/ jueves 21 de julio de 2022

Fuente de agua para abastecimiento: panorama de Morelos

Nuestra entidad se localiza en el Alto Balsas, en la cuenca del río Amacuzac y del río Nexpa; ambas corrientes descargan sus aguas al río Balsas.

El río Amacuzac corre en una dirección este-sureste hasta la confluencia con el río Cuautla, recibiendo en este tramo las aportaciones de los ríos Chalma-Tembembe, Apatlaco y Yautepec.

Después de la confluencia con el río Cuautla, el río cambia la dirección de su curso para dirigirse hacia el sur, recorriendo otros 104 km antes de confluir con el río Balsas.

En lo relativo al potencial pluvial, los registros históricos revelan una precipitación media anual en el Estado de 980 mm, con ello se estima un volumen precipitado de 4,842 hm3. De dicho volumen se pierden por evaporación alrededor del 62%, es decir, 2,992 hm3; de los 1,850 hm3 restantes se estima que 1,136 hm3 se infiltran (23%), quedando sólo 712 hm3 de escurrimiento superficial, lo que representa un 15% del volumen total de precipitación.

Del volumen infiltrado se estima que 406 hm3 servirán para la recarga de acuíferos, lo que representa un 8% del volumen total y 730 hm3 se podrán aprovechar a través de manantiales.

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Existen actualmente presas de almacenamiento importantes en la entidad que son utilizadas en su totalidad para riego y en conjunto suman un total de 59.92 hm3, estas presas durante el estiaje se vacían casi completamente, quedándoles un volumen entre el 20 y 10% de su capacidad total. Algunos otros cuerpos importantes de agua son el lago de Tequesquitengo y las lagunas de Coatetelco y Zempoala que tienen principalmente un uso recreativo y una capacidad total de 155 hm3.

La laguna de Coatetelco en los últimos años se ha secado completamente en cinco ocasiones y Tequesquitengo en la época de estiaje tiene una disminución en sus volúmenes del orden de los 10 hm3.

Actualmente se estima que se utiliza un volumen anual de agua superficial proveniente de los principales ríos y manantiales de Morelos de alrededor de 1,022 hm3; la mayoría de estos manantiales se localizan en la porción central y septentrional y sobresalen por su gran caudal los manantiales de Las Estacas, Fundición, Chapultepec y El Salto.

De este volumen, el 95% se destina a la agricultura, seguida de los servicios e industria con el 3% y el uso público urbano en una proporción menor que equivale al 2% del total. En lo que respecta al uso industrial, el consumo corresponde principalmente a los ingenios azucareros, las caleras y a la industria textil; sin embargo, de manera independiente solamente representa el 0.4% del agua superficial utilizada en el Estado.

Por otro lado, el territorio morelense cuenta con una importante reserva de agua subterránea que permite abastecer de agua potable a su población.

Existen cuatro acuíferos: Cuernavaca, Cuautla-Yautepec, Zacatepec y Tepalcingo-Axochiapan. Aproximadamente el 48% de la población se asienta en el área que comprende el acuífero de Cuernavaca, el 32 % en la de Cuautla-Yautepec, el 12 % en la de Zacatepec y el 8% restante en la de Tepalcingo-Axochiapan.

En la actualidad, el acuífero de Cuernavaca y el de Zacatepec, se catalogan en equilibrio con disponibilidad, en tanto, los acuíferos Cuautla-Yautepec y el Tepalcingo- Axochiapan se encuentran sobreexplotados, por lo que no se pueden otorgar nuevas concesiones para su explotación.

De estos acuíferos se estima que se extrae un volumen total de 356 hm3, proveniente de 1,259 pozos profundos y 1,640 norias. Los pozos profundos están distribuidos en toda la entidad pero los que sobresalen son: El Artesiano de San Gabriel de las Palmas, el de Cuauchichinola, los de Puente de Ixtla, Zacatepec y los de Atlacahualoya, cerca de Telixtac. De las norias la de mayor importancia se localiza en la ciudad de Cuernavaca.

Como vemos, disponemos de dos tipos de fuentes para abastecimiento, que son las aguas superficiales (ríos, lagos, canales, etc.) y las aguas subterráneas (láminas subterráneas).

Efectivamente, estas fuentes no siempre están separadas. En su desplazamiento por la corteza terrestre, el agua que es superficial en un determinado lugar puede ser subterránea en una etapa siguiente e incluso volver a ser superficial más adelante.

Las aguas superficiales son las más fáciles de captar y por lo tanto existe una tendencia a que se utilicen más para el consumo humano. Sin embargo, menos del 5% del agua dulce del globo está disponible en la superficie, el resto se almacena en reservas subterráneas.

Por supuesto, no toda el agua almacenada en el subsuelo puede ser removida en condiciones económicamente viables, principalmente ubicadas a profundidades excesivas y confinadas entre formaciones rocosas.

En cuanto a su dinámica de desplazamiento, las aguas superficiales se renuevan con frecuencia en su masa, mientras que las aguas subterráneas pueden tener siglos de acumulación en su acuífero, ya que su renovación es mucho más lenta por evidentes dificultades, especialmente en las capas más profundas.

La finalidad de la captación es crear las condiciones para que el agua sea extraída de la fuente de abastecimiento en cantidad capaz de satisfacer el consumo y en calidad tal que permita dispensar tratamientos o reducirlos al mínimo posible. Básicamente las condiciones a analizar son: la cantidad de agua, la calidad del agua, su garantía de funcionamiento, la economía de las instalaciones y su localización.

Son tres las situaciones con las que nos podemos encontrar al analizar la cantidad de agua disponible en la posible fuente de abastecimiento: el caudal es suficiente en la estación seca; es insuficiente en la estación seca, pero suficiente en promedio; y hay caudal, pero inferior al consumo esperado.

En la captación de aguas superficiales se asume que el agua siempre es sospechosa, ya que naturalmente está sujeta a posibles procesos de polución y contaminación.

Es fundamental, desde el punto de vista operativo del sistema, captar agua de la mejor calidad posible, ubicando adecuadamente la salida y aplicando medidas de protección sanitaria para esta salida como por ejemplo, en el caso de una salida de agua en ríos, instalando la captación aguas arriba de los vertidos contaminantes y de la comunidad a abastecer.

En concreto, las bocatomas en los embalses de acumulación no deben ser demasiado someras ni demasiado profundas, para que no se produzcan problemas físicos, químicos o biológicos. Las acciones físicas superficialmente dañinas pueden originarse a través de vientos, corrientes (especialmente durante períodos de inundación con desbordamiento de embalses) e impactos de cuerpos flotantes.

Las partes más profundas siempre tendrán una mayor cantidad de sedimentos en suspensión, lo que dificultará o encarecerá la eliminación de la turbiedad en los procesos de tratamiento.

Los agentes químicos pueden estar presentes a cualquier profundidad, pero hay una tendencia a que las aguas más cercanas a la superficie tengan niveles más altos de gases disueltos (dioxido de carbono, por ejemplo), dureza, hierro, manganeso y sus compuestos.

Biológicamente, en las capas superiores del cuerpo de agua, tenemos una mayor proliferación de algas. Esta ocurrencia le da a estas aguas un mal sabor y olor desagradable, lo que dificulta el tratamiento, especialmente en regiones cálidas y soleadas.

Para que no haya interrupciones imprevistas en el sistema por problemas en la captación, debemos identificar con precisión, antes de redactar el proyecto de captación, las posiciones del nivel mínimo para que la boca de aspiración quede siempre inundada y el nivel máximo para que no haya inundaciones perjudiciales para las instalaciones de captación.

Los principios básicos de la ingeniería son la sencillez, la técnica y la economía. A la luz de estos principios, el diseño de captura debe guiarse por soluciones que impliquen el menor costo sin sacrificar la funcionalidad. Para ello se debe estudiar previamente la permanencia natural del punto de captación, la velocidad de la corriente, la naturaleza del lecho de apoyo de las estructuras a construir y su vida útil, la facilidad de acceso e instalación de todas las edificaciones necesarias (por ejemplo, la estación de bombeo, en su caso, bodegas, etc.), la flexibilidad física para futuras ampliaciones y los costos de adquisición del terreno.

En conclusión, existen objetivos precisos y claros que deben ser abordados para mantener e incrementar el número de fuentes de abastecimiento de agua para consumo humano; además de buscar e implantar fuentes alternas y apropiadas de abastecimiento de agua; ampliar el conocimiento de la disponibilidad de las aguas por cuenca y acuífero; mantener y mejorar la operación de las redes de estaciones hidrométricas, piezométricas y climatológicas; revisar y modificar los decretos de veda; monitorear los volúmenes de extracción, planear el manejo y control de los acuíferos, así como reglamentar su uso, aprovechamiento y manejo eficientemente el agua.

Nuestra entidad se localiza en el Alto Balsas, en la cuenca del río Amacuzac y del río Nexpa; ambas corrientes descargan sus aguas al río Balsas.

El río Amacuzac corre en una dirección este-sureste hasta la confluencia con el río Cuautla, recibiendo en este tramo las aportaciones de los ríos Chalma-Tembembe, Apatlaco y Yautepec.

Después de la confluencia con el río Cuautla, el río cambia la dirección de su curso para dirigirse hacia el sur, recorriendo otros 104 km antes de confluir con el río Balsas.

En lo relativo al potencial pluvial, los registros históricos revelan una precipitación media anual en el Estado de 980 mm, con ello se estima un volumen precipitado de 4,842 hm3. De dicho volumen se pierden por evaporación alrededor del 62%, es decir, 2,992 hm3; de los 1,850 hm3 restantes se estima que 1,136 hm3 se infiltran (23%), quedando sólo 712 hm3 de escurrimiento superficial, lo que representa un 15% del volumen total de precipitación.

Del volumen infiltrado se estima que 406 hm3 servirán para la recarga de acuíferos, lo que representa un 8% del volumen total y 730 hm3 se podrán aprovechar a través de manantiales.

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Existen actualmente presas de almacenamiento importantes en la entidad que son utilizadas en su totalidad para riego y en conjunto suman un total de 59.92 hm3, estas presas durante el estiaje se vacían casi completamente, quedándoles un volumen entre el 20 y 10% de su capacidad total. Algunos otros cuerpos importantes de agua son el lago de Tequesquitengo y las lagunas de Coatetelco y Zempoala que tienen principalmente un uso recreativo y una capacidad total de 155 hm3.

La laguna de Coatetelco en los últimos años se ha secado completamente en cinco ocasiones y Tequesquitengo en la época de estiaje tiene una disminución en sus volúmenes del orden de los 10 hm3.

Actualmente se estima que se utiliza un volumen anual de agua superficial proveniente de los principales ríos y manantiales de Morelos de alrededor de 1,022 hm3; la mayoría de estos manantiales se localizan en la porción central y septentrional y sobresalen por su gran caudal los manantiales de Las Estacas, Fundición, Chapultepec y El Salto.

De este volumen, el 95% se destina a la agricultura, seguida de los servicios e industria con el 3% y el uso público urbano en una proporción menor que equivale al 2% del total. En lo que respecta al uso industrial, el consumo corresponde principalmente a los ingenios azucareros, las caleras y a la industria textil; sin embargo, de manera independiente solamente representa el 0.4% del agua superficial utilizada en el Estado.

Por otro lado, el territorio morelense cuenta con una importante reserva de agua subterránea que permite abastecer de agua potable a su población.

Existen cuatro acuíferos: Cuernavaca, Cuautla-Yautepec, Zacatepec y Tepalcingo-Axochiapan. Aproximadamente el 48% de la población se asienta en el área que comprende el acuífero de Cuernavaca, el 32 % en la de Cuautla-Yautepec, el 12 % en la de Zacatepec y el 8% restante en la de Tepalcingo-Axochiapan.

En la actualidad, el acuífero de Cuernavaca y el de Zacatepec, se catalogan en equilibrio con disponibilidad, en tanto, los acuíferos Cuautla-Yautepec y el Tepalcingo- Axochiapan se encuentran sobreexplotados, por lo que no se pueden otorgar nuevas concesiones para su explotación.

De estos acuíferos se estima que se extrae un volumen total de 356 hm3, proveniente de 1,259 pozos profundos y 1,640 norias. Los pozos profundos están distribuidos en toda la entidad pero los que sobresalen son: El Artesiano de San Gabriel de las Palmas, el de Cuauchichinola, los de Puente de Ixtla, Zacatepec y los de Atlacahualoya, cerca de Telixtac. De las norias la de mayor importancia se localiza en la ciudad de Cuernavaca.

Como vemos, disponemos de dos tipos de fuentes para abastecimiento, que son las aguas superficiales (ríos, lagos, canales, etc.) y las aguas subterráneas (láminas subterráneas).

Efectivamente, estas fuentes no siempre están separadas. En su desplazamiento por la corteza terrestre, el agua que es superficial en un determinado lugar puede ser subterránea en una etapa siguiente e incluso volver a ser superficial más adelante.

Las aguas superficiales son las más fáciles de captar y por lo tanto existe una tendencia a que se utilicen más para el consumo humano. Sin embargo, menos del 5% del agua dulce del globo está disponible en la superficie, el resto se almacena en reservas subterráneas.

Por supuesto, no toda el agua almacenada en el subsuelo puede ser removida en condiciones económicamente viables, principalmente ubicadas a profundidades excesivas y confinadas entre formaciones rocosas.

En cuanto a su dinámica de desplazamiento, las aguas superficiales se renuevan con frecuencia en su masa, mientras que las aguas subterráneas pueden tener siglos de acumulación en su acuífero, ya que su renovación es mucho más lenta por evidentes dificultades, especialmente en las capas más profundas.

La finalidad de la captación es crear las condiciones para que el agua sea extraída de la fuente de abastecimiento en cantidad capaz de satisfacer el consumo y en calidad tal que permita dispensar tratamientos o reducirlos al mínimo posible. Básicamente las condiciones a analizar son: la cantidad de agua, la calidad del agua, su garantía de funcionamiento, la economía de las instalaciones y su localización.

Son tres las situaciones con las que nos podemos encontrar al analizar la cantidad de agua disponible en la posible fuente de abastecimiento: el caudal es suficiente en la estación seca; es insuficiente en la estación seca, pero suficiente en promedio; y hay caudal, pero inferior al consumo esperado.

En la captación de aguas superficiales se asume que el agua siempre es sospechosa, ya que naturalmente está sujeta a posibles procesos de polución y contaminación.

Es fundamental, desde el punto de vista operativo del sistema, captar agua de la mejor calidad posible, ubicando adecuadamente la salida y aplicando medidas de protección sanitaria para esta salida como por ejemplo, en el caso de una salida de agua en ríos, instalando la captación aguas arriba de los vertidos contaminantes y de la comunidad a abastecer.

En concreto, las bocatomas en los embalses de acumulación no deben ser demasiado someras ni demasiado profundas, para que no se produzcan problemas físicos, químicos o biológicos. Las acciones físicas superficialmente dañinas pueden originarse a través de vientos, corrientes (especialmente durante períodos de inundación con desbordamiento de embalses) e impactos de cuerpos flotantes.

Las partes más profundas siempre tendrán una mayor cantidad de sedimentos en suspensión, lo que dificultará o encarecerá la eliminación de la turbiedad en los procesos de tratamiento.

Los agentes químicos pueden estar presentes a cualquier profundidad, pero hay una tendencia a que las aguas más cercanas a la superficie tengan niveles más altos de gases disueltos (dioxido de carbono, por ejemplo), dureza, hierro, manganeso y sus compuestos.

Biológicamente, en las capas superiores del cuerpo de agua, tenemos una mayor proliferación de algas. Esta ocurrencia le da a estas aguas un mal sabor y olor desagradable, lo que dificulta el tratamiento, especialmente en regiones cálidas y soleadas.

Para que no haya interrupciones imprevistas en el sistema por problemas en la captación, debemos identificar con precisión, antes de redactar el proyecto de captación, las posiciones del nivel mínimo para que la boca de aspiración quede siempre inundada y el nivel máximo para que no haya inundaciones perjudiciales para las instalaciones de captación.

Los principios básicos de la ingeniería son la sencillez, la técnica y la economía. A la luz de estos principios, el diseño de captura debe guiarse por soluciones que impliquen el menor costo sin sacrificar la funcionalidad. Para ello se debe estudiar previamente la permanencia natural del punto de captación, la velocidad de la corriente, la naturaleza del lecho de apoyo de las estructuras a construir y su vida útil, la facilidad de acceso e instalación de todas las edificaciones necesarias (por ejemplo, la estación de bombeo, en su caso, bodegas, etc.), la flexibilidad física para futuras ampliaciones y los costos de adquisición del terreno.

En conclusión, existen objetivos precisos y claros que deben ser abordados para mantener e incrementar el número de fuentes de abastecimiento de agua para consumo humano; además de buscar e implantar fuentes alternas y apropiadas de abastecimiento de agua; ampliar el conocimiento de la disponibilidad de las aguas por cuenca y acuífero; mantener y mejorar la operación de las redes de estaciones hidrométricas, piezométricas y climatológicas; revisar y modificar los decretos de veda; monitorear los volúmenes de extracción, planear el manejo y control de los acuíferos, así como reglamentar su uso, aprovechamiento y manejo eficientemente el agua.