/ jueves 28 de julio de 2022

Días de Soltar | Populismo del bueno

Circuló por ahí un video de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, dando un discurso en un estadio lleno de militares formados y atentos a él. Habla sobre la lucha contra el crimen organizado en su país y cómo los delincuentes básicamente perdieron el derecho a ser tratados como humanos. En el caótico mundo que vivimos, la magnánima imagen de un líder con los pantalones bien puestos suena atractiva. No es la primera vez que un país cae en esta propaganda. Cuando Bukele fue Alcalde me quedó la impresión de que era un empresario joven que se metía a política porque los políticos de su país no estaban resolviendo el problema. Tampoco era la primera vez que un electorado se dejaba llevar por un empresario joven, venido a político. Luego ganó sin problemas la elección presidencial, ayudado por una estrategia moderna, la popularidad de sus propuestas y grandes cantidades de dinero. Si te suena parecido, es porque se trata de la formula chicharronera de la política actual en América Latina. No importa si eres un político conservador o liberal, de derecho o de izquierda: el populismo está de moda, y funciona muy bien. Pero, ¿qué pasa cuando hay que terminar la campaña y empezar a gobernar?

Junto con la promesa de combatir al crimen organizado, una de sus apuestas más importantes fue la de transformar a El Salvador en una economía moderna, a través de la revolución del Bitcoin. El Gobierno salvadoreño creó una aplicación para manejar la criptomoneda y le ofrecieron $30 dólares a todos los salvadoreños que abrieran su cuenta. Fue un éxito instantáneo con cerca de tres millones de usuarios suscritos. Pero a un año de haber empezado, no parece estarles yendo muy bien con el cripto- negocio. Sólo el 10% mantiene activa su cuenta y parece ser que la mayoría ni siquiera compró más bitcoins después de los 30 dolarucos que les regalaron.

La Administración de Bukele invirtió el 15% de su presupuesto anual de inversión en Bitcoin el año pasado. La volatilidad de la moneda en los últimos meses, junto con la falta de interés por parte de la población salvadoreña para entrarle al criptobisne -se dice que muy pocos empresarios del país, y todavía menos salvadoreños que viven en USA, le entraron al negocio- ha resultado en un desperdicio de dinero.

Si Nayib fuera director de una empresa de capital de riesgo, hubiera sido una apuesta arriesgada pero innovadora, el tipo de negocios que buscan en ese nicho. Desgraciadamente, el dinero que apostó en el mercado de las criptos, no sobraba. El dinero que se está perdiendo viene de los impuestos de los salvadoreños, no de un rico diversificando su cartera.

El famoso video está muy bien hecho. Pero me hace recordar esos videos, en ese entonces en blanco y negro, que grababa un chaparro con bigote corto en Alemania, ahí por los años cuarenta. Cuando un político le pone más interés a su imagen pública que a los derechos humanos -aunque sean los de un criminal- o a su gestión económica, estamos en problemas. El Servicio Público moderno enfrenta retos demasiado complejos como para permitir que la agenda vanidosa de un líder popular se atraviese.

En El Salvador los especialistas financieros están cayendo en cuenta que no hay un plan económico serio para sustentar la idea de un país moderno en un futuro cercano. Les vendieron gato por liebre. Ahora, en cuanto a democracia, gracias a su popular estrategia contra las bandas criminales y el subsidio al combustible que mantiene a raya la inflación, Nayib Bukele tiene índices de aprobación sobresalientes. Por desgracia, lo que no te dicen cuando escoges un líder populista, es que el activo más valioso que se pierde es el tiempo. Los años siguen pasando y otra generación de salvadoreños pierde la oportunidad de construir mejor calidad de vida.

Esto no sólo pasa en El Salvador. En México, dos bocas cuentan mejor el chiste que una mañanera.

Circuló por ahí un video de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, dando un discurso en un estadio lleno de militares formados y atentos a él. Habla sobre la lucha contra el crimen organizado en su país y cómo los delincuentes básicamente perdieron el derecho a ser tratados como humanos. En el caótico mundo que vivimos, la magnánima imagen de un líder con los pantalones bien puestos suena atractiva. No es la primera vez que un país cae en esta propaganda. Cuando Bukele fue Alcalde me quedó la impresión de que era un empresario joven que se metía a política porque los políticos de su país no estaban resolviendo el problema. Tampoco era la primera vez que un electorado se dejaba llevar por un empresario joven, venido a político. Luego ganó sin problemas la elección presidencial, ayudado por una estrategia moderna, la popularidad de sus propuestas y grandes cantidades de dinero. Si te suena parecido, es porque se trata de la formula chicharronera de la política actual en América Latina. No importa si eres un político conservador o liberal, de derecho o de izquierda: el populismo está de moda, y funciona muy bien. Pero, ¿qué pasa cuando hay que terminar la campaña y empezar a gobernar?

Junto con la promesa de combatir al crimen organizado, una de sus apuestas más importantes fue la de transformar a El Salvador en una economía moderna, a través de la revolución del Bitcoin. El Gobierno salvadoreño creó una aplicación para manejar la criptomoneda y le ofrecieron $30 dólares a todos los salvadoreños que abrieran su cuenta. Fue un éxito instantáneo con cerca de tres millones de usuarios suscritos. Pero a un año de haber empezado, no parece estarles yendo muy bien con el cripto- negocio. Sólo el 10% mantiene activa su cuenta y parece ser que la mayoría ni siquiera compró más bitcoins después de los 30 dolarucos que les regalaron.

La Administración de Bukele invirtió el 15% de su presupuesto anual de inversión en Bitcoin el año pasado. La volatilidad de la moneda en los últimos meses, junto con la falta de interés por parte de la población salvadoreña para entrarle al criptobisne -se dice que muy pocos empresarios del país, y todavía menos salvadoreños que viven en USA, le entraron al negocio- ha resultado en un desperdicio de dinero.

Si Nayib fuera director de una empresa de capital de riesgo, hubiera sido una apuesta arriesgada pero innovadora, el tipo de negocios que buscan en ese nicho. Desgraciadamente, el dinero que apostó en el mercado de las criptos, no sobraba. El dinero que se está perdiendo viene de los impuestos de los salvadoreños, no de un rico diversificando su cartera.

El famoso video está muy bien hecho. Pero me hace recordar esos videos, en ese entonces en blanco y negro, que grababa un chaparro con bigote corto en Alemania, ahí por los años cuarenta. Cuando un político le pone más interés a su imagen pública que a los derechos humanos -aunque sean los de un criminal- o a su gestión económica, estamos en problemas. El Servicio Público moderno enfrenta retos demasiado complejos como para permitir que la agenda vanidosa de un líder popular se atraviese.

En El Salvador los especialistas financieros están cayendo en cuenta que no hay un plan económico serio para sustentar la idea de un país moderno en un futuro cercano. Les vendieron gato por liebre. Ahora, en cuanto a democracia, gracias a su popular estrategia contra las bandas criminales y el subsidio al combustible que mantiene a raya la inflación, Nayib Bukele tiene índices de aprobación sobresalientes. Por desgracia, lo que no te dicen cuando escoges un líder populista, es que el activo más valioso que se pierde es el tiempo. Los años siguen pasando y otra generación de salvadoreños pierde la oportunidad de construir mejor calidad de vida.

Esto no sólo pasa en El Salvador. En México, dos bocas cuentan mejor el chiste que una mañanera.

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