/ lunes 5 de noviembre de 2018

El reto migrante

Las caravanas migrantes llegaron a la Ciudad de México, punto definitorio y de mayor visibilidad ante las autoridades.

Quizá la mayoría decida continuar su camino hacia los Estados Unidos, sin embargo las condiciones de salud no les favorecen, van cansados, con niños desnutridos, impulsados por su instinto de supervivencia, nada es peor que regresar a los lugares de donde huyen, citan.

Hace unos días me sorprendió la declaración de un jovencito para Foro TV, no era opción para el regresar a Honduras, su salario era de alrededor de 60 pesos mexicanos a la semana, aunado a caminar con miedo a los constantes robos (en el mejor de los casos) o hasta asesinatos cometidos día a día por los “maras”.

A México, el paso de las caravanas le dejará varios retos, para el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador no será sencillo encontrar la estrategia correcta, una que conjunte eficacia, eficiencia, valores y Estado de Derecho; ya planteó otorgar visas de trabajo, pero deberá agregar una campaña de información sobre los fenómenos migratorios y el combate a la discriminación.

Durante estos días, muchos mexicanos han sacado lo peor y lo mejor de sí; muchos chiapanecos, oaxaqueños, en medio de sus carencias salieron a apoyar a las mujeres, niños, familias migrantes. Otros, con juicios a priori, observan desde la barrera y critican, discriminan, incitan al odio por el sólo hecho de ser extranjeros.

Los medios de comunicación han jugado un papel fundamental, algunos lo adoptaron con responsabilidad; de manera objetiva detallaron recorridos de las cuatro caravanas; otros como el noticiario de televisión de grupo Imagen, conducido por Ciro Gómez Leyva, se han dedicado a llevar mensajes incendiarios, de odio, de esos que se supone están prohibidos. Pero ni la secretaría de gobernación ni el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) han tomado cartas en el asunto.

Nuestro país otra vez está polarizado, de acuerdo a una encuesta publicada por De las Heras Demotecnia, el 52% de los mexicanos están de acuerdo en permitir el acceso de la caravana, pues consideran vienen en búsqueda de mejores oportunidades de vida. Pero el 32% ve a los migrantes como una amenaza a la seguridad y al empleo.

El 21% en medio de la incongruencia, está a favor de la construcción de un muro en la frontera sur, justo la propuesta que tanto repudiamos a Donal Trump.

Hay analistas que apuntan se trata de una estrategia orquestada desde los Estados Unidos para que el Presidente justifique sus nuevas medidas migratorias y gane adeptos, situación que ha funcionado en los últimos días y hoy tendrá su prueba final en las elecciones intermedias.

Si para obtener el respaldo del electorado, hay que combatir a migrantes o visualizarlos como enemigos, entonces definitivamente el problema es mucho mayor al tema económico o de seguridad, porque las batallas que creíamos ganadas se tambalean; el fantasma de la discriminación racial, de género, preferencia sexual, cobran vital importancia en pleno siglo XXI, donde la segregación está vigente y va en aumento.

Las caravanas migrantes llegaron a la Ciudad de México, punto definitorio y de mayor visibilidad ante las autoridades.

Quizá la mayoría decida continuar su camino hacia los Estados Unidos, sin embargo las condiciones de salud no les favorecen, van cansados, con niños desnutridos, impulsados por su instinto de supervivencia, nada es peor que regresar a los lugares de donde huyen, citan.

Hace unos días me sorprendió la declaración de un jovencito para Foro TV, no era opción para el regresar a Honduras, su salario era de alrededor de 60 pesos mexicanos a la semana, aunado a caminar con miedo a los constantes robos (en el mejor de los casos) o hasta asesinatos cometidos día a día por los “maras”.

A México, el paso de las caravanas le dejará varios retos, para el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador no será sencillo encontrar la estrategia correcta, una que conjunte eficacia, eficiencia, valores y Estado de Derecho; ya planteó otorgar visas de trabajo, pero deberá agregar una campaña de información sobre los fenómenos migratorios y el combate a la discriminación.

Durante estos días, muchos mexicanos han sacado lo peor y lo mejor de sí; muchos chiapanecos, oaxaqueños, en medio de sus carencias salieron a apoyar a las mujeres, niños, familias migrantes. Otros, con juicios a priori, observan desde la barrera y critican, discriminan, incitan al odio por el sólo hecho de ser extranjeros.

Los medios de comunicación han jugado un papel fundamental, algunos lo adoptaron con responsabilidad; de manera objetiva detallaron recorridos de las cuatro caravanas; otros como el noticiario de televisión de grupo Imagen, conducido por Ciro Gómez Leyva, se han dedicado a llevar mensajes incendiarios, de odio, de esos que se supone están prohibidos. Pero ni la secretaría de gobernación ni el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) han tomado cartas en el asunto.

Nuestro país otra vez está polarizado, de acuerdo a una encuesta publicada por De las Heras Demotecnia, el 52% de los mexicanos están de acuerdo en permitir el acceso de la caravana, pues consideran vienen en búsqueda de mejores oportunidades de vida. Pero el 32% ve a los migrantes como una amenaza a la seguridad y al empleo.

El 21% en medio de la incongruencia, está a favor de la construcción de un muro en la frontera sur, justo la propuesta que tanto repudiamos a Donal Trump.

Hay analistas que apuntan se trata de una estrategia orquestada desde los Estados Unidos para que el Presidente justifique sus nuevas medidas migratorias y gane adeptos, situación que ha funcionado en los últimos días y hoy tendrá su prueba final en las elecciones intermedias.

Si para obtener el respaldo del electorado, hay que combatir a migrantes o visualizarlos como enemigos, entonces definitivamente el problema es mucho mayor al tema económico o de seguridad, porque las batallas que creíamos ganadas se tambalean; el fantasma de la discriminación racial, de género, preferencia sexual, cobran vital importancia en pleno siglo XXI, donde la segregación está vigente y va en aumento.

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