/ martes 29 de enero de 2019

La expectativa entre el cambio y el cuento chino

En el primer día de Diciembre de 2018, millones de mexicanos alfombraron con sus expectativas el camino del gobierno entrante, la confianza depositada meses atrás, demandaba el anhelado tributo: el fin de la corrupción, de la impunidad y desigualdad, entonces parecía como si décadas de agravios a nuestro país y a los que en él coexistimos, quisieran borrarse en una sola jornada por parte de los que optaron por el tabasqueño.

Desgraciadamente, el aparato de corrupción cuenta ya con cimientos fuertes y bien estructurados, la clase política mexicana no ha dejado pasar en vano los años y adquirió experiencia, organización y en palabras concretas, especialización en saqueo y desvíos.

Hoy en día todos esperan un cambio, la agenda política marcada por el gobierno federal, apunta hacia una estrategia que nos lleve a terminar con las corruptelas tan arraigadas en nuestro país, sin embargo y aunque vemos el pasar de los días con datos interesantes en todos los frentes, siguen faltando nombres y el fantasma de la exculpación, amnistía o perdón, se hace presente en el panorama nacional, aún cuando la base social del nuevo mandatario y de su partido se han mantenido y la popularidad de López Obrador a pesar de los constantes y diversos golpeteos por parte de la oposición, sigue intacta, demostrado está que ni siquiera el más fiel de los seguidores del presidente, comparte su idea de perdón y olvido.

En un momento crítico, con 115 muertos, 32 heridos y ni un solo detenido por los hechos de Tlahuelilpan y con una firme pero polémica postura en el asunto internacional de Venezuela, los adversarios del nuevo régimen llevan y seguirán llevando agua a su molino, personajes que desperdiciaron el momento que el pueblo les dio para llevar a cabo un cambio, vuelven hoy al escenario político más movidos por oscuros intereses que por un deseo de sana colaboración, incluso expresidentes aprovechando que López Obrador afirma no se enganchará en polémicas, abonan a la batalla mediática con declaraciones que rayan en la falta de respeto, retando como un envalentonado Vicente Fox cuando dice que son cuentos chinos las acusaciones del ejecutivo hacia su persona y administración.

La postura oficial se percibe correcta, la estrategia hasta ahora parece serlo también, pero la opinión popular coloca a López Obrador ante la obligación de respaldar todos sus dichos y acciones con los nombres de los orquestadores principales del aparato de corrupción que él mismo ha denunciado y cuya expectativa lanzó a lo más alto al expresar que gente como Rosario Robles eran tan sólo chivos expiatorios.

Los faltantes de Ayotzinapa, los ejecutados de Tlatlaya, Odebrecht, los huachicoleros, PEMEX y su desmantelamiento sistemático, “La Estafa Maestra” con todas sus vertientes, los crímenes contra candidatos y periodistas que acompañaron a los años más violentos de nuestra historia moderna, los privilegios fiscales de algunos “afortunados” de las cúpulas empresariales y tantas afrentas a nuestro pueblo por parte de “la mafia del poder”, claramente no pueden quedar saldadas con la aprehensión de don “Pedro el pipero” o algún “Ingeniero Pérez” de PEMEX, podemos esperar al 21 de Marzo si el Presidente cree que hace falta consultar a sus gobernados para determinar si deseamos justicia o impunidad, pero adelantado se sabe el resultado de ese ejercicio, los mexicanos requieren nombres y apellidos de peso, con pruebas contundentes que no dejen lugar a dudas de culpas ni posibilidad de impunidad, de lo contrario nuestro cambio podría ser dirigido por un Presidente honesto, pero injusto.

En el primer día de Diciembre de 2018, millones de mexicanos alfombraron con sus expectativas el camino del gobierno entrante, la confianza depositada meses atrás, demandaba el anhelado tributo: el fin de la corrupción, de la impunidad y desigualdad, entonces parecía como si décadas de agravios a nuestro país y a los que en él coexistimos, quisieran borrarse en una sola jornada por parte de los que optaron por el tabasqueño.

Desgraciadamente, el aparato de corrupción cuenta ya con cimientos fuertes y bien estructurados, la clase política mexicana no ha dejado pasar en vano los años y adquirió experiencia, organización y en palabras concretas, especialización en saqueo y desvíos.

Hoy en día todos esperan un cambio, la agenda política marcada por el gobierno federal, apunta hacia una estrategia que nos lleve a terminar con las corruptelas tan arraigadas en nuestro país, sin embargo y aunque vemos el pasar de los días con datos interesantes en todos los frentes, siguen faltando nombres y el fantasma de la exculpación, amnistía o perdón, se hace presente en el panorama nacional, aún cuando la base social del nuevo mandatario y de su partido se han mantenido y la popularidad de López Obrador a pesar de los constantes y diversos golpeteos por parte de la oposición, sigue intacta, demostrado está que ni siquiera el más fiel de los seguidores del presidente, comparte su idea de perdón y olvido.

En un momento crítico, con 115 muertos, 32 heridos y ni un solo detenido por los hechos de Tlahuelilpan y con una firme pero polémica postura en el asunto internacional de Venezuela, los adversarios del nuevo régimen llevan y seguirán llevando agua a su molino, personajes que desperdiciaron el momento que el pueblo les dio para llevar a cabo un cambio, vuelven hoy al escenario político más movidos por oscuros intereses que por un deseo de sana colaboración, incluso expresidentes aprovechando que López Obrador afirma no se enganchará en polémicas, abonan a la batalla mediática con declaraciones que rayan en la falta de respeto, retando como un envalentonado Vicente Fox cuando dice que son cuentos chinos las acusaciones del ejecutivo hacia su persona y administración.

La postura oficial se percibe correcta, la estrategia hasta ahora parece serlo también, pero la opinión popular coloca a López Obrador ante la obligación de respaldar todos sus dichos y acciones con los nombres de los orquestadores principales del aparato de corrupción que él mismo ha denunciado y cuya expectativa lanzó a lo más alto al expresar que gente como Rosario Robles eran tan sólo chivos expiatorios.

Los faltantes de Ayotzinapa, los ejecutados de Tlatlaya, Odebrecht, los huachicoleros, PEMEX y su desmantelamiento sistemático, “La Estafa Maestra” con todas sus vertientes, los crímenes contra candidatos y periodistas que acompañaron a los años más violentos de nuestra historia moderna, los privilegios fiscales de algunos “afortunados” de las cúpulas empresariales y tantas afrentas a nuestro pueblo por parte de “la mafia del poder”, claramente no pueden quedar saldadas con la aprehensión de don “Pedro el pipero” o algún “Ingeniero Pérez” de PEMEX, podemos esperar al 21 de Marzo si el Presidente cree que hace falta consultar a sus gobernados para determinar si deseamos justicia o impunidad, pero adelantado se sabe el resultado de ese ejercicio, los mexicanos requieren nombres y apellidos de peso, con pruebas contundentes que no dejen lugar a dudas de culpas ni posibilidad de impunidad, de lo contrario nuestro cambio podría ser dirigido por un Presidente honesto, pero injusto.

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