/ sábado 18 de enero de 2020

¿Es la violencia familiar problema jurídico, social o ecléctico?

Sistematizando lo que ordenan las leyes familiares, civiles y penales, al respecto, 10 elementos son constantes en esa conducta: se puede realmente por actos, acciones o por omisiones; éstos deben ser intencionales con el propósito de dominar, humillar y controlar agrediendo físicamente, comprendiendo verbalmente, sometiendo psíquicamente o avasallando sexualmente o fuera de lugar, con el propósito de dañar.

Se incluyen como sujetos pasivos de esta conducta a quienes están en calidad de custodia, guarda, protección, educación, instrucción o cuidado, a condición de que el agresor, sujeto activo, y el ofendido, sujeto pasivo, vivan con lo hayan hecho la misma casa.

Es evidente que la violencia familiar forma parte de la familia mexicana y que, desgraciadamente ni las leyes de los tribunales tienen preciso su papel para prevenir esta calamidad. Por ello es condenable que sin reflexión alguna, la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, en su IV y V legislaturas, hayan suprimido desde 2010 ese flagelo como causal de divorcio, que otorgaba la vez medidas preventivas y soluciones para los miembros de la familia más vulnerables bajo estas circunstancias.

Los padres no pueden recurrir a la violencia para instruir a sus hijos. La ley lo objeta rotundamente, no es el método forma de educar a niños y niñas, sólo los convierten en víctimas de su propio padre, madre o de su familia, con el pretexto de la ignorancia para educar, agreden sin parámetro provocando daños irreversibles a quienes resienten las diversas conductas y distintas maneras de realizar la violencia familiar.

A pesar de la divulgación oficial, que insiste en mediatizar y en algunos casos en generar su existencia, la violencia familiar en la República Mexicana se observa, cada día cobra nuevas víctimas y la impunidad de quienes cometen estos delitos o estas faltas graves, calificadas así en el derecho familiar, siguen sin recibir el castigo que merecen; sobre todo no hay un diagnóstico a este problema social y familiar, mucho menos pronóstico, lo que nos lleva a la conclusión de que la familia y sus miembros están condenados a sufrir este maltrato para siempre.

En esencia, la violencia familiar consiste en atacar a la familia por uno o los cuatro ángulos, explicados anteriormente, que por lo general se ejercen contra las mujeres, los menores, los incapaces y los adultos mayores. Bajo estas circunstancias, la familia o el miembro afectado tienen el deber de exigir que se reparen los daños y perjuicios cometidos contra ellos y obligar a quien haya realizado esa conducta a responder, incluso si ésta se tipifica como delito de acuerdo con la legislación penal de la Ciudad de México.


Profesor de Carrera, con 52 años de Cátedra ininterrumpida en Derecho Civil y Derecho Familiar, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Sistematizando lo que ordenan las leyes familiares, civiles y penales, al respecto, 10 elementos son constantes en esa conducta: se puede realmente por actos, acciones o por omisiones; éstos deben ser intencionales con el propósito de dominar, humillar y controlar agrediendo físicamente, comprendiendo verbalmente, sometiendo psíquicamente o avasallando sexualmente o fuera de lugar, con el propósito de dañar.

Se incluyen como sujetos pasivos de esta conducta a quienes están en calidad de custodia, guarda, protección, educación, instrucción o cuidado, a condición de que el agresor, sujeto activo, y el ofendido, sujeto pasivo, vivan con lo hayan hecho la misma casa.

Es evidente que la violencia familiar forma parte de la familia mexicana y que, desgraciadamente ni las leyes de los tribunales tienen preciso su papel para prevenir esta calamidad. Por ello es condenable que sin reflexión alguna, la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, en su IV y V legislaturas, hayan suprimido desde 2010 ese flagelo como causal de divorcio, que otorgaba la vez medidas preventivas y soluciones para los miembros de la familia más vulnerables bajo estas circunstancias.

Los padres no pueden recurrir a la violencia para instruir a sus hijos. La ley lo objeta rotundamente, no es el método forma de educar a niños y niñas, sólo los convierten en víctimas de su propio padre, madre o de su familia, con el pretexto de la ignorancia para educar, agreden sin parámetro provocando daños irreversibles a quienes resienten las diversas conductas y distintas maneras de realizar la violencia familiar.

A pesar de la divulgación oficial, que insiste en mediatizar y en algunos casos en generar su existencia, la violencia familiar en la República Mexicana se observa, cada día cobra nuevas víctimas y la impunidad de quienes cometen estos delitos o estas faltas graves, calificadas así en el derecho familiar, siguen sin recibir el castigo que merecen; sobre todo no hay un diagnóstico a este problema social y familiar, mucho menos pronóstico, lo que nos lleva a la conclusión de que la familia y sus miembros están condenados a sufrir este maltrato para siempre.

En esencia, la violencia familiar consiste en atacar a la familia por uno o los cuatro ángulos, explicados anteriormente, que por lo general se ejercen contra las mujeres, los menores, los incapaces y los adultos mayores. Bajo estas circunstancias, la familia o el miembro afectado tienen el deber de exigir que se reparen los daños y perjuicios cometidos contra ellos y obligar a quien haya realizado esa conducta a responder, incluso si ésta se tipifica como delito de acuerdo con la legislación penal de la Ciudad de México.


Profesor de Carrera, con 52 años de Cátedra ininterrumpida en Derecho Civil y Derecho Familiar, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.