/ lunes 10 de agosto de 2020

La "dulce" realidad

A punto de llegar a la nefasta cifra del medio millón de contagios y por arriba de los 50,000 decesos; aunado a la mitad de las Entidades Federativas en semáforo rojo, México se debate entre la emergencia sanitaria y la guerra política, hay diez o a veces ocho gobernadores que exigen la renuncia del subsecretario Hugo López Gatell , pues sostienen, su estrategia (en muchos de esos casos no seguida o aplicada a su manera desde el inicio de la pandemia) ha resultado fallida en el propósito de contención del brote epidémico.

En tanto, el Presidente López Obrador mencionó tajante “ante la pandemia hemos actuado con responsabilidad y profesionalismo” e hizo hincapié en que la capacidad hospitalaria no ha sido rebasada en ningún momento, lanzó un decálogo donde prometió ayuda a familias de luto y culminó con un homenaje a las 52,298 víctimas de la terrible enfermedad.

Por su parte López Gatell desde hace un tiempo ha enfilado su artillería hacia la comida chatarra incluyendo bebidas azucaradas y consecuencias en la salud poblacional debido a su excesivo consumo, endosándoles causa directa de las altas tasas de letalidad de COVID-19 en nuestro territorio debido al amplio catálogo de comorbilidades existentes.

La situación no ha quedado solo en el discurso, Oaxaca ya se convirtió en el primer Estado de la República Mexicana en prohibir la venta directa a menores de edad de alimentos considerados “chatarra”, esto pareciera ser un cambio de fondo en la estrategia de salud a largo plazo, la medida tiene altas posibilidades de replicarse en otros, incluyendo la CDMX sin embargo, pero la cadena de acciones completa, abarca la educación de esos pequeños consumidores, una prohibición serviría como muchas otras a lo largo de nuestra historia, para nada.

Carlos Salazar Lomelín, presidente del Consejo Coordinador Empresarial ha dicho que la medida impactará severamente la economía generando competencia desleal y fomentando el comercio informal, coincide la postura con la COPARMEX, el líder empresarial afirmó “Calificar alimentos como buenos o malos o recurrir a prohibiciones no es la solución, daña las cadenas de valor en plena pandemia” y en parte tiene razón cuando cita, la prohibición no resuelve el problema de raíz.

Incluso sin tomar en cuenta el daño económico, la medida no alcanzaría por sí sola a desactivar un problema de salud que en México se ha vuelto endémico gracias a las alianzas del poder político y el económico. Alejandro Calvillo Unna, director de la organización El Poder del Consumidor, ha sido un tenaz activista en la lucha contra el consumo de alimentos denominados chatarra, señala que tan solo en México, esta industria genera ganancias anuales por arriba de los 80 mmdd, estas empresas han infiltrado Congresos y hasta embajadas poniendo como ejemplo una presunta presión generada desde la embajada mexicana en Chile la aprobación en 2016 de una norma de etiquetado (hoy ya existe), Calvillo Unna señaló a Grupo Bimbo y Femsa como los autores reales de esa intromisión.

Es un hecho que las comorbilidades asociadas han sido factor determinante en las muertes por la pandemia, quien no quiera aceptar ese punto se autodescarta del debate, las patologías previas han empezado a cobrar facturas desnudando la vulnerabilidad de la población ante el virus, las cifras de diabetes se han duplicado a nivel mundial en tan solo tres décadas, pasando de 4.7 al 8.5% de la población adulta; en nuestro país las muertes relacionadas con la diabetes pasaron de 14,626 en 1980 a 105,574 decesos en 2016, según las cifras oficiales; el consumo excesivo de sodio también ha hecho su parte y las cifras de hipertensión arterial en México resultan de las más altas en el mundo.

Para deteriorar aún más el panorama, la Organización Panamericana de la Salud menciona que somos el país más consumidor de alimentos ultra procesados en América Latina, cada persona se mete a la boca un promedio de 214 kg anuales de este tipo de alimentos, no es de extrañar que el 70% de los mexicanos padezca sobrepeso y la tercera parte de la población sufra de obesidad, aquí, el 32% de las muertes de mujeres y el 20% de las sucedidas en hombres están relacionadas con el desorden alimenticio y el sedentarismo.

Después de todo esto ¿queda alguna duda de las razones por las que el SARS-CoV-2 se ha ensañado con nuestro país? La nueva norma oficial mexicana 051 sobre el etiquetado de alimentos ha sido catalogada como una de las mejores en el mundo según la UNICEF, mas por desgracia eso es insuficiente para revertir el destino que nos ha alcanzado.

“La dulce realidad” que la diabetes y el sobrepeso trajeron a nuestro país requieren un cambio de fondo, la cuenta regresiva ya inició y el tiempo para los discursos se ha agotado.

A punto de llegar a la nefasta cifra del medio millón de contagios y por arriba de los 50,000 decesos; aunado a la mitad de las Entidades Federativas en semáforo rojo, México se debate entre la emergencia sanitaria y la guerra política, hay diez o a veces ocho gobernadores que exigen la renuncia del subsecretario Hugo López Gatell , pues sostienen, su estrategia (en muchos de esos casos no seguida o aplicada a su manera desde el inicio de la pandemia) ha resultado fallida en el propósito de contención del brote epidémico.

En tanto, el Presidente López Obrador mencionó tajante “ante la pandemia hemos actuado con responsabilidad y profesionalismo” e hizo hincapié en que la capacidad hospitalaria no ha sido rebasada en ningún momento, lanzó un decálogo donde prometió ayuda a familias de luto y culminó con un homenaje a las 52,298 víctimas de la terrible enfermedad.

Por su parte López Gatell desde hace un tiempo ha enfilado su artillería hacia la comida chatarra incluyendo bebidas azucaradas y consecuencias en la salud poblacional debido a su excesivo consumo, endosándoles causa directa de las altas tasas de letalidad de COVID-19 en nuestro territorio debido al amplio catálogo de comorbilidades existentes.

La situación no ha quedado solo en el discurso, Oaxaca ya se convirtió en el primer Estado de la República Mexicana en prohibir la venta directa a menores de edad de alimentos considerados “chatarra”, esto pareciera ser un cambio de fondo en la estrategia de salud a largo plazo, la medida tiene altas posibilidades de replicarse en otros, incluyendo la CDMX sin embargo, pero la cadena de acciones completa, abarca la educación de esos pequeños consumidores, una prohibición serviría como muchas otras a lo largo de nuestra historia, para nada.

Carlos Salazar Lomelín, presidente del Consejo Coordinador Empresarial ha dicho que la medida impactará severamente la economía generando competencia desleal y fomentando el comercio informal, coincide la postura con la COPARMEX, el líder empresarial afirmó “Calificar alimentos como buenos o malos o recurrir a prohibiciones no es la solución, daña las cadenas de valor en plena pandemia” y en parte tiene razón cuando cita, la prohibición no resuelve el problema de raíz.

Incluso sin tomar en cuenta el daño económico, la medida no alcanzaría por sí sola a desactivar un problema de salud que en México se ha vuelto endémico gracias a las alianzas del poder político y el económico. Alejandro Calvillo Unna, director de la organización El Poder del Consumidor, ha sido un tenaz activista en la lucha contra el consumo de alimentos denominados chatarra, señala que tan solo en México, esta industria genera ganancias anuales por arriba de los 80 mmdd, estas empresas han infiltrado Congresos y hasta embajadas poniendo como ejemplo una presunta presión generada desde la embajada mexicana en Chile la aprobación en 2016 de una norma de etiquetado (hoy ya existe), Calvillo Unna señaló a Grupo Bimbo y Femsa como los autores reales de esa intromisión.

Es un hecho que las comorbilidades asociadas han sido factor determinante en las muertes por la pandemia, quien no quiera aceptar ese punto se autodescarta del debate, las patologías previas han empezado a cobrar facturas desnudando la vulnerabilidad de la población ante el virus, las cifras de diabetes se han duplicado a nivel mundial en tan solo tres décadas, pasando de 4.7 al 8.5% de la población adulta; en nuestro país las muertes relacionadas con la diabetes pasaron de 14,626 en 1980 a 105,574 decesos en 2016, según las cifras oficiales; el consumo excesivo de sodio también ha hecho su parte y las cifras de hipertensión arterial en México resultan de las más altas en el mundo.

Para deteriorar aún más el panorama, la Organización Panamericana de la Salud menciona que somos el país más consumidor de alimentos ultra procesados en América Latina, cada persona se mete a la boca un promedio de 214 kg anuales de este tipo de alimentos, no es de extrañar que el 70% de los mexicanos padezca sobrepeso y la tercera parte de la población sufra de obesidad, aquí, el 32% de las muertes de mujeres y el 20% de las sucedidas en hombres están relacionadas con el desorden alimenticio y el sedentarismo.

Después de todo esto ¿queda alguna duda de las razones por las que el SARS-CoV-2 se ha ensañado con nuestro país? La nueva norma oficial mexicana 051 sobre el etiquetado de alimentos ha sido catalogada como una de las mejores en el mundo según la UNICEF, mas por desgracia eso es insuficiente para revertir el destino que nos ha alcanzado.

“La dulce realidad” que la diabetes y el sobrepeso trajeron a nuestro país requieren un cambio de fondo, la cuenta regresiva ya inició y el tiempo para los discursos se ha agotado.