/ jueves 18 de agosto de 2022

Días de Soltar | Oda a la Inseguridad

Lo que pasó la semana pasada en todo el país, con Cárteles tomando las calles y la Autoridad diciendo que sólo le cobren a los que les deben y a ella la dejen en paz, es representativo del problema más serio del país. Un problema que nació en el pasado de México y que hoy está en su vida adulta.

La inseguridad tiene un origen y mezcla de diferentes realidades que convergen en un mismo espacio y tiempo. La Económica precaria, para una mayoría de nuestra población; la Corrupción que impera en nuestras autoridades; las Instituciones débiles, ya sea por mala estrategia o por la misma corrupción; el Crimen, que se organiza de manera casi natural para llenar espacios donde el Estado dejó de estar; la adoctrinada Educación pública que no deja otra opción de vida que rentarse a quien mejor pague; el desinterés de quienes ostentan los cargos públicos por ver más allá de su burbuja, entre otros muchos más por mencionar. Realidades que tienen su propia dinámica: una vida paralela a la de las otras dimensiones, que van convergiendo a través del tiempo.

Realidades que suceden en un territorio y un tiempo determinado. ¿Qué hicimos para merecer esto? Simplemente haber nacido aquí. A esos viejos caciques que dicen “En mis tiempos las cosas eran diferentes” hay que recordarles que precisamente su “diferente” es parte del problema. Esa apatía para no enfrentar los problemas desde su raíz, cuando germinaban, de mejor esconderlos abajo de la mesa y hacer como que no existían para dejárselo al siguiente, y al siguiente y al siguiente. Esa negligencia permitió que crecieran y ensancharan su tronco al grado que hoy no los podemos arrancar de un jalón. Hace falta una herramienta bien afilada, que vaya cortándolo. Hoy todavía no tenemos esa herramienta.

Hoy, sólo podemos observar con horror. Lo que debe ocupar a la Autoridad es contemplar el monstruo actual: admirar la terrible enormidad del problema, recopilar información y analizarla, para poder empezar a construir las soluciones complejas. Ni Calderón, ni Peña Nieto, ni AMLO tuvieron la solución. Dicen haberla tenido. Pero no hace falta ser muy inteligentes para ver que no es cierto. La realidad es que con mucho cinismo nos vendieron la imagen de un plan, para evitar la vergüenza pública de reconocer la incapacidad. Así también, a nivel local, hemos visto administraciones de todos los colores pasar, viendo cómo se cuelan los Gorilas en los juegos y no dejan jugar a nadie más. Pocos son los que han empezado a trabajar en los procesos de formación de las policías, las estrategias de prevención, de contención, las soluciones a la desigualdad, a la corrupción. Se cuentan con los dedos de la mano de un ñoco.

Aquí es donde estamos parados hoy, esperando veinte años de recopilación y análisis del problema sean suficientes para que empiecen a venir las propuestas efectivas. Porque lo que se vivió la semana pasada por todo el país, lo que vivimos a diario en Morelos, lo que vives todas las noches en tu colonia, donde la policía no se para si no es año bisiesto, nos tiene más preocupados que ocupados.

Cambiar a la Guardia Nacional de un lugar a otro no es una solución al problema de la inseguridad: es una reacción que busca taparle el ojo al macho mientras acaba el sexenio y se vuelve problema de alguien más. Porque eso es lo que tenemos. Autoridades que administran las reacciones, en vez de administrar las soluciones.

Las soluciones están en el futuro, y hay que empezar a construirlas hoy.

Lo que pasó la semana pasada en todo el país, con Cárteles tomando las calles y la Autoridad diciendo que sólo le cobren a los que les deben y a ella la dejen en paz, es representativo del problema más serio del país. Un problema que nació en el pasado de México y que hoy está en su vida adulta.

La inseguridad tiene un origen y mezcla de diferentes realidades que convergen en un mismo espacio y tiempo. La Económica precaria, para una mayoría de nuestra población; la Corrupción que impera en nuestras autoridades; las Instituciones débiles, ya sea por mala estrategia o por la misma corrupción; el Crimen, que se organiza de manera casi natural para llenar espacios donde el Estado dejó de estar; la adoctrinada Educación pública que no deja otra opción de vida que rentarse a quien mejor pague; el desinterés de quienes ostentan los cargos públicos por ver más allá de su burbuja, entre otros muchos más por mencionar. Realidades que tienen su propia dinámica: una vida paralela a la de las otras dimensiones, que van convergiendo a través del tiempo.

Realidades que suceden en un territorio y un tiempo determinado. ¿Qué hicimos para merecer esto? Simplemente haber nacido aquí. A esos viejos caciques que dicen “En mis tiempos las cosas eran diferentes” hay que recordarles que precisamente su “diferente” es parte del problema. Esa apatía para no enfrentar los problemas desde su raíz, cuando germinaban, de mejor esconderlos abajo de la mesa y hacer como que no existían para dejárselo al siguiente, y al siguiente y al siguiente. Esa negligencia permitió que crecieran y ensancharan su tronco al grado que hoy no los podemos arrancar de un jalón. Hace falta una herramienta bien afilada, que vaya cortándolo. Hoy todavía no tenemos esa herramienta.

Hoy, sólo podemos observar con horror. Lo que debe ocupar a la Autoridad es contemplar el monstruo actual: admirar la terrible enormidad del problema, recopilar información y analizarla, para poder empezar a construir las soluciones complejas. Ni Calderón, ni Peña Nieto, ni AMLO tuvieron la solución. Dicen haberla tenido. Pero no hace falta ser muy inteligentes para ver que no es cierto. La realidad es que con mucho cinismo nos vendieron la imagen de un plan, para evitar la vergüenza pública de reconocer la incapacidad. Así también, a nivel local, hemos visto administraciones de todos los colores pasar, viendo cómo se cuelan los Gorilas en los juegos y no dejan jugar a nadie más. Pocos son los que han empezado a trabajar en los procesos de formación de las policías, las estrategias de prevención, de contención, las soluciones a la desigualdad, a la corrupción. Se cuentan con los dedos de la mano de un ñoco.

Aquí es donde estamos parados hoy, esperando veinte años de recopilación y análisis del problema sean suficientes para que empiecen a venir las propuestas efectivas. Porque lo que se vivió la semana pasada por todo el país, lo que vivimos a diario en Morelos, lo que vives todas las noches en tu colonia, donde la policía no se para si no es año bisiesto, nos tiene más preocupados que ocupados.

Cambiar a la Guardia Nacional de un lugar a otro no es una solución al problema de la inseguridad: es una reacción que busca taparle el ojo al macho mientras acaba el sexenio y se vuelve problema de alguien más. Porque eso es lo que tenemos. Autoridades que administran las reacciones, en vez de administrar las soluciones.

Las soluciones están en el futuro, y hay que empezar a construirlas hoy.

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