/ jueves 12 de noviembre de 2020

Derechas, izquierdas y la negación del futuro

La negación del futuro es moda en el discurso político actual. El debate entre vivir en un presente lleno de problemas, retos, pifias, polarización, inseguridad, corrupción, y otros terribles males que padece la sociedad; y regresar a un pasado lleno de problemas, retos, pifias, polarización, inseguridad, corrupción y otros terribles males que desde entonces padece la sociedad, ha dominado la esfera pública. Esta maroma intelectual hace parecer que la crítica urgente, necesaria, y ùnico contrapeso de un poder unipersonal o unipolar, fuera una suerte de nostalgia por un pasado que se ha desvanecido para bien, mientras que el presente es la alternativa única de transformación.

En el 2001, algunos meses después de que el PAN ganara la presidencia de la República, la gubernatura de Morelos, y la mayoría en el congreso local, algún estudiante de preparatoria pública de Cuernavaca se quejaba “¿Cuál cambio? Mi banca (de la escuela) sigue bien jodida, y mi mamá no tiene para las tortillas”; la misma queja podría escucharse hoy. Lo cierto es que la mayor parte de las cuestiones por las que los políticos debaten han tenido un impacto escaso, o por lo menos muy indirecto, en la vida cotidiana de la sociedad que sigue siendo víctima diaria de la inseguridad, de la inflación, de la pobreza.

El debate no tendría que pasar sobre un pasado que apenas sobrevivimos o un presente inhabitable, pero parece que nadie se atreviera a proyectar el futuro. Pareciera que transitamos por una suerte de apocalipsis, que más allá de las opciones presentes habitaran los zombis, la barbarie. Incluso el discurso dominante entre izquierdas y derechas presumiría que todas las opciones de tratamiento de los problemas públicos han sido ya exploradas. Pero la sociedad sabe que no es así, porque igual la evolución de la sociedad plantea retos que ni siquiera habrían imaginado quienes propusieron la división mundial en izquierdas y derechas.

Incluso, desde la última vez que fue moda el debate entre polos políticos, hace cuarenta años, han ocurrido amenazas sanitarias globales, calentamiento global, energías limpias, internet y los mundos digitales -que incluyen nuevas o la recuperación de antiguas formas de relaciones económicas-, entre muchas otras transformaciones radicales que han creado formas de organización social que no caben en los modelos organizativos del pasado. Mucho peor es que esos modelos de organización han sido insuficientes también para tratar de forma eficiente los problemas cotidianos de la sociedad.

Muy triste será que el debate político en la próxima elección sea si debe revivirse el pasado o conformarse con el presente, sobre todo cuando la mayor parte de la población sabe que ni los actuales ni los anteriores políticos han podido ofrecer soluciones justas, eficientes, suficientes para temas tan esenciales como la seguridad pública, el aumento del ingreso familiar, la generación de empleos, la atracción de inversiones, el rendimiento escolar, la atención a la salud y la de los enfermos, liberar a las mujeres de la violencia, entre otros problemas. Urge diseñar el futuro.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

La negación del futuro es moda en el discurso político actual. El debate entre vivir en un presente lleno de problemas, retos, pifias, polarización, inseguridad, corrupción, y otros terribles males que padece la sociedad; y regresar a un pasado lleno de problemas, retos, pifias, polarización, inseguridad, corrupción y otros terribles males que desde entonces padece la sociedad, ha dominado la esfera pública. Esta maroma intelectual hace parecer que la crítica urgente, necesaria, y ùnico contrapeso de un poder unipersonal o unipolar, fuera una suerte de nostalgia por un pasado que se ha desvanecido para bien, mientras que el presente es la alternativa única de transformación.

En el 2001, algunos meses después de que el PAN ganara la presidencia de la República, la gubernatura de Morelos, y la mayoría en el congreso local, algún estudiante de preparatoria pública de Cuernavaca se quejaba “¿Cuál cambio? Mi banca (de la escuela) sigue bien jodida, y mi mamá no tiene para las tortillas”; la misma queja podría escucharse hoy. Lo cierto es que la mayor parte de las cuestiones por las que los políticos debaten han tenido un impacto escaso, o por lo menos muy indirecto, en la vida cotidiana de la sociedad que sigue siendo víctima diaria de la inseguridad, de la inflación, de la pobreza.

El debate no tendría que pasar sobre un pasado que apenas sobrevivimos o un presente inhabitable, pero parece que nadie se atreviera a proyectar el futuro. Pareciera que transitamos por una suerte de apocalipsis, que más allá de las opciones presentes habitaran los zombis, la barbarie. Incluso el discurso dominante entre izquierdas y derechas presumiría que todas las opciones de tratamiento de los problemas públicos han sido ya exploradas. Pero la sociedad sabe que no es así, porque igual la evolución de la sociedad plantea retos que ni siquiera habrían imaginado quienes propusieron la división mundial en izquierdas y derechas.

Incluso, desde la última vez que fue moda el debate entre polos políticos, hace cuarenta años, han ocurrido amenazas sanitarias globales, calentamiento global, energías limpias, internet y los mundos digitales -que incluyen nuevas o la recuperación de antiguas formas de relaciones económicas-, entre muchas otras transformaciones radicales que han creado formas de organización social que no caben en los modelos organizativos del pasado. Mucho peor es que esos modelos de organización han sido insuficientes también para tratar de forma eficiente los problemas cotidianos de la sociedad.

Muy triste será que el debate político en la próxima elección sea si debe revivirse el pasado o conformarse con el presente, sobre todo cuando la mayor parte de la población sabe que ni los actuales ni los anteriores políticos han podido ofrecer soluciones justas, eficientes, suficientes para temas tan esenciales como la seguridad pública, el aumento del ingreso familiar, la generación de empleos, la atracción de inversiones, el rendimiento escolar, la atención a la salud y la de los enfermos, liberar a las mujeres de la violencia, entre otros problemas. Urge diseñar el futuro.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx