/ martes 11 de junio de 2019

Entre la dignidad y la conveniencia

La incertidumbre se fue y el plazo llegó tras un fatídico compás de espera, las amenazas de nuestro vecino incómodo no se cumplieron; el augurio era una primera ola tocando tierra y Trump, ante un país más débil económicamente, no desaprovecharía la oportunidad de capitalizar en favor de su inminente intención de reelegirse, un primer arancel del 5% a los productos mexicanos.

Por su parte, la estrategia de respuesta implementada por el gobierno mexicano tuvo los frutos esperados (al menos por el momento.)

Diversos analistas opinaron que era apresurada la respuesta de López Obrador por enviar al Canciller Marcelo Ebrard, al frente de un grupo a Washington, esto después de ser víctimas por alusión de la incontinencia tuitera de la cual todos sabemos adolece el presidente Trump.

Luego vino una semana realmente agitada en el escenario político, con todos los actores tratando de entender la situación y/o aprovechar el río revuelto, así tuvimos al PAN, PRI y demás partidos demostrando que como aliados del gobierno ante situaciones prioritarias son inexistentes y como oposición mantienen la medianía que los bajó del poder, exigiendo ahora desde el rincón de la inoperancia, explicaciones de las condiciones del acuerdo logrado y acusando de sumisión al gobierno actual.

Han olvidado la recepción con alfombra roja al Trump candidato o el “comes y te vas”, hechos icónicos que servirán como referente en nuestra historia cuando se quiera hablar de vasallaje.

El presidente estadounidense requiere un campo de batalla electorera, necesita de un sparring que le procure aplausos de su base electoral, compuesta por personas cuyo temor surge al contemplar el rápido y constante crecimiento de nuestra etnia en el vecino país del norte.

Es así como resurge toda una “amenaza” en el sector “mexicanófobo” si se puede acuñar el término, pero todo era de esperarse, al iniciar el tiempo de la reelección los primeros golpeteos por parte de los demócratas, atraen la mirada de Trump a la frontera sur, donde la geografía nos ubicó y los temas migratorios aderezados de racismo y xenofobia toman un segundo aire.

Su muro, el muro que lo conecta ideológicamente con su electorado no necesita siquiera estar instalado físicamente, le sirvió y le servirá aunque sea virtual.

Hoy se habla de oscuros y secretos acuerdos que México tendría que cumplir si no quiere que el fantasma arancelario vuelva, situación negada por la SRE este lunes a través de su vocero y consumidor de cacahuates Roberto Velasco, aunque la verdad sea dicha, la amenaza ya no desaparecerá mientras representemos capital político para el mandatario norteamericano; vienen 90 días de tensión , el envío de 6 mil efectivos de una Guardia Nacional (aún en formación) al sureste mexicano y la captura de los dirigentes de “Pueblo sin Fronteras” presuntos implicados en el delito de tráfico de personas, representa una acción firme para contener el flujo migratorio e ilegal de Centroamérica.

Mas los objetivos no estarán completos si no se pone atención en cosas esenciales como el respeto a los derechos humanos de los migrantes así como el traslado de la solución a la raíz del problema, un plan de desarrollo socioeconómico para esa franja del continente parece ser la única salida real, pero la mira no es a corto plazo.

La carta de López Obrador a su homólogo del norte reflejaba respeto sin perder la dignidad y firmeza, aunque los antagonistas políticos opinaron que esa misiva sólo era para uso doméstico y ni siquiera sería tomada en cuenta por la Casa Blanca, olvidan las palabras de Reyes Heroles: En política, “la forma es fondo” y el mensaje no va únicamente para Estados Unidos, también es para los mexicanos, la respuesta fue retratada en la popularidad del Presidente en encuestadoras.

La compleja vecindad que siempre ha existido con los Estados Unidos parece tomar densidad, el mandatario no toma en cuenta un hecho: Sus amenazas van dirigidas a su primer socio comercial y por ende la afectan también sacude intereses estadounidenses, con sospechas de la injerencia de otros actores en la trama y esperando acuerdos de ambas delegaciones.

Nos encontramos en una aparente calma, de esas que preceden a la tormenta, el sol salió momentáneamente en Tijuana y hoy en día, no sabemos quién ganó y quién perdió la primera batalla, pero está claro quiénes se salvaron.

La incertidumbre se fue y el plazo llegó tras un fatídico compás de espera, las amenazas de nuestro vecino incómodo no se cumplieron; el augurio era una primera ola tocando tierra y Trump, ante un país más débil económicamente, no desaprovecharía la oportunidad de capitalizar en favor de su inminente intención de reelegirse, un primer arancel del 5% a los productos mexicanos.

Por su parte, la estrategia de respuesta implementada por el gobierno mexicano tuvo los frutos esperados (al menos por el momento.)

Diversos analistas opinaron que era apresurada la respuesta de López Obrador por enviar al Canciller Marcelo Ebrard, al frente de un grupo a Washington, esto después de ser víctimas por alusión de la incontinencia tuitera de la cual todos sabemos adolece el presidente Trump.

Luego vino una semana realmente agitada en el escenario político, con todos los actores tratando de entender la situación y/o aprovechar el río revuelto, así tuvimos al PAN, PRI y demás partidos demostrando que como aliados del gobierno ante situaciones prioritarias son inexistentes y como oposición mantienen la medianía que los bajó del poder, exigiendo ahora desde el rincón de la inoperancia, explicaciones de las condiciones del acuerdo logrado y acusando de sumisión al gobierno actual.

Han olvidado la recepción con alfombra roja al Trump candidato o el “comes y te vas”, hechos icónicos que servirán como referente en nuestra historia cuando se quiera hablar de vasallaje.

El presidente estadounidense requiere un campo de batalla electorera, necesita de un sparring que le procure aplausos de su base electoral, compuesta por personas cuyo temor surge al contemplar el rápido y constante crecimiento de nuestra etnia en el vecino país del norte.

Es así como resurge toda una “amenaza” en el sector “mexicanófobo” si se puede acuñar el término, pero todo era de esperarse, al iniciar el tiempo de la reelección los primeros golpeteos por parte de los demócratas, atraen la mirada de Trump a la frontera sur, donde la geografía nos ubicó y los temas migratorios aderezados de racismo y xenofobia toman un segundo aire.

Su muro, el muro que lo conecta ideológicamente con su electorado no necesita siquiera estar instalado físicamente, le sirvió y le servirá aunque sea virtual.

Hoy se habla de oscuros y secretos acuerdos que México tendría que cumplir si no quiere que el fantasma arancelario vuelva, situación negada por la SRE este lunes a través de su vocero y consumidor de cacahuates Roberto Velasco, aunque la verdad sea dicha, la amenaza ya no desaparecerá mientras representemos capital político para el mandatario norteamericano; vienen 90 días de tensión , el envío de 6 mil efectivos de una Guardia Nacional (aún en formación) al sureste mexicano y la captura de los dirigentes de “Pueblo sin Fronteras” presuntos implicados en el delito de tráfico de personas, representa una acción firme para contener el flujo migratorio e ilegal de Centroamérica.

Mas los objetivos no estarán completos si no se pone atención en cosas esenciales como el respeto a los derechos humanos de los migrantes así como el traslado de la solución a la raíz del problema, un plan de desarrollo socioeconómico para esa franja del continente parece ser la única salida real, pero la mira no es a corto plazo.

La carta de López Obrador a su homólogo del norte reflejaba respeto sin perder la dignidad y firmeza, aunque los antagonistas políticos opinaron que esa misiva sólo era para uso doméstico y ni siquiera sería tomada en cuenta por la Casa Blanca, olvidan las palabras de Reyes Heroles: En política, “la forma es fondo” y el mensaje no va únicamente para Estados Unidos, también es para los mexicanos, la respuesta fue retratada en la popularidad del Presidente en encuestadoras.

La compleja vecindad que siempre ha existido con los Estados Unidos parece tomar densidad, el mandatario no toma en cuenta un hecho: Sus amenazas van dirigidas a su primer socio comercial y por ende la afectan también sacude intereses estadounidenses, con sospechas de la injerencia de otros actores en la trama y esperando acuerdos de ambas delegaciones.

Nos encontramos en una aparente calma, de esas que preceden a la tormenta, el sol salió momentáneamente en Tijuana y hoy en día, no sabemos quién ganó y quién perdió la primera batalla, pero está claro quiénes se salvaron.

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