgado.

¿Por qué entonces afirmar que es un error, uno de los peores errores de esta administración señaló este periodista? A mi no me parece. Así como debemos señalar las provocaciones y mentiras que ha hecho el presidente López Obrador, como aquellas afirmaciones que hizo sobre la clase media, también conviene hacerlo con aquellos periodistas que las hacen porque son indignas del periodismo y seguramente varios de ellos obtienen beneficios al hacerlo.

Parte del problema en esta sociedad es el abuso del ejercicio del poder en la discusión pública tanto de la presidencia de la República como de los medios; así como el poder que le ha dado el presidente López Obrador a los periodistas en la “mañanera” porque todos los días, son los periodistas los que le presentan toda clase de problemas que viven los mexicanos de cada una de las regiones del país. Se les ha dado el poder, como si fueran nuestros representantes políticos para presentarles muchos de los problemas que viven en cada entidad, ciudad y municipio del país. Esto es verdaderamente ridículo porque nosotros no los elegimos para representarnos y el presidente les ha dado esa facultad, en lugar de hacerlo con los diputados, los senadores, los gobernadores, los presidentes municipales o algún otro representante político de los distintos órdenes de gobierno. Si usted tiene un problema y quiere presentárselo al presidente, para que se le haga caso a usted, tiene usted que llevarlo con un periodista para que vaya a la “mañanera” y lo presente adecuadamente y el presidente resuelva ahí mismo que se va a atender y le da instrucciones a encargado de prensa, de comunicación, o al funcionario que lo atenderá o lo citará a que lo atienda. Este no es el papel de la prensa ni desde luego decir mentiras o tener que arriesgar su vida por la democracia, la libertad, la corrupción o por castigar a los criminales. Esto último es admirable y muchas veces un sacrifico, pero no debería de ser así, mucho menos a costa de su vida. Por eso hay que luchar contra las mentiras que se hacen en la discusión pública porque se deben de presentar con rigor y verdad. En Colombia, las acusaciones hechas en los medios son tomadas tan en serio que se persiguen de oficio, así debieron de hacerlo en Estados Unidos contra Donald Trump y no dejarlo impune.

Una de las discusiones recientes que se han generado en torno a la “mañanera”, como lo señalaba en mi colaboración anterior, fue por la creación de una nueva sección creada la semana pasada: “Quién es quién en las mentiras”.

Esto no les gustó a muchos periodistas, unos de ellos, algunos comentaristas que aparecen cotidianamente, también mañaneras, del noticiero de Carmen Aristegui. Me sorprendió mucho porque uno de ellos la calificó como “uno de los peores errores de esta administración”. Esto me parece una exageración. En Estados Unidos, ante la enorme cantidad de mentiras del ex presidente Donald Trump, el Washington Post empezó a hacer un recuento sistemático de las mentiras del presidente, una de ellas era su respuesta frente a la crítica que le hacían los medios que casi siempre llamaba fake news. Desde luego la última de ellas era que Trump afirmaba que él había ganado las elecciones presidenciales a Joe Biden, tremenda mentira desmentida formalmente por todas las instancias legales a las que acudió. Todavía, Donald Trump sigue promoviendo su última mentira: que tomará posesión como presidente de Estados Unidos en agosto próximo. El problema de las mentiras de Trump llevó a unos manifestantes republicanos a responder a su convocatoria a tomar violentamente la sede del Congreso de los Estados Unidos. Este pequeño recuento ilustra lo que pueden ocasionar las mentiras cuando son dichas para incitar a la violencia y desde el poder de la plataforma presidencial y por eso no es una cuestión superficial identificar algunas de las mentiras que se presentan en los medios, aun cuando no sólo provengan de la presidencia de la República en las mañaneras, sino también de los medios, la prensa misma. Especialmente, cuando existe una tradición de varios periodistas que se dedican a atacar a políticos o personas, en ocasiones incitando a la violencia, en contraste con otros periodistas que arriesgan su vida precisamente por denunciar corrupción, violencia o algunos presuntos delitos. Sin personalizar, todavía recuerdo que durante la campaña del actual presidente de México, uno de esos periodistas, seguramente ante el casi inevitable triunfo de López Obrador, invitaba, convocaba a, “deshacerse”, del candidato. Ni hablar de aquel otro periodista que pidió a Genaro García Luna “recrear” la aprehensión de aquellos famosos “secuestradores”, una de ellas francesa y su pareja, este último aun en prisión sin sentencia por varios años. Sobran ejemplos, con un gran contraste de aquellos periodistas que han perdido la vida por hacer todo lo contrario, un periodismo no solo honesto, sino muy arriesgado.

¿Por qué entonces afirmar que es un error, uno de los peores errores de esta administración señaló este periodista? A mi no me parece. Así como debemos señalar las provocaciones y mentiras que ha hecho el presidente López Obrador, como aquellas afirmaciones que hizo sobre la clase media, también conviene hacerlo con aquellos periodistas que las hacen porque son indignas del periodismo y seguramente varios de ellos obtienen beneficios al hacerlo.

Parte del problema en esta sociedad es el abuso del ejercicio del poder en la discusión pública tanto de la presidencia de la República como de los medios; así como el poder que le ha dado el presidente López Obrador a los periodistas en la “mañanera” porque todos los días, son los periodistas los que le presentan toda clase de problemas que viven los mexicanos de cada una de las regiones del país. Se les ha dado el poder, como si fueran nuestros representantes políticos para presentarles muchos de los problemas que viven en cada entidad, ciudad y municipio del país. Esto es verdaderamente ridículo porque nosotros no los elegimos para representarnos y el presidente les ha dado esa facultad, en lugar de hacerlo con los diputados, los senadores, los gobernadores, los presidentes municipales o algún otro representante político de los distintos órdenes de gobierno. Si usted tiene un problema y quiere presentárselo al presidente, para que se le haga caso a usted, tiene usted que llevarlo con un periodista para que vaya a la “mañanera” y lo presente adecuadamente y el presidente resuelva ahí mismo que se va a atender y le da instrucciones a encargado de prensa, de comunicación, o al funcionario que lo atenderá o lo citará a que lo atienda. Este no es el papel de la prensa ni desde luego decir mentiras o tener que arriesgar su vida por la democracia, la libertad, la corrupción o por castigar a los criminales. Esto último es admirable y muchas veces un sacrifico, pero no debería de ser así, mucho menos a costa de su vida. Por eso hay que luchar contra las mentiras que se hacen en la discusión pública porque se deben de presentar con rigor y verdad. En Colombia, las acusaciones hechas en los medios son tomadas tan en serio que se persiguen de oficio, así debieron de hacerlo en Estados Unidos contra Donald Trump y no dejarlo impune.