/ viernes 21 de febrero de 2020

La falta de planners

Muchas son las cosas que los morelenses deberíamos extrañar del pasado, además de la tranquilidad, el buen clima, la abundancia de agua, como la parte más técnica de la política: el diseño de políticas públicas. Hace mucho no se tienen especialistas en el área, y ello ha arrastrado al estado a ser un reproductor, bastante deficiente, de lineamientos del gobierno federal mal tropicalizados para un estado cuya extensión geográfica, cantidad de población, y aporte económico, son poco significativos para quienes trazan las políticas desde el centro.

La carencia se siente aún más porque actualmente el gobierno federal padece un problema similar, se cometen errores graves desde la identificación de los problemas, el diagnóstico de los mismos se realiza desde una perspectiva ideologizada, y se ofrecen tratamientos inapropiados que generan problemas mucho mayores de los que se supone tratarían. Es decir, no hay pericia en el diseño de las políticas públicas federales, tampoco en las estatales y esto lleva a una colección de ocurrencias cuyos efectos padecemos todos.

De hecho, salvo por el rubro de seguridad pública, donde el fracaso de las políticas públicas parece más de implementación y capacidad de reacción, que de trazo de un plan de pacificación (el del gobierno de Morelos es bastante bueno en el papel); en el diseño de los planes de gobierno se cometen todos los errores posibles: no se identifica adecuadamente el problema por partir de experiencias personales o de intereses políticos, no se analizan las relaciones causales -a veces se pasan por alto la mayoría, o se atribuye el problema a eventos que aparecen simultáneamente, pero sin relación entre ellos, o se reduce el asunto a una sola causa-; en el diseño en sí mismo no se considera la viabilidad económica, legal,

social, institucional y política de las alternativas que se plantean: tampoco hay socialización ni negociación adecuada para la implementación, que tampoco se hace adecuadamente o se carece de los recursos económicos, humanos, políticos o jurídicos suficientes.

En los hechos, si pasamos por ese rasero las polìticas públicas que ha tratado de implementar el gobierno estatal desde hace años, cada una de ellas ha fracasado por uno o varios de los defectos enunciados que corresponden a cualquier manual de diseño de políticas públicas disponible en librerías.

Particularmente preocupante, por cierto, es la falla en la identificación del problema, esto es, en el diagnóstico de la realidad. En tanto miles de millones de pesos han sido gastados en tratamientos inadecuados a problemas cuyo origen parece abstruso para los planners del gobierno. Se trata del puente sin fin (ese que se exhibe como una ofensa a la inteligencia de los morelenses en Apatlaco) pero traducido en políticas públicas (nadie sabe porqué se construyó ahí, dónde nace o a dónde lleva, pero pues ya hay un puente ahí para el que ahora se tendrán que hacer vías que vuelvan útil el enorme gasto). Pensar en generar ahorros omitiendo los puestos de planeadores de políticas públicas resulta en fracasos que nos cuestan millones de pesos.


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Muchas son las cosas que los morelenses deberíamos extrañar del pasado, además de la tranquilidad, el buen clima, la abundancia de agua, como la parte más técnica de la política: el diseño de políticas públicas. Hace mucho no se tienen especialistas en el área, y ello ha arrastrado al estado a ser un reproductor, bastante deficiente, de lineamientos del gobierno federal mal tropicalizados para un estado cuya extensión geográfica, cantidad de población, y aporte económico, son poco significativos para quienes trazan las políticas desde el centro.

La carencia se siente aún más porque actualmente el gobierno federal padece un problema similar, se cometen errores graves desde la identificación de los problemas, el diagnóstico de los mismos se realiza desde una perspectiva ideologizada, y se ofrecen tratamientos inapropiados que generan problemas mucho mayores de los que se supone tratarían. Es decir, no hay pericia en el diseño de las políticas públicas federales, tampoco en las estatales y esto lleva a una colección de ocurrencias cuyos efectos padecemos todos.

De hecho, salvo por el rubro de seguridad pública, donde el fracaso de las políticas públicas parece más de implementación y capacidad de reacción, que de trazo de un plan de pacificación (el del gobierno de Morelos es bastante bueno en el papel); en el diseño de los planes de gobierno se cometen todos los errores posibles: no se identifica adecuadamente el problema por partir de experiencias personales o de intereses políticos, no se analizan las relaciones causales -a veces se pasan por alto la mayoría, o se atribuye el problema a eventos que aparecen simultáneamente, pero sin relación entre ellos, o se reduce el asunto a una sola causa-; en el diseño en sí mismo no se considera la viabilidad económica, legal,

social, institucional y política de las alternativas que se plantean: tampoco hay socialización ni negociación adecuada para la implementación, que tampoco se hace adecuadamente o se carece de los recursos económicos, humanos, políticos o jurídicos suficientes.

En los hechos, si pasamos por ese rasero las polìticas públicas que ha tratado de implementar el gobierno estatal desde hace años, cada una de ellas ha fracasado por uno o varios de los defectos enunciados que corresponden a cualquier manual de diseño de políticas públicas disponible en librerías.

Particularmente preocupante, por cierto, es la falla en la identificación del problema, esto es, en el diagnóstico de la realidad. En tanto miles de millones de pesos han sido gastados en tratamientos inadecuados a problemas cuyo origen parece abstruso para los planners del gobierno. Se trata del puente sin fin (ese que se exhibe como una ofensa a la inteligencia de los morelenses en Apatlaco) pero traducido en políticas públicas (nadie sabe porqué se construyó ahí, dónde nace o a dónde lleva, pero pues ya hay un puente ahí para el que ahora se tendrán que hacer vías que vuelvan útil el enorme gasto). Pensar en generar ahorros omitiendo los puestos de planeadores de políticas públicas resulta en fracasos que nos cuestan millones de pesos.


Twitter: @martinellito

Correo: dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx