/ jueves 15 de octubre de 2020

Feminismo acomodaticio

Si bien es reprobable la violencia política de género, también lo es que la lucha contra el conjunto de conductas que la producen tenga criterios tan evidentes de selectividad como los que justo ahora se ven en Morelos. El diputado José Casas ha tenido expresiones insultantes constitutivas para muchos de violencia de género en por lo menos dos ocasiones; y sólo en la segunda ha encontrado un eco reprobatorio en prácticamente toda la esfera política.

Ya antes, el legislador había insultado a sus compañeras diputadas que conformaron un malogrado frente opositor al gobierno del estado; entonces, sus declaraciones habían tenido un tono mucho más sexista del contenido en sus dichos contra la actual secretaria de Hacienda. Sólo que entonces, sus declaraciones se alineaban con intereses de grupos en el gobierno estatal.

Era conveniente para muchos el denuesto a las diputadas, Tania Valentina Rodríguez y Blanca Nieves Sánchez. Si ellas se desgastaban, la resistencia que entonces encontraban los grupos en el gobierno del estado para conseguir sus fines podría minarse; entonces, los memes y otras formas de campaña negativa contra las diputadas derivados de los insultos proferidos por el diputado. Muchos de estos libelos electrónicos hoy censuran lo que Casas dijo contra la secretaria de Hacienda.

La infamia es acaso más grave en su primera edición sólo por el alcance y número de víctimas que tuvo y por lo evidente de la asignación de roles “de género” que han servido históricamente para limitar la participación de las mujeres en la vida pública. La censura a conductas como las exhibidas por José Casas no tendría que ser selectiva. El que voces que antes no se pronunciaron contra este tipo de declaraciones lo hagan ahora no constituye un atenuante a la gravedad de la conducta, en cambio exhibe cierta hipocresía de los nuevos censores que sí podría ser usada por quienes están interesados en demeritar la justa lucha de las mujeres por sus derechos políticos.

En Morelos, un estado con alerta de violencia de género y proclive al escándalo político, los hombres y mujeres públicos deberían ser mucho más cuidadosos en los ejemplos que exhiben en materia de convivencia entre sexos. Pretender matizar la lucha por la inclusión de las mujeres en política, a conveniencia de grupos políticos o de interés, resta gravedad a una serie de conductas que lesionan a la democracia al limitar el derecho de las políticas a participar sin discriminaciones en la vida pública, pero también el de la ciudadanía a contar con una oferta política abundante para elegir.

Si quienes hoy se suman a censurar la misoginia declarativa están dispuestos a hacerlo incluso cuando la víctima de esa misoginia sea adversaria política o de intereses y a reconocer que hay un grupo enorme de víctimas anteriores de diputados y otros políticos que no son visibilizados, sean bienvenidos. De otra forma, pueden hacer política partidista a otros lados y con otros temas, éste es mucho más grande que cualquier marketing electoral, y mucho más grave también. Si algo requiere la política morelense hoy es congruencia.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Si bien es reprobable la violencia política de género, también lo es que la lucha contra el conjunto de conductas que la producen tenga criterios tan evidentes de selectividad como los que justo ahora se ven en Morelos. El diputado José Casas ha tenido expresiones insultantes constitutivas para muchos de violencia de género en por lo menos dos ocasiones; y sólo en la segunda ha encontrado un eco reprobatorio en prácticamente toda la esfera política.

Ya antes, el legislador había insultado a sus compañeras diputadas que conformaron un malogrado frente opositor al gobierno del estado; entonces, sus declaraciones habían tenido un tono mucho más sexista del contenido en sus dichos contra la actual secretaria de Hacienda. Sólo que entonces, sus declaraciones se alineaban con intereses de grupos en el gobierno estatal.

Era conveniente para muchos el denuesto a las diputadas, Tania Valentina Rodríguez y Blanca Nieves Sánchez. Si ellas se desgastaban, la resistencia que entonces encontraban los grupos en el gobierno del estado para conseguir sus fines podría minarse; entonces, los memes y otras formas de campaña negativa contra las diputadas derivados de los insultos proferidos por el diputado. Muchos de estos libelos electrónicos hoy censuran lo que Casas dijo contra la secretaria de Hacienda.

La infamia es acaso más grave en su primera edición sólo por el alcance y número de víctimas que tuvo y por lo evidente de la asignación de roles “de género” que han servido históricamente para limitar la participación de las mujeres en la vida pública. La censura a conductas como las exhibidas por José Casas no tendría que ser selectiva. El que voces que antes no se pronunciaron contra este tipo de declaraciones lo hagan ahora no constituye un atenuante a la gravedad de la conducta, en cambio exhibe cierta hipocresía de los nuevos censores que sí podría ser usada por quienes están interesados en demeritar la justa lucha de las mujeres por sus derechos políticos.

En Morelos, un estado con alerta de violencia de género y proclive al escándalo político, los hombres y mujeres públicos deberían ser mucho más cuidadosos en los ejemplos que exhiben en materia de convivencia entre sexos. Pretender matizar la lucha por la inclusión de las mujeres en política, a conveniencia de grupos políticos o de interés, resta gravedad a una serie de conductas que lesionan a la democracia al limitar el derecho de las políticas a participar sin discriminaciones en la vida pública, pero también el de la ciudadanía a contar con una oferta política abundante para elegir.

Si quienes hoy se suman a censurar la misoginia declarativa están dispuestos a hacerlo incluso cuando la víctima de esa misoginia sea adversaria política o de intereses y a reconocer que hay un grupo enorme de víctimas anteriores de diputados y otros políticos que no son visibilizados, sean bienvenidos. De otra forma, pueden hacer política partidista a otros lados y con otros temas, éste es mucho más grande que cualquier marketing electoral, y mucho más grave también. Si algo requiere la política morelense hoy es congruencia.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx