/ jueves 26 de marzo de 2020

En busca de certidumbre

Sabíamos que la pandemia llegaría a México que golpearía a Morelos y podíamos deducir que las afectaciones podrían ser de graves a muy graves para la salud pública y la economía. Vimos experiencias de otras naciones, el crecimiento rápido de los contagios, los cierres masivos, el grado de mortandad. Así que los gobiernos estaban en posibilidad de diseñar políticas públicas que ofrecieran alguna certidumbre sobre el manejo de las estrategias de contención en materia sanitaria y económica. La evidencia demuestra que ese trabajo de planeación no se hizo, no parece haber, en las áreas de economía y comunicación, un conjunto de prácticas que ofrezcan la suficiente certidumbre a la población, lo que podría generar, en breve, una inquietud mayor que se sumaría a la complejísima crisis política, económica y sanitaria por la que atraviesa el estado.

Cierto que hay cosas que la comunidad internacional no sabe sobre el virus pero también lo es que las certezas sobre el comportamiento epidemiológico, sobre el impacto social y el económico, no son teóricas sino empíricas; los científicos, esos seres a quienes los políticos desprecian, han estudiado el comportamiento del virus en diversas naciones (lo siguen haciendo), y tienen ya identificadas las cosas que funcionan y las que no en el combate del mismo; conocen el comportamiento social durante las epidemias (porque esta no es la primera a la que la humanidad se ha sobrepuesto); saben del impacto económico de las medidas de combate a las pandemia. La cantidad de estudios científicos sobre el comportamiento del Covid-19 y sobre su impacto en la economía y la sociedad es amplia y disponible para grandes públicos. Hay cosas en las que aún no hay certeza, pero en la mayor parte de las otras sí.

El discurso oficial tendría que reflejar esas certezas, “sabemos que habrá un daño económico y estamos implementando estas medidas para combatirlo”; “sabemos que la cuarentena puede generar estrés excesivo, por lo que diseñamos estas herramientas terapéuticas”; “sabemos que la población tiene miedo, pero el contagio es de tal forma y prevenirlo es sencillo si se hacen tales cosas y se dejan de hacer tales otras”.

Un discurso que tendría que ser extraordinariamente racional, se ha convertido en la nueva arena política, donde se juzga si el presidente, el gobernador, el alcalde, hacen o no bien su trabajo (spoiler: no lo hacen); y los contenidos que debieran transmitirse a la población para influir en el comportamiento y aplanar la curva del virus y la curva de la recesión, se pierden en los subtextos, en las interpretaciones, en la infamia de los libelos y las injurias, justas o no importa poco cuando el mensaje que debe llevarse es mucho más objetivo: cuídese, evite salir de casa, lávese las manos, refuerce su sistema inmunológico, relájese, trabaje, etcétera. Estas fallas explican, seguramente, porqué los gobiernos en México están siendo rebasados por la sociedad civil, por la academia, por el sector privado, durante esta crisis (y habría que decir a los políticos, por cierto, que esos rebases regularmente son irreversibles).


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Sabíamos que la pandemia llegaría a México que golpearía a Morelos y podíamos deducir que las afectaciones podrían ser de graves a muy graves para la salud pública y la economía. Vimos experiencias de otras naciones, el crecimiento rápido de los contagios, los cierres masivos, el grado de mortandad. Así que los gobiernos estaban en posibilidad de diseñar políticas públicas que ofrecieran alguna certidumbre sobre el manejo de las estrategias de contención en materia sanitaria y económica. La evidencia demuestra que ese trabajo de planeación no se hizo, no parece haber, en las áreas de economía y comunicación, un conjunto de prácticas que ofrezcan la suficiente certidumbre a la población, lo que podría generar, en breve, una inquietud mayor que se sumaría a la complejísima crisis política, económica y sanitaria por la que atraviesa el estado.

Cierto que hay cosas que la comunidad internacional no sabe sobre el virus pero también lo es que las certezas sobre el comportamiento epidemiológico, sobre el impacto social y el económico, no son teóricas sino empíricas; los científicos, esos seres a quienes los políticos desprecian, han estudiado el comportamiento del virus en diversas naciones (lo siguen haciendo), y tienen ya identificadas las cosas que funcionan y las que no en el combate del mismo; conocen el comportamiento social durante las epidemias (porque esta no es la primera a la que la humanidad se ha sobrepuesto); saben del impacto económico de las medidas de combate a las pandemia. La cantidad de estudios científicos sobre el comportamiento del Covid-19 y sobre su impacto en la economía y la sociedad es amplia y disponible para grandes públicos. Hay cosas en las que aún no hay certeza, pero en la mayor parte de las otras sí.

El discurso oficial tendría que reflejar esas certezas, “sabemos que habrá un daño económico y estamos implementando estas medidas para combatirlo”; “sabemos que la cuarentena puede generar estrés excesivo, por lo que diseñamos estas herramientas terapéuticas”; “sabemos que la población tiene miedo, pero el contagio es de tal forma y prevenirlo es sencillo si se hacen tales cosas y se dejan de hacer tales otras”.

Un discurso que tendría que ser extraordinariamente racional, se ha convertido en la nueva arena política, donde se juzga si el presidente, el gobernador, el alcalde, hacen o no bien su trabajo (spoiler: no lo hacen); y los contenidos que debieran transmitirse a la población para influir en el comportamiento y aplanar la curva del virus y la curva de la recesión, se pierden en los subtextos, en las interpretaciones, en la infamia de los libelos y las injurias, justas o no importa poco cuando el mensaje que debe llevarse es mucho más objetivo: cuídese, evite salir de casa, lávese las manos, refuerce su sistema inmunológico, relájese, trabaje, etcétera. Estas fallas explican, seguramente, porqué los gobiernos en México están siendo rebasados por la sociedad civil, por la academia, por el sector privado, durante esta crisis (y habría que decir a los políticos, por cierto, que esos rebases regularmente son irreversibles).


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx