/ domingo 8 de julio de 2018

La caída de los partidos…

Uno entiende, con esta especie fundada más en mala leche que en información verificada, que el odio que muchos morelenses sienten hacia los partidos políticos es enorme y nubla la vista del juicio que merecen esas entidades en quienes confiamos nuestro sistema democrático. La crisis que advertíamos desde hace mucho tiempo en la credibilidad de los partidos políticos los mantuvo en una tendencia al alejamiento de la ciudadanía, ha alcanzado un punto crítico, pero aún no llega a su nivel más bajo.

De hecho, el rumor falso de la pérdida de registro nacional del PRD, MC, PANAL y PES y la rápida propagación del mismo en redes sociales donde muchos expresan su alegría con la posibilidad de la extinción de esas fuerzas que, sin duda le han costado mucho al país, evidencia el resentimiento de una sociedad empobrecida en materia cívica y política, además de en los bolsillos, por un régimen de abusos constantes.

Los resultados de la votación muestran una crisis general de los partidos y al ascenso, siempre peligroso, de figuras personales de cualquier denominación, mientras las instituciones a las que habíamos confiado los estudios políticos, la construcción de la democracia, la traicionan y la transforman en una suerte de concurso de televisión.

De hecho, las cifras en el estado no son buenas para ninguno de los partidos. El Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, se asume como el gran ganador, pero en la contienda por diputados (una medición más real del voto por partidos que la que ofrecen los ayuntamientos y la gubernatura), obtuvo el 30.7 por ciento de la votación, que en un sistema de proporcionalidades le habría dejado con sólo 6 diputados de los ocho que logró: su sobrerrepresentación es de dos diputados, igual que la de Encuentro Social, que tuvo el 5.29 por ciento, con lo que habría alcanzado un solo diputado, pero ganó tres distritos. De hecho, si consideramos la votación de los partidos tradicionalmente mayoritarios, PRI, PAN y PRD, juntos alcanzan un poco más de la tercera parte de la votación efectiva; lo que en términos de representatividad evidencia el escaso respaldo que lograron en esta elección.

Dirán que no se trata de una crisis de partidos, sino de “la ola López Obrador” que arrastró todo a su paso, pero lo cierto es que tal efecto no habría existido de contar con instituciones políticas más cercanas a la gente, lo que les daría un mayor respaldo desde cualquier perspectiva. Convendría más bien preguntarnos, en el caso de los partidos emergentes, esos creados para la creación y defensa de agendas particulares (ambientalismo, derechos de las minorías, etcétera), cuáles son sus aportes recientes. Tendríamos que reconocer que salvo el proyecto de transporte público gratuito del Social Demócrata, los temas de vanguardia están ausentes del discurso político de los partidos emergentes. En todo caso, también habría que estudiarse el costo enorme que tuvieron dos decisiones de la dirigencia del PSD que le costaron prácticamente todo su respaldo ciudadano; primero el pleito con Cuauhtémoc Blanco Bravo, que se convertiría a la postre en el favorito de más de la mitad de los electores, y segundo, la alianza con el PRD de Graco Ramírez, mandatario a quien se le cobró en exceso lo que se consideraron los graves excesos de su gobierno. Probablemente esta carga de asociación coyuntural con el régimen les haya costado no sólo al PSD, sino también al resto de los partidos que en algún momento tuvieron que dialogar y acordar con el Ejecutivo estatal, igual que ocurrió en el plano nacional con quienes se acercaron al presidente Peña Nieto.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Uno entiende, con esta especie fundada más en mala leche que en información verificada, que el odio que muchos morelenses sienten hacia los partidos políticos es enorme y nubla la vista del juicio que merecen esas entidades en quienes confiamos nuestro sistema democrático. La crisis que advertíamos desde hace mucho tiempo en la credibilidad de los partidos políticos los mantuvo en una tendencia al alejamiento de la ciudadanía, ha alcanzado un punto crítico, pero aún no llega a su nivel más bajo.

De hecho, el rumor falso de la pérdida de registro nacional del PRD, MC, PANAL y PES y la rápida propagación del mismo en redes sociales donde muchos expresan su alegría con la posibilidad de la extinción de esas fuerzas que, sin duda le han costado mucho al país, evidencia el resentimiento de una sociedad empobrecida en materia cívica y política, además de en los bolsillos, por un régimen de abusos constantes.

Los resultados de la votación muestran una crisis general de los partidos y al ascenso, siempre peligroso, de figuras personales de cualquier denominación, mientras las instituciones a las que habíamos confiado los estudios políticos, la construcción de la democracia, la traicionan y la transforman en una suerte de concurso de televisión.

De hecho, las cifras en el estado no son buenas para ninguno de los partidos. El Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, se asume como el gran ganador, pero en la contienda por diputados (una medición más real del voto por partidos que la que ofrecen los ayuntamientos y la gubernatura), obtuvo el 30.7 por ciento de la votación, que en un sistema de proporcionalidades le habría dejado con sólo 6 diputados de los ocho que logró: su sobrerrepresentación es de dos diputados, igual que la de Encuentro Social, que tuvo el 5.29 por ciento, con lo que habría alcanzado un solo diputado, pero ganó tres distritos. De hecho, si consideramos la votación de los partidos tradicionalmente mayoritarios, PRI, PAN y PRD, juntos alcanzan un poco más de la tercera parte de la votación efectiva; lo que en términos de representatividad evidencia el escaso respaldo que lograron en esta elección.

Dirán que no se trata de una crisis de partidos, sino de “la ola López Obrador” que arrastró todo a su paso, pero lo cierto es que tal efecto no habría existido de contar con instituciones políticas más cercanas a la gente, lo que les daría un mayor respaldo desde cualquier perspectiva. Convendría más bien preguntarnos, en el caso de los partidos emergentes, esos creados para la creación y defensa de agendas particulares (ambientalismo, derechos de las minorías, etcétera), cuáles son sus aportes recientes. Tendríamos que reconocer que salvo el proyecto de transporte público gratuito del Social Demócrata, los temas de vanguardia están ausentes del discurso político de los partidos emergentes. En todo caso, también habría que estudiarse el costo enorme que tuvieron dos decisiones de la dirigencia del PSD que le costaron prácticamente todo su respaldo ciudadano; primero el pleito con Cuauhtémoc Blanco Bravo, que se convertiría a la postre en el favorito de más de la mitad de los electores, y segundo, la alianza con el PRD de Graco Ramírez, mandatario a quien se le cobró en exceso lo que se consideraron los graves excesos de su gobierno. Probablemente esta carga de asociación coyuntural con el régimen les haya costado no sólo al PSD, sino también al resto de los partidos que en algún momento tuvieron que dialogar y acordar con el Ejecutivo estatal, igual que ocurrió en el plano nacional con quienes se acercaron al presidente Peña Nieto.


Twitter: @martinellito

Correo electrónico: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

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