Puede ser que la termoeléctrica de Huexca traiga enormes beneficios en materia de generación de energía eléctrica a bajo costo y con un impacto ambiental mínimo, como se ha planteado desde el inicio del proyecto hace más de seis años; pero también resulta innegable que la oposición radical en algunos sectores sociales que ha generado la instalación de la planta y que no cederá en tanto ha sido denodadamente cultivada desde el anuncio mismo del desarrollo.
Así que si bien el impacto medioambiental podría ser reducido al mínimo, dicen los expertos, el efecto social y político que la puesta en marcha de la planta tendría sobre las comunidades de la zona oriente, muchas de ellas fervorosas lopezobradoristas, resultaría mucho mayor, en tanto el resultado de la consulta resulte contrario a quienes buscan la cancelación de la planta y con ello la pérdida de una inversión de 22 mil millones de pesos. Seguramente el gobierno federal ha hecho los cálculos de costo beneficio de la determinación de apoyar la puesta en marcha de la termoeléctrica vía la figura de consulta popular que tan buenos resultados ha dado para validar (a su saber y entender) las determinaciones del gobierno federal.
Y en el cálculo debe haberse contemplado, seguramente, el efecto político que el respaldo de los gobiernos federal y estatal han dado a la operación de la termoeléctrica que si bien puede costar al lopezobradorismo una erosión entre los radicales, sin duda le valdrá el respaldo de algunos grupos moderados que, después de la decisión de cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, aún ven con sospecha el carácter del gobierno federal. Si esa relación es positiva para los grupos en el poder, el apoyo a la termoeléctrica de Huexca podría anotarse como un acierto político. Y aunque habrá quienes aseguren que el gobierno federal y el estatal no tienen cálculo político (a veces así lo parece), lo cierto es que ambos grupos de poder esperan mantenerse en el ánimo popular, por lo menos hasta las elecciones intermedias, en el 2021, que podrían determinar el futuro del proyecto de largo plazo de López Obrador y que se concentra en el entramado de intereses que representa su partido, Morena; y la carrera política del gobernador, Cuauhtémoc Blanco y todos sus colaboradores.
Cierto que el cálculo político no es lo único, pero a estas alturas resulta vital, particularmente para la figura del gobernador Blanco Bravo, porque las últimas semanas las cosas no han ido de lo mejor en la palestra; particularmente por la acción de algunos opositores suyos que, si bien no parecen demasiado relevantes, han tirado dardos de precisión contra la figura del gobernador que acostumbrado a la bulla, no parece amilanarse aunque sus colaboradores empiecen ya a hacer cálculos más estratégicos que de corazón. Cuauhtémoc se involucra en el asunto de la termoeléctrica, además, como un ganador previo. El peso de la puesta en marcha de la planta caería más sobre el gobierno federal que sobre él mismo, y el resultado favorable en la consulta (que permitiría la operación de la generadora refrendando la voluntad presidencial) podría anotárselo como un triunfo de su operación política (o la de su equipo, que para el caso es lo mismo).
En todo caso, quienes podrían perder en lo político son los grupos que rechazan abiertamente la operación de la termoeléctrica; probablemente por eso, a diferencia de en otros momentos (cuando la oposición fue contra Enrique Peña Nieto y Graco Ramírez Garrido), esta vez ningún político parece dispuesto a abanderar el “no”; con lo que las probabilidades sobre la consulta parecen sumamente inclinadas a la apertura de Huexca.
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