/ jueves 18 de agosto de 2022

Monitoreo, herramienta para el cuidado y preservación del agua

Uno de los retos que enfrentamos en política hídrica es la falta de información y diagnóstico sobre el estado que guardan los recursos y la infraestructura del agua.

En general, requerimos que las diversas fuentes de recopilación de información hidrológica se expandan a un nivel en el que sean suficientes para fines de planificación y operación a nivel estatal, nacional y de cuenca, así como para proyectos locales específicos.

Dado que la lluvia es el elemento principal del ciclo hidrológico, es necesario aumentar sustancialmente el número de estaciones pluviometricas y mejorar su cobertura geográfica y confiabilidad.

Con ello se consolidaría el funcionamiento de las estaciones existentes en términos de aseguramiento de la calidad de los datos recolectados, análisis de datos, procesamiento, almacenamiento y difusión de la información.

Las estaciones hidrométricas sabemos, son más exigentes que las estaciones pluviometricas en términos de inversión inicial, costos de operación, mantenimiento y gestión y personal capacitado. No obstante, se debe trabajar en la ampliación de la red hidrométrica para lograr una adecuada cobertura.

El funcionamiento de las estaciones existentes y las rutinas de recolección de datos, en términos de equipos de medición periódica de los caudales de los ríos, curvas de caudal, análisis, procesamiento y almacenamiento de datos y difusión de la información deberían mejorar drásticamente.

Debemos prestar especial atención a las cuencas fluviales, cuencas más vulnerables a inundaciones, lugares donde se prevén obras importantes y sistemas hidráulicos, así como la necesidad de una distribución geográfica razonablemente equilibrada.

Por otra parte, el monitoreo de la calidad del agua tiene altos costos de operación. Debemos dar prioridad a las estaciones fluviales, grandes embalses y tramos de aguas abajo de focos puntuales o difusos de contaminación. Además de la medición periódica en las estaciones establecidas, se deben realizar campañas de medición esporádicas en otros ríos.

Los parámetros de calidad del agua a medir serán los requeridos por los problemas potenciales o existentes que puedan afectarla y de acuerdo con las normas de calidad del agua adoptadas.

La evaluación de las aguas subterráneas se debe realizar mediante el monitoreo de la cantidad y calidad en los acuíferos principales, con pozos de observación, debiendo priorizarse aquellos acuíferos que sirvan a los sistemas de abastecimiento urbano y aquellos que se identifiquen como de alto potencial.

En cuanto a la evaporación, ésta es mucho menos variable que la precipitación y se puede predecir a partir de los datos climáticos.

Se espera que la red de estaciones de recolección de datos de evaporación se amplíe gradualmente desde localidades y ciudades grandes hasta el nivel más local.

Otra tarea importante es medir el transporte de sedimentos en los ríos principales y registrar debidamente cualquier cambio morfológico. Se deben realizar levantamientos batimétricos periódicos en los grandes embalses.

Deben introducirse nuevas tecnologías modernas, utilizando registradores digitales, información satelital, telemetría y radar, para aumentar la cobertura y la frecuencia de las mediciones, reducir los costos operativos y responder a necesidades específicas, como los sistemas de alerta de inundaciones.

El objetivo principal es asegurar que el desarrollo y la gestión de los recursos hídricos tengan plenamente en cuenta la necesidad de conservación del medio ambiente, con un suministro adecuado de agua, tanto en cantidad como en calidad, para la sostenibilidad ambiental.

El agua se debe gestionar según los principios de aprovechamiento integral de los recursos hídricos, considerando la cuenca fluvial como la unidad fundamental e indivisible de planificación y gestión, y con la conservación del medio ambiente como uno de los principales objetivos a alcanzar.

El uso y suministro de agua para la preservación y mantenimiento de los ecosistemas debe ser parte integral de la gestión general de los recursos hídricos. En este contexto, la gestión incluye asegurar caudales ecológicos en ríos y estuarios donde el almacenamiento u otros factores alteren el régimen de caudales, manteniendo los estándares de calidad del agua de acuerdo con la legislación aplicable.

Teniendo en cuenta el alto riesgo de contaminación de los acuíferos y el largo tiempo de recuperación de la contaminación, se deben crear zonas de protección en los principales acuíferos, teniendo en cuenta tanto su importancia para el abastecimiento de agua en las zonas urbanas y rurales como para la conservación del medio ambiente. Esto incluiría una gestión adecuada del uso del suelo urbano.

También se deben establecer zonas de protección para captaciones superficiales y para lagos y embalses. Elaborar y poner en práctica una estrategia para hacer frente a los problemas de eutrofización y plantas acuáticas en lagos, embalses y ríos.

Para proteger los recursos hídricos y, al mismo tiempo, promover el desarrollo socioeconómico, se debe recurrir a herramientas de gestión ambiental de acuerdo con la legislación: Evaluación de impacto ambiental, planes de gestión ambiental, control, gestión y seguimiento de la contaminación del agua y cumplimiento de los estándares de calidad ambiental.

Los Planes de Manejo Ambiental se deben integrar con los planes de cuencas hidrográficas. Las descargas de afluentes con licencias de las instituciones de gestión del agua deben ser estrictamente monitoreadas.

A nivel de cuencas hidrográficas, el Gobierno debe ser promotor y garante de la gestión integrada de cuencas para mantener la calidad y cantidad de los recursos hídricos.

El enfoque de manejo integrado debe promover mejoras en las prácticas de uso de la tierra para evitar la degradación del suelo y el consiguiente transporte de sedimentos a los ríos.

Las medidas para evitar la sobreexplotación de los recursos naturales y la destrucción de los hábitats deben incluir la creación de nuevas áreas protegidas, así como una mejor gestión de las áreas protegidas y parcialmente protegidas ya establecidas por la norma.

El Gobierno debe velar por el seguimiento del cumplimiento de los acuerdos de cooperación suscritos en materia de cursos de agua compartidos y, en base a la experiencia adquirida, desarrollará nuevos acuerdos y mejorar y reforzar los existentes.

Estas líneas generales presentan apenas, un panorama de las tareas que gobierno y sociedad deben emprender con urgencia para prevenir la ruta de la destrucción del agua como recurso vital y el colapso socio económico que le seguiría.


Uno de los retos que enfrentamos en política hídrica es la falta de información y diagnóstico sobre el estado que guardan los recursos y la infraestructura del agua.

En general, requerimos que las diversas fuentes de recopilación de información hidrológica se expandan a un nivel en el que sean suficientes para fines de planificación y operación a nivel estatal, nacional y de cuenca, así como para proyectos locales específicos.

Dado que la lluvia es el elemento principal del ciclo hidrológico, es necesario aumentar sustancialmente el número de estaciones pluviometricas y mejorar su cobertura geográfica y confiabilidad.

Con ello se consolidaría el funcionamiento de las estaciones existentes en términos de aseguramiento de la calidad de los datos recolectados, análisis de datos, procesamiento, almacenamiento y difusión de la información.

Las estaciones hidrométricas sabemos, son más exigentes que las estaciones pluviometricas en términos de inversión inicial, costos de operación, mantenimiento y gestión y personal capacitado. No obstante, se debe trabajar en la ampliación de la red hidrométrica para lograr una adecuada cobertura.

El funcionamiento de las estaciones existentes y las rutinas de recolección de datos, en términos de equipos de medición periódica de los caudales de los ríos, curvas de caudal, análisis, procesamiento y almacenamiento de datos y difusión de la información deberían mejorar drásticamente.

Debemos prestar especial atención a las cuencas fluviales, cuencas más vulnerables a inundaciones, lugares donde se prevén obras importantes y sistemas hidráulicos, así como la necesidad de una distribución geográfica razonablemente equilibrada.

Por otra parte, el monitoreo de la calidad del agua tiene altos costos de operación. Debemos dar prioridad a las estaciones fluviales, grandes embalses y tramos de aguas abajo de focos puntuales o difusos de contaminación. Además de la medición periódica en las estaciones establecidas, se deben realizar campañas de medición esporádicas en otros ríos.

Los parámetros de calidad del agua a medir serán los requeridos por los problemas potenciales o existentes que puedan afectarla y de acuerdo con las normas de calidad del agua adoptadas.

La evaluación de las aguas subterráneas se debe realizar mediante el monitoreo de la cantidad y calidad en los acuíferos principales, con pozos de observación, debiendo priorizarse aquellos acuíferos que sirvan a los sistemas de abastecimiento urbano y aquellos que se identifiquen como de alto potencial.

En cuanto a la evaporación, ésta es mucho menos variable que la precipitación y se puede predecir a partir de los datos climáticos.

Se espera que la red de estaciones de recolección de datos de evaporación se amplíe gradualmente desde localidades y ciudades grandes hasta el nivel más local.

Otra tarea importante es medir el transporte de sedimentos en los ríos principales y registrar debidamente cualquier cambio morfológico. Se deben realizar levantamientos batimétricos periódicos en los grandes embalses.

Deben introducirse nuevas tecnologías modernas, utilizando registradores digitales, información satelital, telemetría y radar, para aumentar la cobertura y la frecuencia de las mediciones, reducir los costos operativos y responder a necesidades específicas, como los sistemas de alerta de inundaciones.

El objetivo principal es asegurar que el desarrollo y la gestión de los recursos hídricos tengan plenamente en cuenta la necesidad de conservación del medio ambiente, con un suministro adecuado de agua, tanto en cantidad como en calidad, para la sostenibilidad ambiental.

El agua se debe gestionar según los principios de aprovechamiento integral de los recursos hídricos, considerando la cuenca fluvial como la unidad fundamental e indivisible de planificación y gestión, y con la conservación del medio ambiente como uno de los principales objetivos a alcanzar.

El uso y suministro de agua para la preservación y mantenimiento de los ecosistemas debe ser parte integral de la gestión general de los recursos hídricos. En este contexto, la gestión incluye asegurar caudales ecológicos en ríos y estuarios donde el almacenamiento u otros factores alteren el régimen de caudales, manteniendo los estándares de calidad del agua de acuerdo con la legislación aplicable.

Teniendo en cuenta el alto riesgo de contaminación de los acuíferos y el largo tiempo de recuperación de la contaminación, se deben crear zonas de protección en los principales acuíferos, teniendo en cuenta tanto su importancia para el abastecimiento de agua en las zonas urbanas y rurales como para la conservación del medio ambiente. Esto incluiría una gestión adecuada del uso del suelo urbano.

También se deben establecer zonas de protección para captaciones superficiales y para lagos y embalses. Elaborar y poner en práctica una estrategia para hacer frente a los problemas de eutrofización y plantas acuáticas en lagos, embalses y ríos.

Para proteger los recursos hídricos y, al mismo tiempo, promover el desarrollo socioeconómico, se debe recurrir a herramientas de gestión ambiental de acuerdo con la legislación: Evaluación de impacto ambiental, planes de gestión ambiental, control, gestión y seguimiento de la contaminación del agua y cumplimiento de los estándares de calidad ambiental.

Los Planes de Manejo Ambiental se deben integrar con los planes de cuencas hidrográficas. Las descargas de afluentes con licencias de las instituciones de gestión del agua deben ser estrictamente monitoreadas.

A nivel de cuencas hidrográficas, el Gobierno debe ser promotor y garante de la gestión integrada de cuencas para mantener la calidad y cantidad de los recursos hídricos.

El enfoque de manejo integrado debe promover mejoras en las prácticas de uso de la tierra para evitar la degradación del suelo y el consiguiente transporte de sedimentos a los ríos.

Las medidas para evitar la sobreexplotación de los recursos naturales y la destrucción de los hábitats deben incluir la creación de nuevas áreas protegidas, así como una mejor gestión de las áreas protegidas y parcialmente protegidas ya establecidas por la norma.

El Gobierno debe velar por el seguimiento del cumplimiento de los acuerdos de cooperación suscritos en materia de cursos de agua compartidos y, en base a la experiencia adquirida, desarrollará nuevos acuerdos y mejorar y reforzar los existentes.

Estas líneas generales presentan apenas, un panorama de las tareas que gobierno y sociedad deben emprender con urgencia para prevenir la ruta de la destrucción del agua como recurso vital y el colapso socio económico que le seguiría.