/ miércoles 2 de diciembre de 2020

El millón de cierres

Pocos elementos hay para ser optimistas incluso con los anuncios de que probablemente en diciembre llegue la vacuna contra el Covid-19 a México. El daño que la pandemia ha provocado a la vida cotidiana, a la convivencia social, a la economía y a la confianza de que algunos gobiernos e instituciones aún gozaban, ha sido profundo. Nada volverá a ser como antes.

De acuerdo con el reporte de INEGI sobre el impacto de la pandemia en las empresas, en todo el país han tenido que cerrar sus puertas más de un millón de empresas mientras que iniciaron actividades e iniciaron labores unas 619 mil, un dato que hay que no indica la recuperación económica sino la urgencia por sobrevivir de muchos mexicanos que han tenido que emprender en pequeño durante la pandemia, probablemente muchas de esas empresas vayan a subsistir, pero también hay muchos casos de negocios coyunturales que fueron diseñados para cubrir necesidades temporales originadas por la pandemia (la fabricación, distribución y venta de cubrebocas es uno de ellos). El silencio del gobierno en materia económica es resultado evidente de la lentitud con que ha respondido a la emergencia en el sector productivo. El cierre constante de empresas frente al aparente congelamiento de los gobiernos de la mayoría de los municipios, el estatal y el federal, son un contraste terrible que anticipa lo difícil que el año entrante será en materia económica y lo rebasados que desde ahora están las autoridades del área económica en prácticamente todo el país.

Las quejas frecuentes de los empresarios han ido en dos sentidos, primero una suerte de lamento social que deriva de la gente incapaz de atender las medidas sanitarias elementales, lo que ha extendido la duración de los cierres de negocios; el segundo, una bien dirigida crítica a la autoridad en general por la falta de una estrategia integral para enfrentar al virus y sus efectos sociales y económicos. En el otro, mucho más puntual, se hace énfasis a los mensajes contradictorios y las políticas diferenciadas para el combate a los contagios; a la lentitud y dificultad para acceder a los muy escasos apoyos que los gobiernos ofrecen al sector productivo para subsistir al cierre de actividades; a la nula coordinación entre autoridades de los diversos niveles de gobierno, y la condición que padecen los municipios, abandonados a su suerte para forzar la implementación de las medidas sanitarias, sin dinero, sin reformas jurídicas, sin respaldo más allá de algunos sectores sociales.

De la fecha en que la vacuna llegue al país al momento en que se concluya la distribución a la mayoría de la población, tendrán que transcurrir aún varios meses, según han programado los expertos. Probablemente pensando en ello hay quienes anticipan que la vuelta a sus capacidades totales será posterior a abril y, lo que es peor, ocurrirá en un mercado en profunda crisis, donde los consumidores aún padecerán los efectos del desempleo, la disminución de las ventas, y otros que han contraído un mercado que si bien experimentó un impulso en el Buen Fin, parece volver a contraerse en niveles de espanto.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Pocos elementos hay para ser optimistas incluso con los anuncios de que probablemente en diciembre llegue la vacuna contra el Covid-19 a México. El daño que la pandemia ha provocado a la vida cotidiana, a la convivencia social, a la economía y a la confianza de que algunos gobiernos e instituciones aún gozaban, ha sido profundo. Nada volverá a ser como antes.

De acuerdo con el reporte de INEGI sobre el impacto de la pandemia en las empresas, en todo el país han tenido que cerrar sus puertas más de un millón de empresas mientras que iniciaron actividades e iniciaron labores unas 619 mil, un dato que hay que no indica la recuperación económica sino la urgencia por sobrevivir de muchos mexicanos que han tenido que emprender en pequeño durante la pandemia, probablemente muchas de esas empresas vayan a subsistir, pero también hay muchos casos de negocios coyunturales que fueron diseñados para cubrir necesidades temporales originadas por la pandemia (la fabricación, distribución y venta de cubrebocas es uno de ellos). El silencio del gobierno en materia económica es resultado evidente de la lentitud con que ha respondido a la emergencia en el sector productivo. El cierre constante de empresas frente al aparente congelamiento de los gobiernos de la mayoría de los municipios, el estatal y el federal, son un contraste terrible que anticipa lo difícil que el año entrante será en materia económica y lo rebasados que desde ahora están las autoridades del área económica en prácticamente todo el país.

Las quejas frecuentes de los empresarios han ido en dos sentidos, primero una suerte de lamento social que deriva de la gente incapaz de atender las medidas sanitarias elementales, lo que ha extendido la duración de los cierres de negocios; el segundo, una bien dirigida crítica a la autoridad en general por la falta de una estrategia integral para enfrentar al virus y sus efectos sociales y económicos. En el otro, mucho más puntual, se hace énfasis a los mensajes contradictorios y las políticas diferenciadas para el combate a los contagios; a la lentitud y dificultad para acceder a los muy escasos apoyos que los gobiernos ofrecen al sector productivo para subsistir al cierre de actividades; a la nula coordinación entre autoridades de los diversos niveles de gobierno, y la condición que padecen los municipios, abandonados a su suerte para forzar la implementación de las medidas sanitarias, sin dinero, sin reformas jurídicas, sin respaldo más allá de algunos sectores sociales.

De la fecha en que la vacuna llegue al país al momento en que se concluya la distribución a la mayoría de la población, tendrán que transcurrir aún varios meses, según han programado los expertos. Probablemente pensando en ello hay quienes anticipan que la vuelta a sus capacidades totales será posterior a abril y, lo que es peor, ocurrirá en un mercado en profunda crisis, donde los consumidores aún padecerán los efectos del desempleo, la disminución de las ventas, y otros que han contraído un mercado que si bien experimentó un impulso en el Buen Fin, parece volver a contraerse en niveles de espanto.

@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx