/ miércoles 3 de febrero de 2021

En Morelos: ¿no se pudo o no se quiso ver?

La semana pasada comenté en este espacio que, uno de los principales factores de cambio que las sociedades democráticas han desarrollado es el sistema electoral de partidos, para que a través de las urnas los ciudadanos puedan expresar, de tiempo en tiempo, qué tipo de proyecto de gobierno les interesa impulsar y con ello, lograr avances sustantivos en sus niveles de bienestar, seguridad y progreso.

Como factor de cambio, las urnas no sólo implican la posibilidad de elegir a determinados personajes en los cargos de representación popular, sino la continuidad o no, de las instituciones, proyectos y valores creados a lo largo del tiempo en la historia de una sociedad. Pero fundamentalmente, permiten discutir las bases para el desarrollo futuro, es decir, adelantarse a los problemas previsibles de la gente y resolverlos desde ahora.

En Morelos, el sistema de partidos deja en claro varios aspectos de su disfuncionalidad.

Esto es así por el número de partidos, más de 20, que competirán electoralmente en las elecciones de este año. Lo que podría verse como pluralidad y riqueza ideológica o programática, también puede considerarse como una ausencia de interés por concertar, buscar coincidencias, valorar proyectos comunes y construirlos en conjunto.

Los partidos locales en Morelos se han vuelto una forma de recrear un culto a la personalidad, ya que muchos de sus candidatos están vinculados con personajes de la política del pasado reciente que se niegan a desaparecer.

Tener tantas expresiones partidarias también demuestra que en Morelos, los partidos locales no han podido ver la polarización que impera en el contexto nacional.

Si algo dijo el 2018 de forma clara y contundente es que la gente estaba cansada de las mismas formas, personas, prácticas y nulos resultados. Sin embargo, es posible que en Morelos tampoco estén viendo que muchos de los problemas que ahora tenemos se deben a la mala imagen de las personas, la falta de capacidades y, sobre todo, por la desvinculación con las demandas ciudadanas.

Conforma avance el proceso electoral, poco a poco se han ido acomodando las piezas en el tablero electoral, y lo que vemos en Morelos es que los partidos irán a competir separados o juntos, sólo donde los intereses y el culto a la personalidad los pudo acomodar. A unos les interesó el proyecto y la gente, a otros revertir el daño causado a su pueblo o ciudad, pero a muchos único que les interesaba el “querer ser” y estar “en la jugada”.

Ahora, el sistema de partidos buscará competir de la forma más justa y equilibrada e iniciará una vez más el juego electoral. No obstante, lo que no se pudo o no se quiso ver es que las urnas necesitaban del mayor consenso posible para materializar la esperanza de un proyecto a futuro que le de progreso, seguridad y bienestar a Morelos.

Con estas piezas y ese tablero, ya no será posible que las urnas puedan generar los cambios urgentes que necesitamos.

La semana pasada comenté en este espacio que, uno de los principales factores de cambio que las sociedades democráticas han desarrollado es el sistema electoral de partidos, para que a través de las urnas los ciudadanos puedan expresar, de tiempo en tiempo, qué tipo de proyecto de gobierno les interesa impulsar y con ello, lograr avances sustantivos en sus niveles de bienestar, seguridad y progreso.

Como factor de cambio, las urnas no sólo implican la posibilidad de elegir a determinados personajes en los cargos de representación popular, sino la continuidad o no, de las instituciones, proyectos y valores creados a lo largo del tiempo en la historia de una sociedad. Pero fundamentalmente, permiten discutir las bases para el desarrollo futuro, es decir, adelantarse a los problemas previsibles de la gente y resolverlos desde ahora.

En Morelos, el sistema de partidos deja en claro varios aspectos de su disfuncionalidad.

Esto es así por el número de partidos, más de 20, que competirán electoralmente en las elecciones de este año. Lo que podría verse como pluralidad y riqueza ideológica o programática, también puede considerarse como una ausencia de interés por concertar, buscar coincidencias, valorar proyectos comunes y construirlos en conjunto.

Los partidos locales en Morelos se han vuelto una forma de recrear un culto a la personalidad, ya que muchos de sus candidatos están vinculados con personajes de la política del pasado reciente que se niegan a desaparecer.

Tener tantas expresiones partidarias también demuestra que en Morelos, los partidos locales no han podido ver la polarización que impera en el contexto nacional.

Si algo dijo el 2018 de forma clara y contundente es que la gente estaba cansada de las mismas formas, personas, prácticas y nulos resultados. Sin embargo, es posible que en Morelos tampoco estén viendo que muchos de los problemas que ahora tenemos se deben a la mala imagen de las personas, la falta de capacidades y, sobre todo, por la desvinculación con las demandas ciudadanas.

Conforma avance el proceso electoral, poco a poco se han ido acomodando las piezas en el tablero electoral, y lo que vemos en Morelos es que los partidos irán a competir separados o juntos, sólo donde los intereses y el culto a la personalidad los pudo acomodar. A unos les interesó el proyecto y la gente, a otros revertir el daño causado a su pueblo o ciudad, pero a muchos único que les interesaba el “querer ser” y estar “en la jugada”.

Ahora, el sistema de partidos buscará competir de la forma más justa y equilibrada e iniciará una vez más el juego electoral. No obstante, lo que no se pudo o no se quiso ver es que las urnas necesitaban del mayor consenso posible para materializar la esperanza de un proyecto a futuro que le de progreso, seguridad y bienestar a Morelos.

Con estas piezas y ese tablero, ya no será posible que las urnas puedan generar los cambios urgentes que necesitamos.