/ lunes 15 de julio de 2019

El beneficio secreto de la diversidad

Las mujeres que trabajamos hemos vivido, de una u otra forma, las barreras que existen para un sano desarrollo profesional comenzando porque la mayoría de personas que en nuestro país llegan a puestos directivos son hombres.

Los hombres, en general pero sin pretender que no haya excepciones, se sienten más cómodos entre ellos que con mujeres pero esto no es necesariamente bueno para el trabajo.

Una abundante serie de estudios realizados en diferentes países demuestra que los equipos mixtos son más eficientes y productivos que los conformados por personas de un solo género. Esto se debe a diferentes razones.

La primera es la diversidad en habilidades, perspectivas y experiencias previas. Ya sea por la influencia de la familia, del barrio o de la escuela o debido a las diferentes sensibilidades e intereses, cada persona piensa y responde de una manera particular a las mismas situaciones. Un equipo con diversidad de género y aquí no me restrinjo solamente a los dos sexos biológicos, enriquece y acelera cualquier proceso creativo. Mientras que el cerebro masculino es más analítico, el femenino percibe, integra y procesa con mayor eficacia las situaciones complejas o cuando existen mensajes no verbales como el uso de gestos. Durante una negociación complicada esto puede ser la ventaja decisiva.

La segunda razón tiene que ver con la corrección política. Un equipo de trabajo funcional exige que ninguno de sus integrantes sufra acoso. A veces el acoso es voluntario e intencional pero en otras ocasiones es simplemente producto de una sociedad acostumbrada al uso de frases o apelativos denigrantes para los otros. Por el beneficio del equipo estas prácticas deben desparecer y, cuando se logra, el ambiente de trabajo transita a uno incluyente y respetuoso que automáticamente detona la creatividad y la productividad. Experimentos sociales donde se presenta un problema a resolver a diferentes equipos, de un solo género o mixtos, demostraron de manera consistente que la diversidad acelera la toma de decisiones ya que los de un sólo género tienden a sumergirse en la discusión improductiva.

La tercera es la reputación. Los ambientes mixtos son menos propensos a malas prácticas. Ya sea a nivel operativo o directivo, existe una correlación directa entre la diversidad y el fraude. Ya sea por diferencias en la sensibilidad a la detección de riesgos o en la asimilación de esquemas regulatorios, la diversidad en los equipos de trabajo incrementa la transparencia, la rendición de cuentas y disminuye la ocurrencia de actos deshonestos y esto ocurre los mismo en la práctica privada que en la esfera pública.

Un estudio publicado recientemente por el Banco Mundial sobre género y trabajo nos indica que en América Latina se ha mejorado notablemente la participación de las mujeres en el campo laboral gracias a un incremento en los niveles de educación y también a la reducción en el numero de hijos. Sin embargo todavía es posible detectar conflicto en los roles de género y en el tiempo que las mujeres pueden dedicar al trabajo. Por ejemplo, es todavía frecuente que al casarse se disminuya la participación de las mujeres en el trabajo remunerado aunque esto es desigual, siendo los sectores con menores ingresos los más afectados. Esta exclusión ocasiona la pérdida de la oportunidad individual de desarrollo pero también la social ya que dejamos de aprovechar un número importante de talentos.

En un escenario donde la edad promedio de la población está aumentando el crecimiento de la economía y por lo tanto el aseguramiento de un nivel de vida igual al de nuestros padres depende fuertemente de las mujeres. De ese segmento talentoso y preparado que no siempre encuentra las oportunidades de desarrollo adecuadas. Abrirle la puerta a las mujeres en el campo laboral ya sea mediante la asignación de cuotas o simplemente por una selección sin prejuicios va a ser en beneficio de todos.

Información adicional de éste y otros temas de interés http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

Las mujeres que trabajamos hemos vivido, de una u otra forma, las barreras que existen para un sano desarrollo profesional comenzando porque la mayoría de personas que en nuestro país llegan a puestos directivos son hombres.

Los hombres, en general pero sin pretender que no haya excepciones, se sienten más cómodos entre ellos que con mujeres pero esto no es necesariamente bueno para el trabajo.

Una abundante serie de estudios realizados en diferentes países demuestra que los equipos mixtos son más eficientes y productivos que los conformados por personas de un solo género. Esto se debe a diferentes razones.

La primera es la diversidad en habilidades, perspectivas y experiencias previas. Ya sea por la influencia de la familia, del barrio o de la escuela o debido a las diferentes sensibilidades e intereses, cada persona piensa y responde de una manera particular a las mismas situaciones. Un equipo con diversidad de género y aquí no me restrinjo solamente a los dos sexos biológicos, enriquece y acelera cualquier proceso creativo. Mientras que el cerebro masculino es más analítico, el femenino percibe, integra y procesa con mayor eficacia las situaciones complejas o cuando existen mensajes no verbales como el uso de gestos. Durante una negociación complicada esto puede ser la ventaja decisiva.

La segunda razón tiene que ver con la corrección política. Un equipo de trabajo funcional exige que ninguno de sus integrantes sufra acoso. A veces el acoso es voluntario e intencional pero en otras ocasiones es simplemente producto de una sociedad acostumbrada al uso de frases o apelativos denigrantes para los otros. Por el beneficio del equipo estas prácticas deben desparecer y, cuando se logra, el ambiente de trabajo transita a uno incluyente y respetuoso que automáticamente detona la creatividad y la productividad. Experimentos sociales donde se presenta un problema a resolver a diferentes equipos, de un solo género o mixtos, demostraron de manera consistente que la diversidad acelera la toma de decisiones ya que los de un sólo género tienden a sumergirse en la discusión improductiva.

La tercera es la reputación. Los ambientes mixtos son menos propensos a malas prácticas. Ya sea a nivel operativo o directivo, existe una correlación directa entre la diversidad y el fraude. Ya sea por diferencias en la sensibilidad a la detección de riesgos o en la asimilación de esquemas regulatorios, la diversidad en los equipos de trabajo incrementa la transparencia, la rendición de cuentas y disminuye la ocurrencia de actos deshonestos y esto ocurre los mismo en la práctica privada que en la esfera pública.

Un estudio publicado recientemente por el Banco Mundial sobre género y trabajo nos indica que en América Latina se ha mejorado notablemente la participación de las mujeres en el campo laboral gracias a un incremento en los niveles de educación y también a la reducción en el numero de hijos. Sin embargo todavía es posible detectar conflicto en los roles de género y en el tiempo que las mujeres pueden dedicar al trabajo. Por ejemplo, es todavía frecuente que al casarse se disminuya la participación de las mujeres en el trabajo remunerado aunque esto es desigual, siendo los sectores con menores ingresos los más afectados. Esta exclusión ocasiona la pérdida de la oportunidad individual de desarrollo pero también la social ya que dejamos de aprovechar un número importante de talentos.

En un escenario donde la edad promedio de la población está aumentando el crecimiento de la economía y por lo tanto el aseguramiento de un nivel de vida igual al de nuestros padres depende fuertemente de las mujeres. De ese segmento talentoso y preparado que no siempre encuentra las oportunidades de desarrollo adecuadas. Abrirle la puerta a las mujeres en el campo laboral ya sea mediante la asignación de cuotas o simplemente por una selección sin prejuicios va a ser en beneficio de todos.

Información adicional de éste y otros temas de interés http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

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