/ miércoles 16 de marzo de 2022

El día mundial del agua: aguas subterráneas y el reto de hacer visible lo invisible

El tema del Día Mundial del Agua 2022 ya ha sido elegido y pretende dar visibilidad a un recurso “oculto”: las aguas subterráneas. La propuesta fue respaldada por la Asociación Internacional de Hidrogeólogos (IAH), creada en 1956, cuya misión es promover la comprensión, el uso inteligente y la protección de los recursos hídricos subterráneos, a fin de garantizar el acceso al agua potable.

Como recurso “oculto” bajo tierra, es prácticamente invisible para la mayoría de las personas. De ahí la importancia de haber logrado dedicar un Día Mundial a este recurso. La idea es hacerlo visible para todos.

Actualmente existen dos grandes amenazas para las aguas subterráneas: la sobreexplotación y la contaminación. La sobreexplotación ocurre cuando la extracción y uso de aguas subterráneas excede el volumen de los recursos hídricos subterráneos renovables, es decir, los volúmenes de precipitación que se infiltran en el suelo. En este caso, se utiliza agua del propio almacenamiento del acuífero, lo que puede conducir al agotamiento del recurso.

Además, existen muchas formas de contaminación que pueden causar una contaminación grave de un acuífero, entre ellas, la contaminación con residuos de hidrocarburos, residuos contaminantes de la agricultura, de zonas habitadas, como aguas residuales y residuos sólidos urbanos, residuos industriales o contaminación, depositado por precipitación. Podemos afirmar que ya hay muchos acuíferos contaminados al punto que ya no se consideran acuíferos, por la imposibilidad de utilizar sus aguas.

Es necesario, por tanto, proteger las aguas subterráneas mediante una gestión conjunta con el resto del ciclo del agua, que comprenda la interacción permanente de estas con las aguas superficiales, protegiendo los acuíferos, calculando sus valores renovables y no permitiendo extracciones que superen los valores de infiltración anual.

El ciclo del agua en la naturaleza es fundamental para el mantenimiento de la vida en el planeta Tierra, ya que determinará la variación del clima e interferirá con el nivel de los ríos, lagos, mares, océanos.

Alrededor de dos tercios de la superficie terrestre está cubierta por agua, ya sea en estado líquido (océanos, lagos, ríos y aguas subterráneas) o en estado sólido (glaciares y nieve).

Una parte importante de estas aguas se encuentran en permanente circulación, bajo la acción del calor del sol y de los vientos. Estas aguas se transforman en vapor, constituyendo el llamado ciclo del agua o ciclo hidrologico. La importancia del ciclo hidrológico es vital para la biosfera, el conjunto de los seres vivos de la Tierra y sus hábitats.

Parte del vapor de agua también se produce por la transpiración de organismos vegetales y animales. Como ejemplo, tengamos en cuenta que en un solo día, un árbol grande puede evaporar hasta 300 litros de agua.

El ciclo del agua es el proceso permanente de transformación del agua en la naturaleza, pasando de un estado a otro (líquido, sólido o gaseoso). Preservar el ciclo de vida del agua es preservar la naturaleza. En muchas regiones, el ciclo natural ha sufrido muchos cambios.

Las principales acciones para conservar el agua son: proteger manantiales; reforestar las riberas de los ríos; evitar el desperdicio; usar conscientemente el agua y tratar las aguas residuales, entre otras.

La intensa deforestación hace que el agua precipitada en forma de lluvia se escurra más rápidamente, reduciendo la infiltración en el suelo y el sostenimiento de los cursos de agua. Esto acaba provocando su desaparición en la estación seca.

La impermeabilización de los suelos de las ciudades, intensificada por el uso de asfalto, cemento y pavimento, reduce la infiltración de agua, además de no abastecer los cursos subterráneos. Muchas ciudades necesitan esta agua, extraída mediante la perforación de pozos para satisfacer sus necesidades.

La preservación de los ríos es muy importante, ya que preserva gran parte de la vida. Muchas ciudades se forman cerca de los ríos. Las aguas de los ríos sirven para el abastecimiento, la alimentación, el uso doméstico, el riego, la producción industrial, la fuente de energía y los medios de transporte.

Hay algunas formas de solucionar este problema, incluyendo la construcción de presas, lagos, presas, canales o desvío de cursos de ríos, beneficiando las zonas secas.

Cuanta más gente, más consumo de agua. Así que en pocos años, el aumento de la población traerá consigo una grave crisis hídrica. Recordemos que si el agua es un bien esencial, la falta de ella tendrá impactos sociales, económicos y ambientales. Ejemplos son la perdida de sustentabilidad de las ciudades, la baja producción agrícola e industrial, la falta de empleo, entre muchos otros.

Es necesario concienciar a la gente que a pesar de la cantidad de agua que hay en el planeta, no toda se puede consumir. Por lo tanto, el agua debe ser vista como un bien que necesita ser preservado y su uso debe ser racional.

El tema del Día Mundial del Agua 2022 ya ha sido elegido y pretende dar visibilidad a un recurso “oculto”: las aguas subterráneas. La propuesta fue respaldada por la Asociación Internacional de Hidrogeólogos (IAH), creada en 1956, cuya misión es promover la comprensión, el uso inteligente y la protección de los recursos hídricos subterráneos, a fin de garantizar el acceso al agua potable.

Como recurso “oculto” bajo tierra, es prácticamente invisible para la mayoría de las personas. De ahí la importancia de haber logrado dedicar un Día Mundial a este recurso. La idea es hacerlo visible para todos.

Actualmente existen dos grandes amenazas para las aguas subterráneas: la sobreexplotación y la contaminación. La sobreexplotación ocurre cuando la extracción y uso de aguas subterráneas excede el volumen de los recursos hídricos subterráneos renovables, es decir, los volúmenes de precipitación que se infiltran en el suelo. En este caso, se utiliza agua del propio almacenamiento del acuífero, lo que puede conducir al agotamiento del recurso.

Además, existen muchas formas de contaminación que pueden causar una contaminación grave de un acuífero, entre ellas, la contaminación con residuos de hidrocarburos, residuos contaminantes de la agricultura, de zonas habitadas, como aguas residuales y residuos sólidos urbanos, residuos industriales o contaminación, depositado por precipitación. Podemos afirmar que ya hay muchos acuíferos contaminados al punto que ya no se consideran acuíferos, por la imposibilidad de utilizar sus aguas.

Es necesario, por tanto, proteger las aguas subterráneas mediante una gestión conjunta con el resto del ciclo del agua, que comprenda la interacción permanente de estas con las aguas superficiales, protegiendo los acuíferos, calculando sus valores renovables y no permitiendo extracciones que superen los valores de infiltración anual.

El ciclo del agua en la naturaleza es fundamental para el mantenimiento de la vida en el planeta Tierra, ya que determinará la variación del clima e interferirá con el nivel de los ríos, lagos, mares, océanos.

Alrededor de dos tercios de la superficie terrestre está cubierta por agua, ya sea en estado líquido (océanos, lagos, ríos y aguas subterráneas) o en estado sólido (glaciares y nieve).

Una parte importante de estas aguas se encuentran en permanente circulación, bajo la acción del calor del sol y de los vientos. Estas aguas se transforman en vapor, constituyendo el llamado ciclo del agua o ciclo hidrologico. La importancia del ciclo hidrológico es vital para la biosfera, el conjunto de los seres vivos de la Tierra y sus hábitats.

Parte del vapor de agua también se produce por la transpiración de organismos vegetales y animales. Como ejemplo, tengamos en cuenta que en un solo día, un árbol grande puede evaporar hasta 300 litros de agua.

El ciclo del agua es el proceso permanente de transformación del agua en la naturaleza, pasando de un estado a otro (líquido, sólido o gaseoso). Preservar el ciclo de vida del agua es preservar la naturaleza. En muchas regiones, el ciclo natural ha sufrido muchos cambios.

Las principales acciones para conservar el agua son: proteger manantiales; reforestar las riberas de los ríos; evitar el desperdicio; usar conscientemente el agua y tratar las aguas residuales, entre otras.

La intensa deforestación hace que el agua precipitada en forma de lluvia se escurra más rápidamente, reduciendo la infiltración en el suelo y el sostenimiento de los cursos de agua. Esto acaba provocando su desaparición en la estación seca.

La impermeabilización de los suelos de las ciudades, intensificada por el uso de asfalto, cemento y pavimento, reduce la infiltración de agua, además de no abastecer los cursos subterráneos. Muchas ciudades necesitan esta agua, extraída mediante la perforación de pozos para satisfacer sus necesidades.

La preservación de los ríos es muy importante, ya que preserva gran parte de la vida. Muchas ciudades se forman cerca de los ríos. Las aguas de los ríos sirven para el abastecimiento, la alimentación, el uso doméstico, el riego, la producción industrial, la fuente de energía y los medios de transporte.

Hay algunas formas de solucionar este problema, incluyendo la construcción de presas, lagos, presas, canales o desvío de cursos de ríos, beneficiando las zonas secas.

Cuanta más gente, más consumo de agua. Así que en pocos años, el aumento de la población traerá consigo una grave crisis hídrica. Recordemos que si el agua es un bien esencial, la falta de ella tendrá impactos sociales, económicos y ambientales. Ejemplos son la perdida de sustentabilidad de las ciudades, la baja producción agrícola e industrial, la falta de empleo, entre muchos otros.

Es necesario concienciar a la gente que a pesar de la cantidad de agua que hay en el planeta, no toda se puede consumir. Por lo tanto, el agua debe ser vista como un bien que necesita ser preservado y su uso debe ser racional.