/ jueves 15 de julio de 2021

El aprendizaje de la ética, ¿cómo doctrina o cómo práctica?

El verdadero motor del cambio social, escribió Alain Touraine, es la ética, y no la política ni la economía, porque nos proyecta como debería de ser nuestra realidad y como luchar para transformarla y alcanzarla. Señalo esto porque el presidente de México una vez más reitera en su mañanera que hay que acudir a la ética para cambiar la mentalidad, sobre todo de la clase media mexicana: “porque no es suficiente nada más decir: está mal… te están manipulando… no te dejes llevar por eso… es muy importante inculcar valores en la familia y la educación… no fue casual que quitaran en el periodo neoliberal, el civismo, la ética… y que declararan el fin de la historia… fue un plan bien concebido… y les dio resultado. Hay que regresar a la ética y el civismo, dice el presidente.

El presidente está equivocado durante el periodo neoliberal no se eliminó la enseñanza de la ética en educación primaria y secundaria. Se cambió la enseñanza de la asignatura de “Civismo” porque era una enseñanza de reverencia a esa historia de bronce a héroes, expresidentes y representantes políticos, muchos de ellos corruptos, precisamente para no cambiar nada. Se creó una enseñanza de Educación Cívica y Ética precisamente por todos problemas políticos y la corrupción que hemos vivido. Y muchos especialistas contribuyeron a una enseñanza ética como la que le preocupa al presidente. Sin embargo, no fue suficiente o no ha sido suficiente, aunque estoy seguro contribuyó a que los mexicanos se movilizaran, seguramente en un tiempo demasiado largo, precisamente a que cambiaran las cosas, estoy seguro que durante las elecciones, muchas de las gentes que votaron en 2018 fueron estudiantes de esos cursos de formación cívica y ética en primaria y secundaria.

El presidente reconoce que esto es insuficiente, pero déjeme decirle porque no es suficiente: mucho de lo que aprendemos sobre “ética” no sólo se aprende en la escuela, también se aprende en la calle, en la vida pública de nuestros representantes políticos, en los medios, en la prensa y en la televisión. Muchos de aquellos representantes políticos que decidieron incorporarse a la corrupción enseñaron a muchos mexicanos a aspirar ser como ellos, así como a ser clasistas, individualistas y racistas. Porque la ética se aprende más así, como lo señalan muchos jóvenes, que por doctrina o alguna “prédica” como la que hace el propio presidente y que él mismo reconoce e incluso la que se predica también en la “Guía Ética para la Transformación de México” que también usted cita. Esto que usted cita como modelo. Déjeme decirle que hay modelos más poderosos que han enseñado —sobre todo nuestros políticos, aunque no los únicos— por la corrupción que han practicado y que los ha convertido en multimillonarios. Ese es un modelo mucho más poderoso del que los mexicanos hemos aprendido mucho, más que de una doctrina que se predique, como usted dice que hace en su tarea cotidiana en las mañaneras, usted es un predicador mañanero.

Por eso es que cuando usted nos presenta la expresión bárbara racista de un señor que protestaba frente a la embajada cubana, “el guardia negro que estaba ahí me empujó en territorio mexicano, que pueden venir aquí… “ Además ,según otros medios, le dijo “no me toques maricón”, que por cierto fue empujado, y con toda la simpatía que pueda yo sentir por el pueblo de Cuba, el guardia no tiene derecho a “empujar” a pesar de los insultos racistas y homofóbicos inaceptables.

Y usted hace a este señor, René Bolio, según esto presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos, también un personaje representativo de la clase media, como usted nos llama individualista, clasista y racista, como se observa sin duda en este señor.

Señor presidente, déjeme decirle que a mi no me representa ni creo que a muchos, muchísimos de la clases media mexicana, así que no me diga por favor, que este señor es representativo de la clase media. Cómo usted aludía que no importaba que tuviera licenciatura y maestría y que fuera una persona de bien, más o menos así lo dijo, esto no significa que no compartiera su visión de la ética. Ni tampoco al señor Quadri, que volvió a citar en su sección de “Quién es Quién en las Mentiras..”, como mi representante ni científico, ni político, ni de clase media. El señor Quadri es más bien representante de una clase política con muchas sospechas de corrupción de muchos de sus integrantes, pero no a la clase media ni a los científicos mexicanos. El señor Bolio hace política y por lo tanto parece más bien ser de una clase política. Busqué mas referencias sobre el señor Bolio y sólo encontré que ha pertenecido a organizaciones de ultraderecha, pero esto no lo hace representante ni representativoa de la clase media.

A propósito de la enseñanza de la ética, además que aprendemos más de lo que hacen estos “modelos” poderosos, recuerdo una frase de Oscar Wilde que encontré en la Universidad de Oxford: “La educación es una cosa admirable, pero vale la pena recordar de vez en cuando que nada que vale la pena de conocer puede ser enseñado”, es decir, no mediante “prédicas”, especialmente la ética, sino aprendido por nosotros mismos.

El verdadero motor del cambio social, escribió Alain Touraine, es la ética, y no la política ni la economía, porque nos proyecta como debería de ser nuestra realidad y como luchar para transformarla y alcanzarla. Señalo esto porque el presidente de México una vez más reitera en su mañanera que hay que acudir a la ética para cambiar la mentalidad, sobre todo de la clase media mexicana: “porque no es suficiente nada más decir: está mal… te están manipulando… no te dejes llevar por eso… es muy importante inculcar valores en la familia y la educación… no fue casual que quitaran en el periodo neoliberal, el civismo, la ética… y que declararan el fin de la historia… fue un plan bien concebido… y les dio resultado. Hay que regresar a la ética y el civismo, dice el presidente.

El presidente está equivocado durante el periodo neoliberal no se eliminó la enseñanza de la ética en educación primaria y secundaria. Se cambió la enseñanza de la asignatura de “Civismo” porque era una enseñanza de reverencia a esa historia de bronce a héroes, expresidentes y representantes políticos, muchos de ellos corruptos, precisamente para no cambiar nada. Se creó una enseñanza de Educación Cívica y Ética precisamente por todos problemas políticos y la corrupción que hemos vivido. Y muchos especialistas contribuyeron a una enseñanza ética como la que le preocupa al presidente. Sin embargo, no fue suficiente o no ha sido suficiente, aunque estoy seguro contribuyó a que los mexicanos se movilizaran, seguramente en un tiempo demasiado largo, precisamente a que cambiaran las cosas, estoy seguro que durante las elecciones, muchas de las gentes que votaron en 2018 fueron estudiantes de esos cursos de formación cívica y ética en primaria y secundaria.

El presidente reconoce que esto es insuficiente, pero déjeme decirle porque no es suficiente: mucho de lo que aprendemos sobre “ética” no sólo se aprende en la escuela, también se aprende en la calle, en la vida pública de nuestros representantes políticos, en los medios, en la prensa y en la televisión. Muchos de aquellos representantes políticos que decidieron incorporarse a la corrupción enseñaron a muchos mexicanos a aspirar ser como ellos, así como a ser clasistas, individualistas y racistas. Porque la ética se aprende más así, como lo señalan muchos jóvenes, que por doctrina o alguna “prédica” como la que hace el propio presidente y que él mismo reconoce e incluso la que se predica también en la “Guía Ética para la Transformación de México” que también usted cita. Esto que usted cita como modelo. Déjeme decirle que hay modelos más poderosos que han enseñado —sobre todo nuestros políticos, aunque no los únicos— por la corrupción que han practicado y que los ha convertido en multimillonarios. Ese es un modelo mucho más poderoso del que los mexicanos hemos aprendido mucho, más que de una doctrina que se predique, como usted dice que hace en su tarea cotidiana en las mañaneras, usted es un predicador mañanero.

Por eso es que cuando usted nos presenta la expresión bárbara racista de un señor que protestaba frente a la embajada cubana, “el guardia negro que estaba ahí me empujó en territorio mexicano, que pueden venir aquí… “ Además ,según otros medios, le dijo “no me toques maricón”, que por cierto fue empujado, y con toda la simpatía que pueda yo sentir por el pueblo de Cuba, el guardia no tiene derecho a “empujar” a pesar de los insultos racistas y homofóbicos inaceptables.

Y usted hace a este señor, René Bolio, según esto presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos, también un personaje representativo de la clase media, como usted nos llama individualista, clasista y racista, como se observa sin duda en este señor.

Señor presidente, déjeme decirle que a mi no me representa ni creo que a muchos, muchísimos de la clases media mexicana, así que no me diga por favor, que este señor es representativo de la clase media. Cómo usted aludía que no importaba que tuviera licenciatura y maestría y que fuera una persona de bien, más o menos así lo dijo, esto no significa que no compartiera su visión de la ética. Ni tampoco al señor Quadri, que volvió a citar en su sección de “Quién es Quién en las Mentiras..”, como mi representante ni científico, ni político, ni de clase media. El señor Quadri es más bien representante de una clase política con muchas sospechas de corrupción de muchos de sus integrantes, pero no a la clase media ni a los científicos mexicanos. El señor Bolio hace política y por lo tanto parece más bien ser de una clase política. Busqué mas referencias sobre el señor Bolio y sólo encontré que ha pertenecido a organizaciones de ultraderecha, pero esto no lo hace representante ni representativoa de la clase media.

A propósito de la enseñanza de la ética, además que aprendemos más de lo que hacen estos “modelos” poderosos, recuerdo una frase de Oscar Wilde que encontré en la Universidad de Oxford: “La educación es una cosa admirable, pero vale la pena recordar de vez en cuando que nada que vale la pena de conocer puede ser enseñado”, es decir, no mediante “prédicas”, especialmente la ética, sino aprendido por nosotros mismos.