/ jueves 11 de julio de 2019

El PES de Cuauh...

Hugo Eric Flores Cervantes, ex dirigente nacional del extinto (y resucitado con registro local) Partido Encuentro Social, tiene razón cuando hila que fue él quien pactó la alianza entre el PES y López Obrador, y rescató a Cuauhtémoc Blanco de la orfandad política y lo convirtió en el candidato a la gubernatura que con Morena y el PT ganó la gubernatura (aunque probablemente lo habría logrado aún sin esos partidos). Incluso podría decirse que los diputados de Encuentro Social fueron nominados prácticamente por él, pues si bien hubo la sugerencia de Cuauhtémoc Blanco y su equipo en por lo menos un caso, el resto fueron palomeados por el actual delegado de los programas federales en Morelos.

Pero el pleito por el Partido Encuentro Social tiene poco que ver con agradecimientos y mucho, en cambio, con las ambiciones políticas, y económicas de quienes flotan alrededor del mismo y que han sido marginados del círculo de apoyo a Cuauhtémoc Blanco. Porque el PES representa el 5.29% de la votación total emitida, pero en lo económico vale poco menos de 400 mil pesos anuales que, si bien para políticos encumbrados pueden significar poco, para aquellos que son como el burro que tocó la flauta constituye un jugoso negocio (mucho más si, como en otros partidos se ha denunciado, los dirigentes pueden vender las postulaciones).

Para Cuauhtémoc Blanco, Hugo Eric Flores, y el resto de los militantes del PES en el gobierno, que incluyen a José Manuel Sanz, el hombre de todas las confianzas del gobernador, el mantener el control del partido es importante porque ello los coloca como factor de decisión en la elección intermedia en que se sorteará el futuro del gobierno de Cuauhtémoc Blanco y el de muchos de sus colaboradores. Sería a través del PES que Fidel Giménez pudiera ser candidato a la alcaldía de Cuernavaca, que Samuel Sotelo Salgado o Jesús Guízar entraran al Congreso local, de la manera más simple. Los triunfos de sus colaboradores en posiciones clave ayudarían al gobernador a cerrar bien el sexenio que ha tenido un inicio muy trabado justo por la falta de aliados hábiles en sitios clave.

Pero el control del partido tendrá un costo, según han mostrado diputados y “militantes de base” del PES cuyas quejas justificadas o no, tendrían que ser acompañadas de pruebas y denuncias ante la autoridad electoral jurisdiccional en cada caso. Maricela Jiménez, y el resto de militantes inconformes con el manejo del partido parecen dispuestos a dar una pelea que sería innecesaria si en el PES hubiera un pacto previo para la asignación de espacios, una regla más allá de las leyes de la selva que eran costumbre en los partidos emergentes pero se extendieron al resto de las ahora agencias de colocación electoral. El cálculo de Maricela y el resto de los disidentes es bastante exacto, carecen de la fuerza suficiente al interior del PES para mantener sus posiciones porque si bien en el 2015 lograron el 4.44% de la votación efectiva, en 2018 crecieron a sólo 5.29%, mientras que la combinación Cuauhtémoc-PES logró el 10.74% de la votación para gobernador; es decir, incluso en los acuerdos para formar la coalición con el PT y Morena se reconocía que Blanco representaba electoralmente el doble de votos del partido que lo postuló. Por sí mismo, Cuauhtémoc tendría el control del PES en cualquier asamblea abierta. Por eso se logrará imponer, a no ser que el gobernador y su círculo decidan otra cosa, a Jorge Argüelles como dirigente y Cuauhtémoc podrá disponer de las candidaturas del partido a todas las posiciones. Pero postular candidatos no es garantía de que ganen, así que el mandatario y su círculo tendrán que tomar decisiones y evitar, en lo posible, generar más desaguisados como el que hoy protagonizan algunos militantes.

Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Hugo Eric Flores Cervantes, ex dirigente nacional del extinto (y resucitado con registro local) Partido Encuentro Social, tiene razón cuando hila que fue él quien pactó la alianza entre el PES y López Obrador, y rescató a Cuauhtémoc Blanco de la orfandad política y lo convirtió en el candidato a la gubernatura que con Morena y el PT ganó la gubernatura (aunque probablemente lo habría logrado aún sin esos partidos). Incluso podría decirse que los diputados de Encuentro Social fueron nominados prácticamente por él, pues si bien hubo la sugerencia de Cuauhtémoc Blanco y su equipo en por lo menos un caso, el resto fueron palomeados por el actual delegado de los programas federales en Morelos.

Pero el pleito por el Partido Encuentro Social tiene poco que ver con agradecimientos y mucho, en cambio, con las ambiciones políticas, y económicas de quienes flotan alrededor del mismo y que han sido marginados del círculo de apoyo a Cuauhtémoc Blanco. Porque el PES representa el 5.29% de la votación total emitida, pero en lo económico vale poco menos de 400 mil pesos anuales que, si bien para políticos encumbrados pueden significar poco, para aquellos que son como el burro que tocó la flauta constituye un jugoso negocio (mucho más si, como en otros partidos se ha denunciado, los dirigentes pueden vender las postulaciones).

Para Cuauhtémoc Blanco, Hugo Eric Flores, y el resto de los militantes del PES en el gobierno, que incluyen a José Manuel Sanz, el hombre de todas las confianzas del gobernador, el mantener el control del partido es importante porque ello los coloca como factor de decisión en la elección intermedia en que se sorteará el futuro del gobierno de Cuauhtémoc Blanco y el de muchos de sus colaboradores. Sería a través del PES que Fidel Giménez pudiera ser candidato a la alcaldía de Cuernavaca, que Samuel Sotelo Salgado o Jesús Guízar entraran al Congreso local, de la manera más simple. Los triunfos de sus colaboradores en posiciones clave ayudarían al gobernador a cerrar bien el sexenio que ha tenido un inicio muy trabado justo por la falta de aliados hábiles en sitios clave.

Pero el control del partido tendrá un costo, según han mostrado diputados y “militantes de base” del PES cuyas quejas justificadas o no, tendrían que ser acompañadas de pruebas y denuncias ante la autoridad electoral jurisdiccional en cada caso. Maricela Jiménez, y el resto de militantes inconformes con el manejo del partido parecen dispuestos a dar una pelea que sería innecesaria si en el PES hubiera un pacto previo para la asignación de espacios, una regla más allá de las leyes de la selva que eran costumbre en los partidos emergentes pero se extendieron al resto de las ahora agencias de colocación electoral. El cálculo de Maricela y el resto de los disidentes es bastante exacto, carecen de la fuerza suficiente al interior del PES para mantener sus posiciones porque si bien en el 2015 lograron el 4.44% de la votación efectiva, en 2018 crecieron a sólo 5.29%, mientras que la combinación Cuauhtémoc-PES logró el 10.74% de la votación para gobernador; es decir, incluso en los acuerdos para formar la coalición con el PT y Morena se reconocía que Blanco representaba electoralmente el doble de votos del partido que lo postuló. Por sí mismo, Cuauhtémoc tendría el control del PES en cualquier asamblea abierta. Por eso se logrará imponer, a no ser que el gobernador y su círculo decidan otra cosa, a Jorge Argüelles como dirigente y Cuauhtémoc podrá disponer de las candidaturas del partido a todas las posiciones. Pero postular candidatos no es garantía de que ganen, así que el mandatario y su círculo tendrán que tomar decisiones y evitar, en lo posible, generar más desaguisados como el que hoy protagonizan algunos militantes.

Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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