/ lunes 21 de mayo de 2018

La "globalifobia" presidencial

Inicia la última etapa de campañas, vamos por el último mes y un punto álgido fue el segundo debate presidencial, con la participación de los cuatro contendientes: José Antonio Meade, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y Jaime Rodríguez "El Bronco", con el tema México en el mundo.

Inició Meade y ni por tratarse de temas de su terrenos pudo sostener una postura, le sobró tiempo, no conectó como no lo ha hecho durante toda su campaña; imposible sacarlo del sótano, pues le debe su nominación a un Presidente desacreditado como Enrique Peña Nieto y en lugar de romper ha preferido mantenerse subordinado.

"Pepe" no es autocrítico, por el contrario defiende hasta la humillante invitación de Peña al entonces candidato Donald Trump; el vasallaje crónico y la incapacidad para deslindarse de su patrón podría ser causa suficiente para que siga cayendo en las encuestas, genera suspicacias sobre su cantada inocencia en los actos de corrupción de la actual administración.

AMLO se mostró sin una brújula clara sobre la política exterior, con una visión antigua, incluso a la de los 80's cuando se acuñó el concepto de "globalización" y sin entender el impacto del fenómeno; pero le rescato algo importante, si el no es especialista en ciertos temas, al menos intenta rodearse de los mejores y lo hace público, como su propuesta de representación ante la ONU con Alicia Bárcena, su lema “la mejor política exterior es la interior” podría poner en desacuerdo a expertos, mas explota el descontento social y la percepción de desigualdad al priorizar los problemas internos en nuestro país.

Ricardo Anaya sin sorpresas; su capacidad en la oratoria ha dejado de ser novedad y por tanto de impactar. En el desarrollo y manejo de escenario se colocó frente a Obrador con un gesto intimidatorio y se encontró con un momento de forma, de esos que no aportan al fondo pero roban la atención de todos, le guardan la cartera por si acaso, la situación genera risas y captura "memes", en términos boxísticos podríamos decir, entró decidido al intercambio de golpes pero abrió la guardia y recibió un “uppercut” y se cimbró.

La estrategia en el posdebate es la misma al mes pasado por el equipo del panista, crear la percepción de una contienda entre dos y es claro, Meade seguirá cayendo, sin embargo pensar que Anaya borre la ventaja de los veinte puntos parece cada vez más complicado.

Con Jaime Rodríguez ni me detendré, es abominable ver su participación y aún más triste pensar que se trata de un Gobernador a quien le quedan tres años dirigiendo los destinos de Nuevo León.

El moche de manos en el primer debate y la expropiación de Banamex en el segundo dejan claro que sólo fue colocado para hacer ruido con ocurrencias.

El debate no estuvo a la altura de los retos de un mundo donde cada día desaparecen las fronteras, los candidatos se mantienen ceñidos a la relación con Estados Unidos sin contar con un plan B, nadie habló
claramente de la Unión Europea, de América Latina, del Acuerdo Transpacífico, de China.

Incluso al decidir anclarse en Estados Unidos el debate sobre la marihuana debía ser fundamental; en nuestro país no hay paz, sino una guerra contra el narcotráfico mientras el vecino del norte despenaliza la venta de dicha droga; nos matamos para que no les llegue sin trazar una nueva vía de solución; ninguno de los candidatos fue realmente progresista en el tema, a todos les sigue temblando la mano el abordaje.

Ya que de este grupo saldrá el próximo presidente, deberían entender cuál es el rol de México frente al mundo, no somos un ente aislado, hablan de patriotismo con tintes proteccionistas y globalifóbicos; los retos son mucho más grandes cuando día a día son reconfigurados los conceptos de Estado-Nación y de Soberanía.

Inicia la última etapa de campañas, vamos por el último mes y un punto álgido fue el segundo debate presidencial, con la participación de los cuatro contendientes: José Antonio Meade, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y Jaime Rodríguez "El Bronco", con el tema México en el mundo.

Inició Meade y ni por tratarse de temas de su terrenos pudo sostener una postura, le sobró tiempo, no conectó como no lo ha hecho durante toda su campaña; imposible sacarlo del sótano, pues le debe su nominación a un Presidente desacreditado como Enrique Peña Nieto y en lugar de romper ha preferido mantenerse subordinado.

"Pepe" no es autocrítico, por el contrario defiende hasta la humillante invitación de Peña al entonces candidato Donald Trump; el vasallaje crónico y la incapacidad para deslindarse de su patrón podría ser causa suficiente para que siga cayendo en las encuestas, genera suspicacias sobre su cantada inocencia en los actos de corrupción de la actual administración.

AMLO se mostró sin una brújula clara sobre la política exterior, con una visión antigua, incluso a la de los 80's cuando se acuñó el concepto de "globalización" y sin entender el impacto del fenómeno; pero le rescato algo importante, si el no es especialista en ciertos temas, al menos intenta rodearse de los mejores y lo hace público, como su propuesta de representación ante la ONU con Alicia Bárcena, su lema “la mejor política exterior es la interior” podría poner en desacuerdo a expertos, mas explota el descontento social y la percepción de desigualdad al priorizar los problemas internos en nuestro país.

Ricardo Anaya sin sorpresas; su capacidad en la oratoria ha dejado de ser novedad y por tanto de impactar. En el desarrollo y manejo de escenario se colocó frente a Obrador con un gesto intimidatorio y se encontró con un momento de forma, de esos que no aportan al fondo pero roban la atención de todos, le guardan la cartera por si acaso, la situación genera risas y captura "memes", en términos boxísticos podríamos decir, entró decidido al intercambio de golpes pero abrió la guardia y recibió un “uppercut” y se cimbró.

La estrategia en el posdebate es la misma al mes pasado por el equipo del panista, crear la percepción de una contienda entre dos y es claro, Meade seguirá cayendo, sin embargo pensar que Anaya borre la ventaja de los veinte puntos parece cada vez más complicado.

Con Jaime Rodríguez ni me detendré, es abominable ver su participación y aún más triste pensar que se trata de un Gobernador a quien le quedan tres años dirigiendo los destinos de Nuevo León.

El moche de manos en el primer debate y la expropiación de Banamex en el segundo dejan claro que sólo fue colocado para hacer ruido con ocurrencias.

El debate no estuvo a la altura de los retos de un mundo donde cada día desaparecen las fronteras, los candidatos se mantienen ceñidos a la relación con Estados Unidos sin contar con un plan B, nadie habló
claramente de la Unión Europea, de América Latina, del Acuerdo Transpacífico, de China.

Incluso al decidir anclarse en Estados Unidos el debate sobre la marihuana debía ser fundamental; en nuestro país no hay paz, sino una guerra contra el narcotráfico mientras el vecino del norte despenaliza la venta de dicha droga; nos matamos para que no les llegue sin trazar una nueva vía de solución; ninguno de los candidatos fue realmente progresista en el tema, a todos les sigue temblando la mano el abordaje.

Ya que de este grupo saldrá el próximo presidente, deberían entender cuál es el rol de México frente al mundo, no somos un ente aislado, hablan de patriotismo con tintes proteccionistas y globalifóbicos; los retos son mucho más grandes cuando día a día son reconfigurados los conceptos de Estado-Nación y de Soberanía.

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