/ jueves 26 de noviembre de 2020

Elecciones durante la pandemia: los casos de Bolivia y Chile

Entre 2018 y 2020, la región de América Latina y el Caribe ha registrado un importante número de disturbios, conflictos sociales, protestas, malestar popular y exigencias ciudadanas por distintos motivos: respeto a los derechos humanos, defensa del voto y la democracia, exigencia de tarifas justas de los servicios públicos, reclamos por reformas al sistema de pensiones y recortes presupuestales, así como por la impunidad, la violencia contra las mujeres, feminicidios y la inseguridad generalizada.

Los gobiernos han usado la represión militar y policiaca como primera respuesta, aunque después le sigan las renuncias de funcionarios, las mesas de diálogo, la suspensión de decisiones administrativas e incluso, la realización de elecciones y cambios constitucionales.

Bolivia y Chile son ejemplo de lo anterior, cuyos procesos electorales se realizaron a pesar de la pandemia, con el propósito de dar una salida institucional a sus recientes conflictos políticos y sociales. Recordemos que, en Bolivia, las elecciones del pasado 18 de octubre tienen su origen en un golpe de Estado y que, a pesar de los diversos actos de violencia documentados por la ONU posteriores a este hecho, el proceso electoral se desarrolló en un ambiente de paz y utilizado las urnas como vía democrática para realizar el cambio de poder.

En estas elecciones, donde participaron casi 6.5 millones de bolivianos, Luis Arce, el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), ganó los comicios con el 55 por ciento de los votos (consiguiendo más que los logrados en 2019 por Evo Morales). Lo que esto demuestra es que los simpatizantes del MAS salieron a defender un proyecto político nacional.

Respecto al caso de Chile, en el plebiscito del pasado 25 de octubre de 2020 salieron a votar poco más de 7 millones y medio de personas por el cambio de la Constitución, donde el 78 por ciento votó por el “Apruebo”; un año después de las multitudinarias movilizaciones, protestas y manifestaciones de descontento social que se realizaron en contra del gobierno.

Sin duda, la pandemia impactó la forma tradicional de hacer campaña, basada en el contacto directo con la gente, debido a las medidas de distanciamiento social que la autoridad sanitaria, los partidos y las mismas personas tuvieron que observar para evitar la propagación del virus por Covid-19. Sin embargo, eso no impidió que millones de personas salieran a votar.

Lo anterior nos hace pensar que, cuando están en curso procesos de cambio institucional tan profundos como en Bolivia y Chile no hay nada que pueda detenerlos; ni siquiera fenómenos tan complejos como la actual pandemia.

Otro aspecto que debemos destacar es que, a pesar del origen de los conflictos en Bolivia o Chile, fue a través de las urnas como los ciudadanos transformaron su inconformidad previa dándole una salida democrática a través de las decisiones expresadas con todos y cada uno de sus votos.

La pandemia podrá posponer y adaptar los sistemas electorales de los países, sin duda ha sido un reto adicional en la organización de elecciones. Pero, como en el caso de Bolivia y Chile, siempre será la gente la única responsable de construir con su participación el tipo de gobierno que necesita para resolver sus preocupaciones, necesidades, intereses y aspiraciones futuras.


Facebook/Twitter: @CzarArenas


Entre 2018 y 2020, la región de América Latina y el Caribe ha registrado un importante número de disturbios, conflictos sociales, protestas, malestar popular y exigencias ciudadanas por distintos motivos: respeto a los derechos humanos, defensa del voto y la democracia, exigencia de tarifas justas de los servicios públicos, reclamos por reformas al sistema de pensiones y recortes presupuestales, así como por la impunidad, la violencia contra las mujeres, feminicidios y la inseguridad generalizada.

Los gobiernos han usado la represión militar y policiaca como primera respuesta, aunque después le sigan las renuncias de funcionarios, las mesas de diálogo, la suspensión de decisiones administrativas e incluso, la realización de elecciones y cambios constitucionales.

Bolivia y Chile son ejemplo de lo anterior, cuyos procesos electorales se realizaron a pesar de la pandemia, con el propósito de dar una salida institucional a sus recientes conflictos políticos y sociales. Recordemos que, en Bolivia, las elecciones del pasado 18 de octubre tienen su origen en un golpe de Estado y que, a pesar de los diversos actos de violencia documentados por la ONU posteriores a este hecho, el proceso electoral se desarrolló en un ambiente de paz y utilizado las urnas como vía democrática para realizar el cambio de poder.

En estas elecciones, donde participaron casi 6.5 millones de bolivianos, Luis Arce, el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), ganó los comicios con el 55 por ciento de los votos (consiguiendo más que los logrados en 2019 por Evo Morales). Lo que esto demuestra es que los simpatizantes del MAS salieron a defender un proyecto político nacional.

Respecto al caso de Chile, en el plebiscito del pasado 25 de octubre de 2020 salieron a votar poco más de 7 millones y medio de personas por el cambio de la Constitución, donde el 78 por ciento votó por el “Apruebo”; un año después de las multitudinarias movilizaciones, protestas y manifestaciones de descontento social que se realizaron en contra del gobierno.

Sin duda, la pandemia impactó la forma tradicional de hacer campaña, basada en el contacto directo con la gente, debido a las medidas de distanciamiento social que la autoridad sanitaria, los partidos y las mismas personas tuvieron que observar para evitar la propagación del virus por Covid-19. Sin embargo, eso no impidió que millones de personas salieran a votar.

Lo anterior nos hace pensar que, cuando están en curso procesos de cambio institucional tan profundos como en Bolivia y Chile no hay nada que pueda detenerlos; ni siquiera fenómenos tan complejos como la actual pandemia.

Otro aspecto que debemos destacar es que, a pesar del origen de los conflictos en Bolivia o Chile, fue a través de las urnas como los ciudadanos transformaron su inconformidad previa dándole una salida democrática a través de las decisiones expresadas con todos y cada uno de sus votos.

La pandemia podrá posponer y adaptar los sistemas electorales de los países, sin duda ha sido un reto adicional en la organización de elecciones. Pero, como en el caso de Bolivia y Chile, siempre será la gente la única responsable de construir con su participación el tipo de gobierno que necesita para resolver sus preocupaciones, necesidades, intereses y aspiraciones futuras.


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