/ domingo 23 de enero de 2022

El impacto Nissan

Y mientras la escena política se sigue contaminando con intercambios de acusaciones, la liquidación de más de 500 trabajadores de Nissan mexicana que concluirá idealmente en febrero próximo, y el miedo a la cuarta ola de la pandemia, parecen poner freno al rebote económico que se había empezado a gestar en los segundo y tercer trimestres del año y con ello presionan aún más el ambiente político del estado cuya mayor preocupación seguía siendo la imparable inseguridad.

El llamado del diputado Agustín Alonso, de la Comisión de Hacienda del Congreso local, a buscar en conjunto las condiciones para evitar la partida o cierre de las grandes empresas generadoras de empleo en Morelos parecería muy atractivo si en el Legislativo pudieran ponerse de acuerdo en algo a estas alturas. Lo cierto es que las preocupaciones de los diputados parecen dirigirse a otros derroteros mucho menos felices y más complicados que el restablecimiento de condiciones favorecedoras para las grandes inversiones en el estado; y que el Ejecutivo parece más preocupado por salvar su viabilidad política por medio de actos de propaganda que por la generación de resultados de beneficio para los morelenses.

¿De qué tamaño es el golpe a la economía que representa el despido de 562 trabajadores? Si durante el rebote económico que ha significado la reapertura de las empresas productivas en el segundo semestre del 21 se lograron generar 7 mil 851 empleos, los que se pierden en Nissan representan el 7% de esa cifra. Y si sumamos los que resultarán de los recortes anunciados en los ayuntamientos, en el Congreso, y en algunas otras empresas instaladas en Morelos y que incluyen al sector farmacéutico y al manufacturero; y los que derivarán irremediablemente de los cierres de negocios que no pudieron sobrevivir entre la pandemia y la inseguridad; la modestísima recuperación se diluye hasta volverse sumamente preocupante.

Porque la mayor parte de los empleos formales que se pierden año con año en el estado, representan fugas hacia la economía informal, que representa ya más del 65% de la fuerza laboral de Morelos. Y claro que de algo tiene que comer la gente, pero los señalamientos sobre vínculos evidentes entre gran parte de la economía informal y grupos delictivos dedicados a las más diversas y perversas actividades deberían encender las alarmas de los ayuntamientos y el gobierno estatal.

¿Podrán los trabajadores despedidos en Morelos ubicarse en plazas formales en una economía aparentemente incapaz de atraer inversiones productivas? Parece una apuesta riesgosa, mucho más cuando por las áreas de especialización de los trabajadores se vuelve difícil incluso el verlos como microempresarios (los 562 de Nissan, por ejemplo, tienen capacidades muy específicas que sólo funcionan en plantas productivas que representen una inversión significativa). Por parte del gobierno estatal, o los municipales, por cierto, tampoco se ha visto una solidaridad efectiva con los trabajadores despedidos. La declaración oficial del gobierno estatal de que el recorte en Nissan no tiene qué ver con las condiciones del estado (lo que sería creíble si no fuera por todos los demás factores), no cuenta como muestra de empatía.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Y mientras la escena política se sigue contaminando con intercambios de acusaciones, la liquidación de más de 500 trabajadores de Nissan mexicana que concluirá idealmente en febrero próximo, y el miedo a la cuarta ola de la pandemia, parecen poner freno al rebote económico que se había empezado a gestar en los segundo y tercer trimestres del año y con ello presionan aún más el ambiente político del estado cuya mayor preocupación seguía siendo la imparable inseguridad.

El llamado del diputado Agustín Alonso, de la Comisión de Hacienda del Congreso local, a buscar en conjunto las condiciones para evitar la partida o cierre de las grandes empresas generadoras de empleo en Morelos parecería muy atractivo si en el Legislativo pudieran ponerse de acuerdo en algo a estas alturas. Lo cierto es que las preocupaciones de los diputados parecen dirigirse a otros derroteros mucho menos felices y más complicados que el restablecimiento de condiciones favorecedoras para las grandes inversiones en el estado; y que el Ejecutivo parece más preocupado por salvar su viabilidad política por medio de actos de propaganda que por la generación de resultados de beneficio para los morelenses.

¿De qué tamaño es el golpe a la economía que representa el despido de 562 trabajadores? Si durante el rebote económico que ha significado la reapertura de las empresas productivas en el segundo semestre del 21 se lograron generar 7 mil 851 empleos, los que se pierden en Nissan representan el 7% de esa cifra. Y si sumamos los que resultarán de los recortes anunciados en los ayuntamientos, en el Congreso, y en algunas otras empresas instaladas en Morelos y que incluyen al sector farmacéutico y al manufacturero; y los que derivarán irremediablemente de los cierres de negocios que no pudieron sobrevivir entre la pandemia y la inseguridad; la modestísima recuperación se diluye hasta volverse sumamente preocupante.

Porque la mayor parte de los empleos formales que se pierden año con año en el estado, representan fugas hacia la economía informal, que representa ya más del 65% de la fuerza laboral de Morelos. Y claro que de algo tiene que comer la gente, pero los señalamientos sobre vínculos evidentes entre gran parte de la economía informal y grupos delictivos dedicados a las más diversas y perversas actividades deberían encender las alarmas de los ayuntamientos y el gobierno estatal.

¿Podrán los trabajadores despedidos en Morelos ubicarse en plazas formales en una economía aparentemente incapaz de atraer inversiones productivas? Parece una apuesta riesgosa, mucho más cuando por las áreas de especialización de los trabajadores se vuelve difícil incluso el verlos como microempresarios (los 562 de Nissan, por ejemplo, tienen capacidades muy específicas que sólo funcionan en plantas productivas que representen una inversión significativa). Por parte del gobierno estatal, o los municipales, por cierto, tampoco se ha visto una solidaridad efectiva con los trabajadores despedidos. La declaración oficial del gobierno estatal de que el recorte en Nissan no tiene qué ver con las condiciones del estado (lo que sería creíble si no fuera por todos los demás factores), no cuenta como muestra de empatía.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx