/ miércoles 4 de mayo de 2022

Economía circular: reducir, reciclar y renovar

Han sido incontables los llamados de atención sobre una crisis ambiental que nos afecta en todo el mundo. No obstante, el proceso de transición y la implementación de alternativas hacia un estilo de vida más sustentable ha sido lento.

Mientras se cuestiona severamente el uso irracional y desmedido de los recursos naturales, la contaminación, los efectos adversos sobre los ecosistemas y los daños a la salud humana, se continúa impulsando un estilo de vida basado en la economía lineal (extraer, producir, consumir y desechar).

Con esto, nos encontramos con un modelo que promueve el crecimiento permanente del mercado, con un aumento sistemático en la demanda de productos que luego son desechados a un ritmo acelerado, como si los recursos naturales y energéticos fueran infinitos.

Por otro lado, la economía circular, es un modelo de producción y consumo que garantiza un crecimiento sostenible en el tiempo. La circularidad permite optimizar recursos, reducir el consumo de materias primas y aprovechar los recursos; es decir, aprovechar al máximo los recursos materiales alargando su ciclo de vida.

La idea surge de imitar a la naturaleza, donde todo tiene valor y todo se aprovecha, donde los residuos se convierten en un nuevo recurso. Con este modelo, además de proteger al medio ambiente, la economía circular tiende a beneficiar a la economía local al fomentar modelos de producción basados en reutilizar residuos cercanos como materia prima.

Con ello, también se fomenta el empleo y se genera un modelo industrial más innovador. Se estima que, si adoptáramos la economía circular en América Latina, se crearían casi 5 millones de puestos de trabajo.

Trabajemos en cambiar nuestra forma de pensar, cuestionemos la forma en la que se produce lo que compramos y pidamos políticas públicas que nos lleven a un desarrollo sostenible e incluyente. Podríamos empezar con acciones inspiradas en las 7Rs de la economía circular: rediseñar (pensar y diseñar productos cuya fabricación consuma menos materias primas), reducir (nuestro consumo), reutilizar (dar un nuevo uso), reparar (arreglar y no tirar), renovar (ropa, muebles, etc.), reciclar (mejores prácticas en la gestión de productor) y recuperar (dar nuevos usos a productos que son desechados, como botellas de plástico).

Es sencillo, todas y todos podemos apoyar a la economía circular optando con acciones como separar la basura, reutilizar envases o ropa, reciclar o reparar algún producto que tenemos dañados en lugar de desecharlos y comprar uno nuevo.

Es momento de renovarnos.


Por Andy Gordillo


Han sido incontables los llamados de atención sobre una crisis ambiental que nos afecta en todo el mundo. No obstante, el proceso de transición y la implementación de alternativas hacia un estilo de vida más sustentable ha sido lento.

Mientras se cuestiona severamente el uso irracional y desmedido de los recursos naturales, la contaminación, los efectos adversos sobre los ecosistemas y los daños a la salud humana, se continúa impulsando un estilo de vida basado en la economía lineal (extraer, producir, consumir y desechar).

Con esto, nos encontramos con un modelo que promueve el crecimiento permanente del mercado, con un aumento sistemático en la demanda de productos que luego son desechados a un ritmo acelerado, como si los recursos naturales y energéticos fueran infinitos.

Por otro lado, la economía circular, es un modelo de producción y consumo que garantiza un crecimiento sostenible en el tiempo. La circularidad permite optimizar recursos, reducir el consumo de materias primas y aprovechar los recursos; es decir, aprovechar al máximo los recursos materiales alargando su ciclo de vida.

La idea surge de imitar a la naturaleza, donde todo tiene valor y todo se aprovecha, donde los residuos se convierten en un nuevo recurso. Con este modelo, además de proteger al medio ambiente, la economía circular tiende a beneficiar a la economía local al fomentar modelos de producción basados en reutilizar residuos cercanos como materia prima.

Con ello, también se fomenta el empleo y se genera un modelo industrial más innovador. Se estima que, si adoptáramos la economía circular en América Latina, se crearían casi 5 millones de puestos de trabajo.

Trabajemos en cambiar nuestra forma de pensar, cuestionemos la forma en la que se produce lo que compramos y pidamos políticas públicas que nos lleven a un desarrollo sostenible e incluyente. Podríamos empezar con acciones inspiradas en las 7Rs de la economía circular: rediseñar (pensar y diseñar productos cuya fabricación consuma menos materias primas), reducir (nuestro consumo), reutilizar (dar un nuevo uso), reparar (arreglar y no tirar), renovar (ropa, muebles, etc.), reciclar (mejores prácticas en la gestión de productor) y recuperar (dar nuevos usos a productos que son desechados, como botellas de plástico).

Es sencillo, todas y todos podemos apoyar a la economía circular optando con acciones como separar la basura, reutilizar envases o ropa, reciclar o reparar algún producto que tenemos dañados en lugar de desecharlos y comprar uno nuevo.

Es momento de renovarnos.


Por Andy Gordillo