/ miércoles 9 de junio de 2021

El fraude electoral

Como Drácula, el Hades, los basiliscos, nereidas, esfinges, hadas, gremlins, minotauros, wendigos, grifos, faunos, banshees, íncubos, súcubos, El Dorado, la fuente de la juventud, los dientes de dragón, Excálibur, el Ahuizótl, y otras mil figuraciones, el fraude electoral en 2021 en Morelos no existe; pero eso no quita que sea una extraordinaria narrativa en la que muchos son susceptibles a creer.

Lovecraft pone, en una epígrafe para El Horror de Dunwich, que si bien todos sabemos que los horrores nocturnos no existen, nos aterran porque viven en nuestra mente de antiguo. La idea de fraude electoral ha sido puesto en la mente de los mexicanos del siglo XXI parte por la historia política del siglo anterior, y otra por una tradición de antidemócratas que salivan al hablar de elecciones compradas, de árbitros electorales inclinados hacia quienes obtienen más votos, y que urden argumentos inconexos en tramas conspiratorias que pueden tener éxito en cientos de inflamados seguidores que reproducen acríticamente los dichos de quienes resultaron derrotados en los comicios.

Mucho hizo la campaña de Andrés Manuel López Obrador por incendiar los ánimos de quienes no recibieron los votos que esperaban y muchos de sus seguidores. Mucho sirvieron también los explicables errores en el proceso (pandemia, falta de recursos y un grupo de poco preparados funcionarios de casilla -que tuvieron que improvisar al inicio de la jornada por la ausencia de los capacitados), para construir una peligrosa narrativa que ya ha generado actos vandálicos y violentos en contra del proceso y la institución electoral local. Electores de Atlatlahucan, Ocuituco, Cuautla, Temixco, Ayala, han creído la leyenda del fraude electoral pese a que las diferencias entre primero y segundos lugares en algunos son bastante amplias. A los candidatos les quedaría pelear en los tribunales, pero no acuden a ellos, probablemente porque no hay prueba alguna de que alguien en la jornada electoral del domingo pasado hubiera actuado con dolo. “Quieren ganar en la mesa lo que no ganaron en las urnas”, dice el lugar común postelectoral, y uno podría entenderlo en el caso de diferencias de decenas de votos. Las movilizaciones a los consejos municipales y distritales del órgano electoral son una evidencia de que poco se tiene para probar anomalías electorales, pero también una apuesta de muy alto riesgo para la ciudadanía.

Uno de los problemas es que salvo en el caso de la alcaldía de Jojutla, ninguno de los candidatos triunfadores logró más de la mitad de los votos en la elección. Si a ello sumamos la polarización previa a la jornada electoral, y las dudas sembradas por decenas de repetidores del discurso presidencial, el caldo de cultivo está para generar episodios efervescentes. En el caso de Cuautla, por ejemplo, si bien el candidato de Morena, Rodrigo Arredondo, casi duplicó los votos de sus más cercanos competidores, también es cierto que, en conjunto, los candidatos que alegan fraude electoral PRD, Movimiento Ciudadano, PAN-PHM, Nueva Alianza, Verde Ecologista, tuvieron juntos bastantes más votos que el candidato ganador. El problema será de legitimidad. Los cómputos finales tienen la última palabra.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Como Drácula, el Hades, los basiliscos, nereidas, esfinges, hadas, gremlins, minotauros, wendigos, grifos, faunos, banshees, íncubos, súcubos, El Dorado, la fuente de la juventud, los dientes de dragón, Excálibur, el Ahuizótl, y otras mil figuraciones, el fraude electoral en 2021 en Morelos no existe; pero eso no quita que sea una extraordinaria narrativa en la que muchos son susceptibles a creer.

Lovecraft pone, en una epígrafe para El Horror de Dunwich, que si bien todos sabemos que los horrores nocturnos no existen, nos aterran porque viven en nuestra mente de antiguo. La idea de fraude electoral ha sido puesto en la mente de los mexicanos del siglo XXI parte por la historia política del siglo anterior, y otra por una tradición de antidemócratas que salivan al hablar de elecciones compradas, de árbitros electorales inclinados hacia quienes obtienen más votos, y que urden argumentos inconexos en tramas conspiratorias que pueden tener éxito en cientos de inflamados seguidores que reproducen acríticamente los dichos de quienes resultaron derrotados en los comicios.

Mucho hizo la campaña de Andrés Manuel López Obrador por incendiar los ánimos de quienes no recibieron los votos que esperaban y muchos de sus seguidores. Mucho sirvieron también los explicables errores en el proceso (pandemia, falta de recursos y un grupo de poco preparados funcionarios de casilla -que tuvieron que improvisar al inicio de la jornada por la ausencia de los capacitados), para construir una peligrosa narrativa que ya ha generado actos vandálicos y violentos en contra del proceso y la institución electoral local. Electores de Atlatlahucan, Ocuituco, Cuautla, Temixco, Ayala, han creído la leyenda del fraude electoral pese a que las diferencias entre primero y segundos lugares en algunos son bastante amplias. A los candidatos les quedaría pelear en los tribunales, pero no acuden a ellos, probablemente porque no hay prueba alguna de que alguien en la jornada electoral del domingo pasado hubiera actuado con dolo. “Quieren ganar en la mesa lo que no ganaron en las urnas”, dice el lugar común postelectoral, y uno podría entenderlo en el caso de diferencias de decenas de votos. Las movilizaciones a los consejos municipales y distritales del órgano electoral son una evidencia de que poco se tiene para probar anomalías electorales, pero también una apuesta de muy alto riesgo para la ciudadanía.

Uno de los problemas es que salvo en el caso de la alcaldía de Jojutla, ninguno de los candidatos triunfadores logró más de la mitad de los votos en la elección. Si a ello sumamos la polarización previa a la jornada electoral, y las dudas sembradas por decenas de repetidores del discurso presidencial, el caldo de cultivo está para generar episodios efervescentes. En el caso de Cuautla, por ejemplo, si bien el candidato de Morena, Rodrigo Arredondo, casi duplicó los votos de sus más cercanos competidores, también es cierto que, en conjunto, los candidatos que alegan fraude electoral PRD, Movimiento Ciudadano, PAN-PHM, Nueva Alianza, Verde Ecologista, tuvieron juntos bastantes más votos que el candidato ganador. El problema será de legitimidad. Los cómputos finales tienen la última palabra.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx