/ jueves 17 de mayo de 2018

Es la esperanza

Un día antes del inicio de las campañas presidenciales, Luis Rubio publicó en el diario Reforma un artículo que denominó “Miedo vs Enojo”, mismo que comentamos durante dos semanas en este espacio.


La dicotomía sobre la cual centró su análisis, fue el principal aspecto que cuestioné en aquel entonces, además de otros argumentos sesgados, porque ninguna elección política se decide a partir del miedo o el enojo únicamente.


Nuestra conclusión era que Luis Rubio cometía un enorme error, deliberado o no, al obviar el papel de un motivador más relevante: la esperanza.


Ahora volvemos nuevamente al tema, ya que el Reforma publicó una encuesta (18/IV/18), en la que se preguntó ¿Qué palabras definen su estado de ánimo en esta elección? La respuesta en un 40 por ciento fue esperanza.


A pesar de la campaña negra que alienta el miedo, esta emoción sólo representó el 25 por ciento; seguida del enojo con un 32 por ciento. Lo anterior nos permite confirmar lo dicho, nuestra critica a Luis Rubio tiene ahora un sustento estadístico.


Esto sugiere además que tampoco es cierto que las emociones sean el principal componente decisorio de los procesos electorales. Por supuesto que creemos que tienen un rol importante, pero con este tipo de estadísticas lo que se puede inferir es que la razón está detrás de la esperanza.


Maurice Godelier señalaba que “una nueva sociedad no puede surgir sin que, al mismo tiempo se reinvente la trama imaginaria y simbólica de las relaciones sociales”, pero que no se debían confundir las fuerzas que permiten explicar los cambios de sociedad, de las fuerzas que hacen cambiar la sociedad.


A un mes y medio de campaña, se publica la encuesta Mitofsky en la cual destacamos un 58 por ciento de la población considera que debe haber un cambio drástico en materia de economía y de seguridad. Y el único que hasta ahora representa ese cambio es AMLO.


Guardando las debidas proporciones entre la teoría de M. Godelier y la realidad, los resultados estadísticos nos ejemplifican lo que él nos explica sobre las distintas fuerzas: por un lado, la gente o quienes explican el cambio; y el candidato o quienes hacen el cambio.


A pesar de que el miedo ha sido utilizado como instrumento de campaña, vemos con ánimo que no haya permeado entre la ciudadanía. El enojo sigue siendo un factor importante, pero por naturaleza las emociones no son estáticas o inmutables; al final, existe un componente racional que suma a las emociones una decisión objetiva sobre cómo imaginamos nuestra sociedad.


Todos somos importantes y tenemos interés en mejorar nuestro entorno comunitario, valdría la pena comenzar a trabajar en un discurso reconciliador desde las raíces basado en las múltiples razones sociales que se encuentran inmersas en el porqué de una sociedad potscontemporanea cada vez más ajena a nuestras posibilidades y expectativas reales de incidencia, porque es evidente que en esta elección la respuesta está en la esperanza.




Un día antes del inicio de las campañas presidenciales, Luis Rubio publicó en el diario Reforma un artículo que denominó “Miedo vs Enojo”, mismo que comentamos durante dos semanas en este espacio.


La dicotomía sobre la cual centró su análisis, fue el principal aspecto que cuestioné en aquel entonces, además de otros argumentos sesgados, porque ninguna elección política se decide a partir del miedo o el enojo únicamente.


Nuestra conclusión era que Luis Rubio cometía un enorme error, deliberado o no, al obviar el papel de un motivador más relevante: la esperanza.


Ahora volvemos nuevamente al tema, ya que el Reforma publicó una encuesta (18/IV/18), en la que se preguntó ¿Qué palabras definen su estado de ánimo en esta elección? La respuesta en un 40 por ciento fue esperanza.


A pesar de la campaña negra que alienta el miedo, esta emoción sólo representó el 25 por ciento; seguida del enojo con un 32 por ciento. Lo anterior nos permite confirmar lo dicho, nuestra critica a Luis Rubio tiene ahora un sustento estadístico.


Esto sugiere además que tampoco es cierto que las emociones sean el principal componente decisorio de los procesos electorales. Por supuesto que creemos que tienen un rol importante, pero con este tipo de estadísticas lo que se puede inferir es que la razón está detrás de la esperanza.


Maurice Godelier señalaba que “una nueva sociedad no puede surgir sin que, al mismo tiempo se reinvente la trama imaginaria y simbólica de las relaciones sociales”, pero que no se debían confundir las fuerzas que permiten explicar los cambios de sociedad, de las fuerzas que hacen cambiar la sociedad.


A un mes y medio de campaña, se publica la encuesta Mitofsky en la cual destacamos un 58 por ciento de la población considera que debe haber un cambio drástico en materia de economía y de seguridad. Y el único que hasta ahora representa ese cambio es AMLO.


Guardando las debidas proporciones entre la teoría de M. Godelier y la realidad, los resultados estadísticos nos ejemplifican lo que él nos explica sobre las distintas fuerzas: por un lado, la gente o quienes explican el cambio; y el candidato o quienes hacen el cambio.


A pesar de que el miedo ha sido utilizado como instrumento de campaña, vemos con ánimo que no haya permeado entre la ciudadanía. El enojo sigue siendo un factor importante, pero por naturaleza las emociones no son estáticas o inmutables; al final, existe un componente racional que suma a las emociones una decisión objetiva sobre cómo imaginamos nuestra sociedad.


Todos somos importantes y tenemos interés en mejorar nuestro entorno comunitario, valdría la pena comenzar a trabajar en un discurso reconciliador desde las raíces basado en las múltiples razones sociales que se encuentran inmersas en el porqué de una sociedad potscontemporanea cada vez más ajena a nuestras posibilidades y expectativas reales de incidencia, porque es evidente que en esta elección la respuesta está en la esperanza.




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