/ domingo 16 de agosto de 2020

El filtro de la duda metódica

El siglo XVII fue fundamental para el desarrollo de la humanidad. En este periodo conocido como la Ilustración se sentaron los bases filosóficas que permitieron el posterior avance de la ciencia moderna. Uno de sus principales protagonistas fue René Descartes,filósofo francés quien en su libro El Discurso del Método plantea el problema de cómo encontrar verdades seguras, tangibles y fácticas de las cuales no sea posible dudar en absoluto, verdades evidentes que permitan fundamentar la edificación del conocimiento con absoluta garantía. Para resolverlo plantea la duda metódica la cual consiste en descartar cualquier supuesto no seguro, del que se pueda dudar. Si existe duda, un supuesto podría ser verdadero o falso y esta ambigüedad impediría construir sobre él el conocimiento.

En las ciencias naturales, entre las que se encuentra la medicina, la fuente del conocimiento proviene de la aplicación del método científico el cual consiste en la observación sistemática, medición, experimentación, así como la formulación, análisis y modificación de hipótesis. Fue gracias al método científico que se desarrolló el concepto moderno de enfermedad con un agente causal y un proceso fisiológico constante, preciso y predecible que permite su prevención y tratamiento.

Gracias a la aplicación de este método se pudieron frenar padecimientos mortales como la fiebre puerperal que diezmaba a las madres durante el parto con medidas preventivas sencillas y asequibles como la higiene de manos e instrumental de parte de los médicos y parteras. También se sentaron las bases para identificar la fuente y modo de transmisión de padecimientos que llegaron a tener carácter epidémico como son la peste bubónica y la viruela. Estas dos enfermedades costaron la vida de más de 500 millones de personas asolando continentes completos por generaciones.

Estos logros, entre muchos otros, habían permitido inculcar en la sociedad el concepto científico de la enfermedad, incluyendo su prevención y tratamiento. Sin embargo en estos últimos años y gracias a las redes sociales este pilar de la salud publica comienza a tambalearse.

La disponibilidad masiva de datos sin ningún tipo de acreditación ha confundido a la opinión pública de forma que cualquier persona, sin necesidad de demostrar sus dichos, puede volverse líder de opinión distorsionando conceptos y poniendo en riesgo la salud y la vida de millones de personas. El caso más conocido de este fenómeno se trata del movimiento antivacunas. A partir de una publicación científica plagada de irregularidades e inconsistencias y que finalmente fue retirada por el mismo autor, un grupo de celebridades sin ninguna formación técnica o científica y sin valor ético comenzaron a esparcir el rumor de que las vacunas provocaban autismo.

A partir de entonces de han desarrollado cientos de estudios de comprueban de manera fehaciente la falsedad de esta aseveración sin embargo el imaginario popular, atizado por el miedo irracional, ha debilitado de manera sistemática la aplicación de campañas de vacunación con el resultado que no existe ni un solo caso comprobado de autismo provocado por la aplicación de vacunas pero sí rebrotes de enfermedades infecciosas antes controladas como la tosferina o el sarampión que comienzan a cobrar la vida de cientos de infantes.

A este complicado escenario se suma la actual pandemia de COVID-19. Ante la realidad de no contar todavía con medicamentos específicos que permitan su tratamiento efectivo personas poco éticas han difundido métodos y compuestos milagrosos que, además de ser grandes negocios, ponen en riesgo la salud y la vida de la personas por partida doble. Por un lado dan una falsa sensación de seguridad exponiéndolos de manera irresponsable al contagio y por el otro causan daño grave y permanente. Solamente enunciaré dos de estos productos, uno comercializado como sanitizante bajo la marca Nbyelax y el otro basado en el compuesto tóxico dióxido de cloro.

El aparato científico mundial se encuentra dedicado como nunca al desarrollo de medicamentos así como de vacunas y veremos avances fundamentales en los próximos meses. En lo que esto ocurre la única alternativa es la aplicación de medidas preventivas basadas en el uso de cubrebocas, la higiene de manos y superficies y la distancia social evitando espacios cerrados y sin ventilación natural. Y recuerden, la opinión de una persona aunque sea un celebridad no es conocimiento, es solo eso, su opinión, la cual debemos pasar por el filtro de la duda metódica.


Información adicional de éste y otros temas de interés visiten:

http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

https://www.facebook.com/BValderramaB/

El siglo XVII fue fundamental para el desarrollo de la humanidad. En este periodo conocido como la Ilustración se sentaron los bases filosóficas que permitieron el posterior avance de la ciencia moderna. Uno de sus principales protagonistas fue René Descartes,filósofo francés quien en su libro El Discurso del Método plantea el problema de cómo encontrar verdades seguras, tangibles y fácticas de las cuales no sea posible dudar en absoluto, verdades evidentes que permitan fundamentar la edificación del conocimiento con absoluta garantía. Para resolverlo plantea la duda metódica la cual consiste en descartar cualquier supuesto no seguro, del que se pueda dudar. Si existe duda, un supuesto podría ser verdadero o falso y esta ambigüedad impediría construir sobre él el conocimiento.

En las ciencias naturales, entre las que se encuentra la medicina, la fuente del conocimiento proviene de la aplicación del método científico el cual consiste en la observación sistemática, medición, experimentación, así como la formulación, análisis y modificación de hipótesis. Fue gracias al método científico que se desarrolló el concepto moderno de enfermedad con un agente causal y un proceso fisiológico constante, preciso y predecible que permite su prevención y tratamiento.

Gracias a la aplicación de este método se pudieron frenar padecimientos mortales como la fiebre puerperal que diezmaba a las madres durante el parto con medidas preventivas sencillas y asequibles como la higiene de manos e instrumental de parte de los médicos y parteras. También se sentaron las bases para identificar la fuente y modo de transmisión de padecimientos que llegaron a tener carácter epidémico como son la peste bubónica y la viruela. Estas dos enfermedades costaron la vida de más de 500 millones de personas asolando continentes completos por generaciones.

Estos logros, entre muchos otros, habían permitido inculcar en la sociedad el concepto científico de la enfermedad, incluyendo su prevención y tratamiento. Sin embargo en estos últimos años y gracias a las redes sociales este pilar de la salud publica comienza a tambalearse.

La disponibilidad masiva de datos sin ningún tipo de acreditación ha confundido a la opinión pública de forma que cualquier persona, sin necesidad de demostrar sus dichos, puede volverse líder de opinión distorsionando conceptos y poniendo en riesgo la salud y la vida de millones de personas. El caso más conocido de este fenómeno se trata del movimiento antivacunas. A partir de una publicación científica plagada de irregularidades e inconsistencias y que finalmente fue retirada por el mismo autor, un grupo de celebridades sin ninguna formación técnica o científica y sin valor ético comenzaron a esparcir el rumor de que las vacunas provocaban autismo.

A partir de entonces de han desarrollado cientos de estudios de comprueban de manera fehaciente la falsedad de esta aseveración sin embargo el imaginario popular, atizado por el miedo irracional, ha debilitado de manera sistemática la aplicación de campañas de vacunación con el resultado que no existe ni un solo caso comprobado de autismo provocado por la aplicación de vacunas pero sí rebrotes de enfermedades infecciosas antes controladas como la tosferina o el sarampión que comienzan a cobrar la vida de cientos de infantes.

A este complicado escenario se suma la actual pandemia de COVID-19. Ante la realidad de no contar todavía con medicamentos específicos que permitan su tratamiento efectivo personas poco éticas han difundido métodos y compuestos milagrosos que, además de ser grandes negocios, ponen en riesgo la salud y la vida de la personas por partida doble. Por un lado dan una falsa sensación de seguridad exponiéndolos de manera irresponsable al contagio y por el otro causan daño grave y permanente. Solamente enunciaré dos de estos productos, uno comercializado como sanitizante bajo la marca Nbyelax y el otro basado en el compuesto tóxico dióxido de cloro.

El aparato científico mundial se encuentra dedicado como nunca al desarrollo de medicamentos así como de vacunas y veremos avances fundamentales en los próximos meses. En lo que esto ocurre la única alternativa es la aplicación de medidas preventivas basadas en el uso de cubrebocas, la higiene de manos y superficies y la distancia social evitando espacios cerrados y sin ventilación natural. Y recuerden, la opinión de una persona aunque sea un celebridad no es conocimiento, es solo eso, su opinión, la cual debemos pasar por el filtro de la duda metódica.


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