/ martes 13 de octubre de 2020

El plantón light de FRENAAA

El miniplantón del Frente Nacional Anti-López Obrador (FRENAAA) en el Zócalo de la Ciudad de México es la manifestación política de un grupúsculo, a pesar de lo cual ha obtenido gran publicidad, sin proporción alguna con la cuantía de sus miembros y la calidad de los planteamientos que enarbolan.

Sin otra idea motriz que solicitar la renuncia del Presidente de la República –para lo cual no proponen ningún procedimiento—las huestes de Gilberto Lozano son una mezcla abigarrada de grupos religiosos, clasemedieros y algunos ciudadanos que iban pasando cerca del lugar, y se quedaron por el ofrecimiento de dinero, o por la casa de campaña en sí misma como espacio donde pasar algunas horas. Y desde luego, por la comida y el estipendio.

Sin embargo, el grupo se ha situado en el centro del interés nacional como ejemplo insólito de que se puede tener éxito en este país –por lo menos en el nivel de la publicidad—a pesar de que tanto el líder como sus seguidores exhiben su extrema orfandad ideológica y política, tanto como su falta de coherencia y lógica en sus desorbitadas demandas.

La ideología de FRENAAA. Dentro del plantón las huestes de Lozano han construido un espacio religioso. Insisten en plantear esos temas como asuntos públicos. Se sienten orgullosos de su fé religiosa, y elevan sus plegarias varias veces al día al creador para que les ayude a apresurar la salida de AMLO del poder.

Las acusaciones principales son: AMLO nos está llevando al comunismo y está destruyendo a las familias mexicanas, por permitir los matrimonios entre personas del mismo género y por no penalizar el odioso pecado del aborto. Además, es un dictador que está destruyendo al país.

En tales frases resuenan los ecos del fascismo criollo, del anticomunismo delirante. Acusan a AMLO de llevarnos al comunismo sin tener muy claros los fundamentos de esta teoría, y desde luego sin ofrecer datos que comprueben la tesis inicial. Según ellos, AMLO cumple los planes del Foro de Sao Paulo, pero no explican en qué consisten, quienes integran el Foro, etc. Su anticomunismo es más visceral que el de los obispos conservadores mexicanos, aunque aún no se han atrevido a acusar de persecución religiosa al actual gobierno.

Por cuanto al aborto, su actitud es solo un grito de impotencia ante el avance de la modernidad en la conciencia de las mujeres mexicanas, cuya lucha ha servido de base para promover que la legislación de varias entidades federales contemple el derecho a la interrupción del embarazo, bajo ciertas condiciones.

Los métodos de FRENAAA. En esencia, el movimiento comenzó a presentarse hace varios meses ante la opinión pública del país con diversos recorridos de algunos cientos de personas, a bordo de sus vehículos, en las principales ciudades mexicanas. Desde el primer momento recibieron el rechazo general de la población.

Más adelante, hace unos días se atrevieron a instalar un plantón. Las autoridades de la Ciudad de México les impidieron inicialmente llegar al Zócalo, por lo cual lo hicieron sobre Avenida Juárez. Su táctica fue muy curiosa: instalaron unas 300 casas de campaña, para afianzar su presencia física en el lugar, aunque solo ocupaban la mitad o menos.

Además, por la noche la mayoría se iba a dormir a lugares más cómodos. Hace unos días, las tiendas de Frenaaa volaron por los aires, ante la algarabía de la gente que los contemplaba en los alrededores, a consecuencia de un fuerte ventarrón en la capital del país.

Cuando los reporteros le preguntaron a Lozano sobre este punto, respondió airado: La gente no está en las casas de campaña porque necesitan salir a comer o a mear. Las condiciones de ese lugar no se pueden soportar las 24 horas. Tú no pondrías a tu madre dentro de esas casas a dormir. .

De seguro a Lozano nadie le informó de las marchas y plantones de maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que durante el gobierno de EPN venían a la capital del país principalmente desde Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán, y dormían donde se instalaban.

Las casas de campaña de la CNTE eran el espacio vital de su movilización. Sus campamentos estaban siempre llenos de gente, el ánimo siempre en alto. A nadie en sus cabales se le hubiera ocurrido ir a dormir al hotel, o comprar su comida en los restaurantes cercanos. Sus casas eran los dormitorios, salas, cocinas y comedores de cada manifestante, o un grupo de ellos, y el conjunto de casas de campaña era el símbolo de su resistencia. En el espacio del campamento se coordinaban y tomaban acuerdos. A nadie se le hubiera ocurrido argumentar sobre alguna incomodidad para abandonar el campamento.

La táctica de los manifestantes de FRENAAA argumenta lo contrario, y abandonan tranquilamente el campamento. Porque no están ahí para dar la batalla sino para ocupar un espacio del tamaño que no les corresponde. No aspiran a luchar, sino a simular que luchan. Quieren vencer a un gobierno surgido del auténtico movimiento de masas, usando tácticas de fingimiento que no logran engañar ni convencer a nadie.

Y sin embargo, ahí están. Por respeto a su derecho a la libre manifestación, no se les toca. Más bien, el gobierno obradorista los protege. Incluso interpone vallas metálicas

y líneas de policías para impedir que sean agredidos por ciudadanos irritados a causa de su actitud, cansados de tanta simulación.

Hay un elemento que juega a su favor: si algún grupo los agrede o los desaloja, les dará argumentos para que se presenten como víctimas, y puedan aumentar así el caudal de sus simpatías. Por cada manifestante hay por lo menos un reportero de los medios privados de comunicación. Grupos obradoristas han comenzado a acercárseles para gritar consignas a favor de AMLO, y hostilizarlos. Pero sin ninguna agresión física.

Los grupos de Frenaaa establecieron un plantón definitivo (así lo dicen, porque aspiran a la renuncia de AMLO) y su juego es a largo plazo. Pero han abusado del espacio público que pertenece a todos los mexicanos. Han privatizado un espacio que por definición es el más simbólico del país, porque se encuentra en el corazón de la vida política de México.

El monopolio de Frenaaa sobre ese espacio no puede durar mucho. No serán desalojados ni serán agredidos, pero la dinámica política del país hace inevitable que –más temprano que tarde—otros grupos reclamen usar ese mismo espacio, sin abusar del mismo.

Ante una probable manifestación ProAMLO, el miniplantón será exhibido en su absurda pequeñez, y tendrá que buscar otros espacios, con menos pretensiones de dar golpes de estado y exigir renuncias que están lejos de significar el deseo mayoritario de la población mexicana.

Y tendrán que desalojar. Aunque sea de manera temporal. En pocos días podremos presenciar esos hechos. Lo importante es que, al final del juego, el estridente líder de Frenaaa ya no tendrá más conejos para sacar de la chistera, y optará por retirarse, ante el evidente y pronosticable fracaso de su intentona.

El miniplantón del Frente Nacional Anti-López Obrador (FRENAAA) en el Zócalo de la Ciudad de México es la manifestación política de un grupúsculo, a pesar de lo cual ha obtenido gran publicidad, sin proporción alguna con la cuantía de sus miembros y la calidad de los planteamientos que enarbolan.

Sin otra idea motriz que solicitar la renuncia del Presidente de la República –para lo cual no proponen ningún procedimiento—las huestes de Gilberto Lozano son una mezcla abigarrada de grupos religiosos, clasemedieros y algunos ciudadanos que iban pasando cerca del lugar, y se quedaron por el ofrecimiento de dinero, o por la casa de campaña en sí misma como espacio donde pasar algunas horas. Y desde luego, por la comida y el estipendio.

Sin embargo, el grupo se ha situado en el centro del interés nacional como ejemplo insólito de que se puede tener éxito en este país –por lo menos en el nivel de la publicidad—a pesar de que tanto el líder como sus seguidores exhiben su extrema orfandad ideológica y política, tanto como su falta de coherencia y lógica en sus desorbitadas demandas.

La ideología de FRENAAA. Dentro del plantón las huestes de Lozano han construido un espacio religioso. Insisten en plantear esos temas como asuntos públicos. Se sienten orgullosos de su fé religiosa, y elevan sus plegarias varias veces al día al creador para que les ayude a apresurar la salida de AMLO del poder.

Las acusaciones principales son: AMLO nos está llevando al comunismo y está destruyendo a las familias mexicanas, por permitir los matrimonios entre personas del mismo género y por no penalizar el odioso pecado del aborto. Además, es un dictador que está destruyendo al país.

En tales frases resuenan los ecos del fascismo criollo, del anticomunismo delirante. Acusan a AMLO de llevarnos al comunismo sin tener muy claros los fundamentos de esta teoría, y desde luego sin ofrecer datos que comprueben la tesis inicial. Según ellos, AMLO cumple los planes del Foro de Sao Paulo, pero no explican en qué consisten, quienes integran el Foro, etc. Su anticomunismo es más visceral que el de los obispos conservadores mexicanos, aunque aún no se han atrevido a acusar de persecución religiosa al actual gobierno.

Por cuanto al aborto, su actitud es solo un grito de impotencia ante el avance de la modernidad en la conciencia de las mujeres mexicanas, cuya lucha ha servido de base para promover que la legislación de varias entidades federales contemple el derecho a la interrupción del embarazo, bajo ciertas condiciones.

Los métodos de FRENAAA. En esencia, el movimiento comenzó a presentarse hace varios meses ante la opinión pública del país con diversos recorridos de algunos cientos de personas, a bordo de sus vehículos, en las principales ciudades mexicanas. Desde el primer momento recibieron el rechazo general de la población.

Más adelante, hace unos días se atrevieron a instalar un plantón. Las autoridades de la Ciudad de México les impidieron inicialmente llegar al Zócalo, por lo cual lo hicieron sobre Avenida Juárez. Su táctica fue muy curiosa: instalaron unas 300 casas de campaña, para afianzar su presencia física en el lugar, aunque solo ocupaban la mitad o menos.

Además, por la noche la mayoría se iba a dormir a lugares más cómodos. Hace unos días, las tiendas de Frenaaa volaron por los aires, ante la algarabía de la gente que los contemplaba en los alrededores, a consecuencia de un fuerte ventarrón en la capital del país.

Cuando los reporteros le preguntaron a Lozano sobre este punto, respondió airado: La gente no está en las casas de campaña porque necesitan salir a comer o a mear. Las condiciones de ese lugar no se pueden soportar las 24 horas. Tú no pondrías a tu madre dentro de esas casas a dormir. .

De seguro a Lozano nadie le informó de las marchas y plantones de maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que durante el gobierno de EPN venían a la capital del país principalmente desde Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán, y dormían donde se instalaban.

Las casas de campaña de la CNTE eran el espacio vital de su movilización. Sus campamentos estaban siempre llenos de gente, el ánimo siempre en alto. A nadie en sus cabales se le hubiera ocurrido ir a dormir al hotel, o comprar su comida en los restaurantes cercanos. Sus casas eran los dormitorios, salas, cocinas y comedores de cada manifestante, o un grupo de ellos, y el conjunto de casas de campaña era el símbolo de su resistencia. En el espacio del campamento se coordinaban y tomaban acuerdos. A nadie se le hubiera ocurrido argumentar sobre alguna incomodidad para abandonar el campamento.

La táctica de los manifestantes de FRENAAA argumenta lo contrario, y abandonan tranquilamente el campamento. Porque no están ahí para dar la batalla sino para ocupar un espacio del tamaño que no les corresponde. No aspiran a luchar, sino a simular que luchan. Quieren vencer a un gobierno surgido del auténtico movimiento de masas, usando tácticas de fingimiento que no logran engañar ni convencer a nadie.

Y sin embargo, ahí están. Por respeto a su derecho a la libre manifestación, no se les toca. Más bien, el gobierno obradorista los protege. Incluso interpone vallas metálicas

y líneas de policías para impedir que sean agredidos por ciudadanos irritados a causa de su actitud, cansados de tanta simulación.

Hay un elemento que juega a su favor: si algún grupo los agrede o los desaloja, les dará argumentos para que se presenten como víctimas, y puedan aumentar así el caudal de sus simpatías. Por cada manifestante hay por lo menos un reportero de los medios privados de comunicación. Grupos obradoristas han comenzado a acercárseles para gritar consignas a favor de AMLO, y hostilizarlos. Pero sin ninguna agresión física.

Los grupos de Frenaaa establecieron un plantón definitivo (así lo dicen, porque aspiran a la renuncia de AMLO) y su juego es a largo plazo. Pero han abusado del espacio público que pertenece a todos los mexicanos. Han privatizado un espacio que por definición es el más simbólico del país, porque se encuentra en el corazón de la vida política de México.

El monopolio de Frenaaa sobre ese espacio no puede durar mucho. No serán desalojados ni serán agredidos, pero la dinámica política del país hace inevitable que –más temprano que tarde—otros grupos reclamen usar ese mismo espacio, sin abusar del mismo.

Ante una probable manifestación ProAMLO, el miniplantón será exhibido en su absurda pequeñez, y tendrá que buscar otros espacios, con menos pretensiones de dar golpes de estado y exigir renuncias que están lejos de significar el deseo mayoritario de la población mexicana.

Y tendrán que desalojar. Aunque sea de manera temporal. En pocos días podremos presenciar esos hechos. Lo importante es que, al final del juego, el estridente líder de Frenaaa ya no tendrá más conejos para sacar de la chistera, y optará por retirarse, ante el evidente y pronosticable fracaso de su intentona.