/ sábado 13 de marzo de 2021

Dignificar la política

Los políticos han convertido la política en un cochinero, un circo, un juego de mentiras y descalificaciones.

Yo estoy convencido de que hay que comenzar a dignificar la política.

Hace algunos años leí una columna de Salvador Gutierrez Solís, en un periódico español, que conservo por sus excelentes conceptos.

La política, yo la entiendo como servicio público, yo no la entiendo ni concibo de otra manera, es la que propicia que evolucionemos, que nos gobernemos según así considere la mayoría, respetando nuestras libertades y derechos, y recordándonos nuestras obligaciones, porque todos los ciudadanos, de un modo u otro, tenemos obligaciones también.

Hablo de Democracia, claro, que la política ha de garantizar, velar y promocionar. Lo otro, llámese como se llame, venga de donde venga, es otra cosa, póngale usted el nombre que quiera, no es política.

La política es un elemento fundamental de nuestras vidas, de nuestra sociedad, por eso jamás podré comprender a todos aquellos que se empeñan en difamarla, ensuciarla, menospreciarla o ridiculizarla, porque esa estrategia, perversa y habitualmente malintencionada, se vuelve contra todos nosotros tarde o temprano. Contra todos, sin excepción.

Soy de los que piensan, fíjese usted, que hay que dignificar la política y, por tanto, hay que dignificar a quienes la ejercen: los políticos.

No hablemos de esa entelequia que es "la clase política" que no la humaniza, que la deja sin rostro, sin alma. Hablemos de los hombres y mujeres que la ejercen, desde los más diferentes posicionamientos ideológicos, y los que considero en su inmensa mayoría deberían tener fama de honestos, comprometidos y trabajadores. Sí, me ha escuchado bien. Y sí, claro que hemos oído hablar de los miles de casos de corrupción y que afectan a todos los partidos políticos, claro que sí, por eso no cambia ni mengua mi concepción de lo que debería ser la política y quienes la ejercen.

Los actos de gobierno retumban mucho, cuentan con gran espacio y eco en los medios, claro, y es lógico que suceda, ya que los políticos se ocupan de algo muy preciado, de eso que llamamos lo público, lo común, lo que es de todos.

Por eso no puedo entender, no me cabe en la cabeza, ese permanente empeño por menospreciar la política y, sobre todo, a sus representantes..

Dignificar la política ahora que llegan las elecciones. Tal vez no estaríamos en el último peldaño de la insensatez si se hubiera tenido más en cuenta la política, que es palabra y oído y nunca silencio e ignorancia. Si quienes tendrían que haber interpretado y apostado por la política no hubieran optado por la distancia y el enfrentamiento estoy completamente seguro de que ahora estaríamos en otra situación, en otro peldaño, completamente diferente.

Y es que tampoco todos los políticos cuentan con el talento mínimo exigido. No han estado a la altura requerida, no han sido capaces de ofrecer alternativas o soluciones porque sencillamente no han sabido ni querido dialogar. Tal vez no lo hayan intentado, por una simple estrategia electoralista.

Por todo esto, me encantaría que el 2021 fuera una auténtica lección de Democracia, así como el regreso de la dignidad política a mi país, a mi estado, a mi ciudad, para así volver a tomar el camino del progreso.

Los políticos han convertido la política en un cochinero, un circo, un juego de mentiras y descalificaciones.

Yo estoy convencido de que hay que comenzar a dignificar la política.

Hace algunos años leí una columna de Salvador Gutierrez Solís, en un periódico español, que conservo por sus excelentes conceptos.

La política, yo la entiendo como servicio público, yo no la entiendo ni concibo de otra manera, es la que propicia que evolucionemos, que nos gobernemos según así considere la mayoría, respetando nuestras libertades y derechos, y recordándonos nuestras obligaciones, porque todos los ciudadanos, de un modo u otro, tenemos obligaciones también.

Hablo de Democracia, claro, que la política ha de garantizar, velar y promocionar. Lo otro, llámese como se llame, venga de donde venga, es otra cosa, póngale usted el nombre que quiera, no es política.

La política es un elemento fundamental de nuestras vidas, de nuestra sociedad, por eso jamás podré comprender a todos aquellos que se empeñan en difamarla, ensuciarla, menospreciarla o ridiculizarla, porque esa estrategia, perversa y habitualmente malintencionada, se vuelve contra todos nosotros tarde o temprano. Contra todos, sin excepción.

Soy de los que piensan, fíjese usted, que hay que dignificar la política y, por tanto, hay que dignificar a quienes la ejercen: los políticos.

No hablemos de esa entelequia que es "la clase política" que no la humaniza, que la deja sin rostro, sin alma. Hablemos de los hombres y mujeres que la ejercen, desde los más diferentes posicionamientos ideológicos, y los que considero en su inmensa mayoría deberían tener fama de honestos, comprometidos y trabajadores. Sí, me ha escuchado bien. Y sí, claro que hemos oído hablar de los miles de casos de corrupción y que afectan a todos los partidos políticos, claro que sí, por eso no cambia ni mengua mi concepción de lo que debería ser la política y quienes la ejercen.

Los actos de gobierno retumban mucho, cuentan con gran espacio y eco en los medios, claro, y es lógico que suceda, ya que los políticos se ocupan de algo muy preciado, de eso que llamamos lo público, lo común, lo que es de todos.

Por eso no puedo entender, no me cabe en la cabeza, ese permanente empeño por menospreciar la política y, sobre todo, a sus representantes..

Dignificar la política ahora que llegan las elecciones. Tal vez no estaríamos en el último peldaño de la insensatez si se hubiera tenido más en cuenta la política, que es palabra y oído y nunca silencio e ignorancia. Si quienes tendrían que haber interpretado y apostado por la política no hubieran optado por la distancia y el enfrentamiento estoy completamente seguro de que ahora estaríamos en otra situación, en otro peldaño, completamente diferente.

Y es que tampoco todos los políticos cuentan con el talento mínimo exigido. No han estado a la altura requerida, no han sido capaces de ofrecer alternativas o soluciones porque sencillamente no han sabido ni querido dialogar. Tal vez no lo hayan intentado, por una simple estrategia electoralista.

Por todo esto, me encantaría que el 2021 fuera una auténtica lección de Democracia, así como el regreso de la dignidad política a mi país, a mi estado, a mi ciudad, para así volver a tomar el camino del progreso.