/ viernes 14 de diciembre de 2018

Educación, el fracaso que viene...


Aunque aplaudida por los grupos magisteriales que negociaron la derogación de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto, la propuesta de Andrés Manuel López Obrador para la educación tiene enormes problemas que han sido advertidos ya por especialistas y debe preocupar mucho a la sociedad en tanto desde su origen contraviene todo el avance en materia educativa que se había logrado en México y que se va consolidando en otras partes del mundo.

Porque la propuesta educativa de López Obrador vuelve a colocar al centro del modelo a los maestros, contraviniendo todas las ideas de vanguardia en la educación. Ken Robinson, especialista que les encanta a los investigadores de la vanguardia educativa, refiere desde hace lustros la urgencia de cambiar los paradigmas de la educación, colocando al alumno como centro del hecho educativo, centrando el servicio en el cliente y no en el proveedor. Una de las más fuertes críticas que se han hecho a la educación es la escasa preocupación por lo que ocurre con los alumnos en el sistema que busca homologarlos y clasificarlos contribuyendo a lo que hoy conocemos como el gran fracaso educativo del mundo occidental, y que está siento revertido en muchas naciones desarrolladas ubicando al maestro como proveedor de un servicio que tiene al alumno en su centro.

Mucho más política que educativa, la de López Obrador constituye un pacto con muchos grupos de presión en el magisterio que buscan ofrecer el confort a sus agremiados y no la calidad al servicio educativo. El modelo de gestión centrado en los proveedores de servicios ha provocado graves fracasos en muchas áreas de servicios y contraviene la lógica de usuarios cada vez más demandantes. Prácticamente todas las empresas de servicios han tenido que volcarse en el servicio al cliente como el principal de sus valores porque la tendencia internacional es a la individualización, a satisfacer a cleintes que son totalmente distintos unos de otros.

A lo que acerca enormenente un modelo de negocio centrado en el proveedor de servicio es al fracaso del servicio que se ofrece y la extinción del negocio. Dirán muchos que la educación no es un negocio, y pueden seguir creyéndolo, pero lo cierto es que las escuelas son proveedoras de servicios y estos servicios siguen adoleciendo enormemente en su calidad en tanto no se centran en las necesidades, intereses, deseos de sus usuarios sino en los de sus trabajadores. El mayor logro de la reforma de Peña Nieto -que algunos tuvo- fue recolocar en el mapa del servicio educativo al alumno y ubicarlo en el centro del proceso.

La escuela tenía ya un destino difícil, hoy los alumnos aprenden más mediante instrumentos no formales de lo que logran en la escuela (no decimos que aprendan mejores cosas, pero sí mucho más), esa es una verdad que se dice mucho, pero no se reconoce oficialmente. De hecho, podríamos decir que la escuela sigue teniendo matrícula en la medida que el sistema ha favorecido el credencialismo, y no porque los alumnos consideren que aprenden mucho en ella. Y esta insatisfacción con el aprendizaje deriva de las condiciones propias de las escuelas que incluyen esquemas de horarios rígidos (orientados a favorecer a los docentes y no al aprendizaje), planes y programas de estudios limitados y limitantes, instalaciones de escasa calidad en infraestructura, equipamiento incómodo, y maestros que saben menos que sus alumnos, o que habitan en mundos muy diferentes que ellos. Si se siguen ignorando todas esas realidades, la escuela morirá pronto, en tanto las empresas encuentren un nuevo medio de certificación que verdaderamente valide los saberes y no el tiempo que se pasó sentado en un pupitre.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx


Aunque aplaudida por los grupos magisteriales que negociaron la derogación de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto, la propuesta de Andrés Manuel López Obrador para la educación tiene enormes problemas que han sido advertidos ya por especialistas y debe preocupar mucho a la sociedad en tanto desde su origen contraviene todo el avance en materia educativa que se había logrado en México y que se va consolidando en otras partes del mundo.

Porque la propuesta educativa de López Obrador vuelve a colocar al centro del modelo a los maestros, contraviniendo todas las ideas de vanguardia en la educación. Ken Robinson, especialista que les encanta a los investigadores de la vanguardia educativa, refiere desde hace lustros la urgencia de cambiar los paradigmas de la educación, colocando al alumno como centro del hecho educativo, centrando el servicio en el cliente y no en el proveedor. Una de las más fuertes críticas que se han hecho a la educación es la escasa preocupación por lo que ocurre con los alumnos en el sistema que busca homologarlos y clasificarlos contribuyendo a lo que hoy conocemos como el gran fracaso educativo del mundo occidental, y que está siento revertido en muchas naciones desarrolladas ubicando al maestro como proveedor de un servicio que tiene al alumno en su centro.

Mucho más política que educativa, la de López Obrador constituye un pacto con muchos grupos de presión en el magisterio que buscan ofrecer el confort a sus agremiados y no la calidad al servicio educativo. El modelo de gestión centrado en los proveedores de servicios ha provocado graves fracasos en muchas áreas de servicios y contraviene la lógica de usuarios cada vez más demandantes. Prácticamente todas las empresas de servicios han tenido que volcarse en el servicio al cliente como el principal de sus valores porque la tendencia internacional es a la individualización, a satisfacer a cleintes que son totalmente distintos unos de otros.

A lo que acerca enormenente un modelo de negocio centrado en el proveedor de servicio es al fracaso del servicio que se ofrece y la extinción del negocio. Dirán muchos que la educación no es un negocio, y pueden seguir creyéndolo, pero lo cierto es que las escuelas son proveedoras de servicios y estos servicios siguen adoleciendo enormemente en su calidad en tanto no se centran en las necesidades, intereses, deseos de sus usuarios sino en los de sus trabajadores. El mayor logro de la reforma de Peña Nieto -que algunos tuvo- fue recolocar en el mapa del servicio educativo al alumno y ubicarlo en el centro del proceso.

La escuela tenía ya un destino difícil, hoy los alumnos aprenden más mediante instrumentos no formales de lo que logran en la escuela (no decimos que aprendan mejores cosas, pero sí mucho más), esa es una verdad que se dice mucho, pero no se reconoce oficialmente. De hecho, podríamos decir que la escuela sigue teniendo matrícula en la medida que el sistema ha favorecido el credencialismo, y no porque los alumnos consideren que aprenden mucho en ella. Y esta insatisfacción con el aprendizaje deriva de las condiciones propias de las escuelas que incluyen esquemas de horarios rígidos (orientados a favorecer a los docentes y no al aprendizaje), planes y programas de estudios limitados y limitantes, instalaciones de escasa calidad en infraestructura, equipamiento incómodo, y maestros que saben menos que sus alumnos, o que habitan en mundos muy diferentes que ellos. Si se siguen ignorando todas esas realidades, la escuela morirá pronto, en tanto las empresas encuentren un nuevo medio de certificación que verdaderamente valide los saberes y no el tiempo que se pasó sentado en un pupitre.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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