/ miércoles 15 de junio de 2022

La lucha constante de las energías renovables: ¿Una nueva economía?

Luz María Gallardo Castro

El escenario internacional enfrenta actualmente diversos desafíos en medio de una histórica Transición Energética. La disminución en la producción de los recursos energéticos de origen fósil, la fuerte dependencia de importación de estas energías, así como algunas tensiones políticas internacionales, presionan a la búsqueda de nuevas estrategias para promover la apertura energética hacia fuentes que, apenas hasta hace unas décadas, eran consideradas ampliamente como no convencionales.

Durante los últimos años, el uso de nuevas formas de generación de energía continúa en aumento y sigue adquiriendo fuerza. De hecho, es importante mencionar que, a pesar de la crisis sanitaria internacional a causa de COVID-19, el uso de energías renovables permaneció con cifras notables. Durante el año 2020, la capacidad de estas energías batió el récord del año anterior en casi 50%, de acuerdo a datos de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés).

En medio de diversas afectaciones económicas originadas por confinamientos y diferentes efectos directos y colaterales a causa de la pandemia, las fuentes energéticas renovables correspondieron a la demanda requerida por los países; la nueva economía de la energía se plantea ser cada vez más eficiente, limpia y rentable, del cual podemos decir que el abaratamiento de los costes ha sido uno de los factores clave que ha contribuido a que estas fuentes energéticas sean cada vez más empleadas por diversos sectores. Esta tendencia en la disminución de los costos se debe a varios puntos determinantes, tales como la implementación de nuevas tecnologías en constante mejora, economías de escala y cadenas de suministro competitivas.

Baja en costos: Tendencia en el mundo

Los costes mundiales por generación de energía de fuentes renovables han caído de manera drástica durante los últimos diez años, donde las fuentes de origen solar y eólico han destacado en reducción. En el caso de la segunda, se registró una disminución de 13% en 2020 respecto a su año anterior, pese a la situación sanitaria ya mencionada. El costo nivelado de la energía (LCOE, por sus siglas en inglés), es decir, el coste total de construir y operar una instalación generadora a lo largo de su vida útil, son cada vez más competitivos; las plantas de energía solar de concentración disminuyeron sus costes en un 16% en el año 2020, aunque no fueron las únicas, ya que las de energía eólica marina bajaron también su costo en 9 %, mientras que la energía solar fotovoltaica disminuyó un 7 %.

Es así que la disminución del costo de generar energías alternativas a los combustibles fósiles se ha mantenido imparable en términos mundiales promedios, lo cual las convierte en una opción cada vez más rentable; en la mayoría de los mercados la energía solar fotovoltaica o la eólica representan la fuente más barata de nueva generación de electricidad, de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas de 2020.

Hoy en día, los nuevos proyectos de generación de energía renovable van ganando mercado a algunos sectores tradicionales, como el caso de las plantas de carbón existentes. En promedio, la nueva energía solar fotovoltaica (FV) y la energía eólica terrestre cuestan menos que mantener en operación muchas de las plantas de carbón actuales, un dato duro para los mercados persistentes de este combustible; sin embargo, también representa una vía para transitar a una opción energética más limpia, económica y eficiente. Los resultados de las subastas muestran que esta tendencia se encuentra en aumento, lo que refuerza los argumentos a favor de la eliminación gradual del carbón por completo.

Lo anterior es una de las alternativas que van cobrando fuerza en torno al progresivo aumento de uso de energías limpias, ya que estos costos más competitivos se han ido colocando poco a poco como recurso clave para los países. Del total de generación de energía renovable a nivel mundial, poco más del 60% registró un costo menor a la opción más barata de combustible fósil. De esta manera, estas energías alternativas proporcionan a los países (tanto desarrollados como aquellos en desarrollo) una vía para controlar la utilización de carbón en búsqueda de una nueva economía donde las emisiones se reduzcan.

Con esta nueva estrategia económica es posible mejorar la eficiencia energética, ahorros en costos, el acceso a la energía y contribuir de esta manera a la reducción de emisiones contaminantes, causantes del cambio climático. No obstante, las energías renovables no han sido adoptadas en la misma medida en los diferentes países del globo, ya que la mayor concentración de la industria renovable se encuentra al Norte, mientras que en el hemisferio Sur (salvo a algunas excepciones como el caso de Uruguay) aún se encuentran cautelosos ante dicha transición.

La nueva economía: Necesidad ante el Cambio Climático

En los últimos años, han ido surgiendo en diferentes países nuevas políticas públicas que buscan seguir promoviendo el uso de energía alterna a la de origen fósil, como una necesidad –y principal vía- para hacer frente a las consecuencias del cambio climático. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, en años recientes la situación ambiental se ha agudizado a tal punto de representar un código rojo para la humanidad, por lo que la nueva economía de la energía es un medio clave para corresponder a lo que se ha convertido en la nueva normalidad climática.

Si bien hasta el día de hoy apremia un mayor desarrollo del sector energético -hasta ahora llamado como no convencional-, poco a poco es posible apreciar una reestructuración en las cadenas de suministro de algunos países, donde cada vez más de ellos (en diferentes tiempos y alcances) se han sumado a esta forma de abastecimiento. No obstante, aún es posible apreciar una gran disparidad. Los países en vías de desarrollo enfrentan crecientes presiones para incorporar acciones ambientales concretas en sus políticas o acuerdos de integración, pese a muchos de ellos, estar situados en regiones multifactorialmente vulnerables.

Por ejemplo, en el caso de Latinoamérica, existen situaciones particulares que exponen esta zona de tal manera que la vuelve muy frágil en lo referente a cambio climático: factores como la pobreza, alta densidad poblacional, usos inapropiados de suelos, corrupción, alta dependencia de ciertos servicios o fenómenos naturales con potencial destructivo –por mencionar algunos-, representan elementos cruciales al momento de valorar su situación ambiental, por lo que la transición energética podría representar una vía oportuna tanto para contribuir a la preservación del planeta, como para promover el desarrollo económico de las comunidades.

Parte de las consecuencias que vive en su día a día la región latina, son impactos en la pesca, salud, seguridad alimentaria y producción agrícola, debido a la severidad de las sequías y disponibilidad de agua en algunas regiones (donde además del factor climático, intervienen deficiencias en infraestructura de suministro, ya sea por falta de recursos/tecnología), esto sin contar la limitada capacidad de respuesta o preparación insuficiente en temas ambientales que pudiera ser tendente un país en desarrollo, aunado a instituciones frágiles y con insuficiente capacidad de gestión ambiental.

Si bien los efectos del cambio climático pudieran acentuarse en algunas regiones, lo cierto es que el impacto ambiental se manifiesta sin precedentes en todo el globo. De acuerdo al informe más reciente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), es innegable que los niveles desmesurados y acumulativos de actividad humana, han sido causa de numerosas afectaciones ambientales en diferentes regiones del mundo, provocando a su vez el adelgazamiento de la capa de ozono, desgaste de la biodiversidad, derretimiento de glaciares o intensidad de eventos climáticos, por citar algunos.

Estos estragos, de acuerdo al documento, muestran de forma contundente que el medio ambiente está siendo afectado a nivel global como consecuencia de actividades del ser humano directamente relacionadas a la quema de combustibles fósiles, por lo que transitar a la economía de la energía es fundamental para dar paso a las acciones concretas que representan la única salida para mitigar el cambio climático. Si no hay reducciones rápidas, continuas y a gran escala en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), durante las próximas décadas el deterioro de las regiones del mundo se agudizará, afectando de manera incalculable los diferentes ecosistemas, así como el desarrollo económico y, por consiguiente, la calidad de vida de las personas.

Energías Renovables: El potencial en México

México cuenta con un buen potencial para la generación de energías renovables, que, si bien hasta ahora en el sector energético siguen presentes y dominantes los combustibles de origen fósil, con la disminución en las reservas de hidrocarburos, el consecuente aumento de importaciones (y sus costos, recientemente afectados por el conflicto Rusia-Ucrania) y el incremento de la demanda nacional, es necesario incrementar la participación de las energías renovables para emprender los pasos hacia una nueva economía de la naturaleza, para lo cual serán imprescindibles políticas públicas justas y concretas en la práctica.

Recientemente, el Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL, por sus siglas en inglés) del Departamento de Energía de EE. UU. publicó un informe a detalle sobre el potencial para el desarrollo de energía limpia en el país azteca, en el marco de la reforma de la Ley de la Industria Eléctrica 2022 de México. Dicho documento concluye que, a la luz de este potencial y el bajo costo de la generación de energía renovable, México está idealmente posicionado para convertirse en una potencia de energía limpia, por lo que, para alcanzar dichas metas, es decisivo generar niveles de inversión, favorecer el acceso a la energía y mejorar la confiabilidad del sistema eléctrico de México, situación bajo fuerte incertidumbre hasta el día de hoy, marcada por un progreso aún distante de lo esperado y apartado de las metas globales de mitigación del cambio climático.

Twitter: @LMariaGallardo


TE RECOMENDAMOS EL PODCAST⬇️

Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music

Luz María Gallardo Castro

El escenario internacional enfrenta actualmente diversos desafíos en medio de una histórica Transición Energética. La disminución en la producción de los recursos energéticos de origen fósil, la fuerte dependencia de importación de estas energías, así como algunas tensiones políticas internacionales, presionan a la búsqueda de nuevas estrategias para promover la apertura energética hacia fuentes que, apenas hasta hace unas décadas, eran consideradas ampliamente como no convencionales.

Durante los últimos años, el uso de nuevas formas de generación de energía continúa en aumento y sigue adquiriendo fuerza. De hecho, es importante mencionar que, a pesar de la crisis sanitaria internacional a causa de COVID-19, el uso de energías renovables permaneció con cifras notables. Durante el año 2020, la capacidad de estas energías batió el récord del año anterior en casi 50%, de acuerdo a datos de la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés).

En medio de diversas afectaciones económicas originadas por confinamientos y diferentes efectos directos y colaterales a causa de la pandemia, las fuentes energéticas renovables correspondieron a la demanda requerida por los países; la nueva economía de la energía se plantea ser cada vez más eficiente, limpia y rentable, del cual podemos decir que el abaratamiento de los costes ha sido uno de los factores clave que ha contribuido a que estas fuentes energéticas sean cada vez más empleadas por diversos sectores. Esta tendencia en la disminución de los costos se debe a varios puntos determinantes, tales como la implementación de nuevas tecnologías en constante mejora, economías de escala y cadenas de suministro competitivas.

Baja en costos: Tendencia en el mundo

Los costes mundiales por generación de energía de fuentes renovables han caído de manera drástica durante los últimos diez años, donde las fuentes de origen solar y eólico han destacado en reducción. En el caso de la segunda, se registró una disminución de 13% en 2020 respecto a su año anterior, pese a la situación sanitaria ya mencionada. El costo nivelado de la energía (LCOE, por sus siglas en inglés), es decir, el coste total de construir y operar una instalación generadora a lo largo de su vida útil, son cada vez más competitivos; las plantas de energía solar de concentración disminuyeron sus costes en un 16% en el año 2020, aunque no fueron las únicas, ya que las de energía eólica marina bajaron también su costo en 9 %, mientras que la energía solar fotovoltaica disminuyó un 7 %.

Es así que la disminución del costo de generar energías alternativas a los combustibles fósiles se ha mantenido imparable en términos mundiales promedios, lo cual las convierte en una opción cada vez más rentable; en la mayoría de los mercados la energía solar fotovoltaica o la eólica representan la fuente más barata de nueva generación de electricidad, de acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas de 2020.

Hoy en día, los nuevos proyectos de generación de energía renovable van ganando mercado a algunos sectores tradicionales, como el caso de las plantas de carbón existentes. En promedio, la nueva energía solar fotovoltaica (FV) y la energía eólica terrestre cuestan menos que mantener en operación muchas de las plantas de carbón actuales, un dato duro para los mercados persistentes de este combustible; sin embargo, también representa una vía para transitar a una opción energética más limpia, económica y eficiente. Los resultados de las subastas muestran que esta tendencia se encuentra en aumento, lo que refuerza los argumentos a favor de la eliminación gradual del carbón por completo.

Lo anterior es una de las alternativas que van cobrando fuerza en torno al progresivo aumento de uso de energías limpias, ya que estos costos más competitivos se han ido colocando poco a poco como recurso clave para los países. Del total de generación de energía renovable a nivel mundial, poco más del 60% registró un costo menor a la opción más barata de combustible fósil. De esta manera, estas energías alternativas proporcionan a los países (tanto desarrollados como aquellos en desarrollo) una vía para controlar la utilización de carbón en búsqueda de una nueva economía donde las emisiones se reduzcan.

Con esta nueva estrategia económica es posible mejorar la eficiencia energética, ahorros en costos, el acceso a la energía y contribuir de esta manera a la reducción de emisiones contaminantes, causantes del cambio climático. No obstante, las energías renovables no han sido adoptadas en la misma medida en los diferentes países del globo, ya que la mayor concentración de la industria renovable se encuentra al Norte, mientras que en el hemisferio Sur (salvo a algunas excepciones como el caso de Uruguay) aún se encuentran cautelosos ante dicha transición.

La nueva economía: Necesidad ante el Cambio Climático

En los últimos años, han ido surgiendo en diferentes países nuevas políticas públicas que buscan seguir promoviendo el uso de energía alterna a la de origen fósil, como una necesidad –y principal vía- para hacer frente a las consecuencias del cambio climático. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, en años recientes la situación ambiental se ha agudizado a tal punto de representar un código rojo para la humanidad, por lo que la nueva economía de la energía es un medio clave para corresponder a lo que se ha convertido en la nueva normalidad climática.

Si bien hasta el día de hoy apremia un mayor desarrollo del sector energético -hasta ahora llamado como no convencional-, poco a poco es posible apreciar una reestructuración en las cadenas de suministro de algunos países, donde cada vez más de ellos (en diferentes tiempos y alcances) se han sumado a esta forma de abastecimiento. No obstante, aún es posible apreciar una gran disparidad. Los países en vías de desarrollo enfrentan crecientes presiones para incorporar acciones ambientales concretas en sus políticas o acuerdos de integración, pese a muchos de ellos, estar situados en regiones multifactorialmente vulnerables.

Por ejemplo, en el caso de Latinoamérica, existen situaciones particulares que exponen esta zona de tal manera que la vuelve muy frágil en lo referente a cambio climático: factores como la pobreza, alta densidad poblacional, usos inapropiados de suelos, corrupción, alta dependencia de ciertos servicios o fenómenos naturales con potencial destructivo –por mencionar algunos-, representan elementos cruciales al momento de valorar su situación ambiental, por lo que la transición energética podría representar una vía oportuna tanto para contribuir a la preservación del planeta, como para promover el desarrollo económico de las comunidades.

Parte de las consecuencias que vive en su día a día la región latina, son impactos en la pesca, salud, seguridad alimentaria y producción agrícola, debido a la severidad de las sequías y disponibilidad de agua en algunas regiones (donde además del factor climático, intervienen deficiencias en infraestructura de suministro, ya sea por falta de recursos/tecnología), esto sin contar la limitada capacidad de respuesta o preparación insuficiente en temas ambientales que pudiera ser tendente un país en desarrollo, aunado a instituciones frágiles y con insuficiente capacidad de gestión ambiental.

Si bien los efectos del cambio climático pudieran acentuarse en algunas regiones, lo cierto es que el impacto ambiental se manifiesta sin precedentes en todo el globo. De acuerdo al informe más reciente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), es innegable que los niveles desmesurados y acumulativos de actividad humana, han sido causa de numerosas afectaciones ambientales en diferentes regiones del mundo, provocando a su vez el adelgazamiento de la capa de ozono, desgaste de la biodiversidad, derretimiento de glaciares o intensidad de eventos climáticos, por citar algunos.

Estos estragos, de acuerdo al documento, muestran de forma contundente que el medio ambiente está siendo afectado a nivel global como consecuencia de actividades del ser humano directamente relacionadas a la quema de combustibles fósiles, por lo que transitar a la economía de la energía es fundamental para dar paso a las acciones concretas que representan la única salida para mitigar el cambio climático. Si no hay reducciones rápidas, continuas y a gran escala en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), durante las próximas décadas el deterioro de las regiones del mundo se agudizará, afectando de manera incalculable los diferentes ecosistemas, así como el desarrollo económico y, por consiguiente, la calidad de vida de las personas.

Energías Renovables: El potencial en México

México cuenta con un buen potencial para la generación de energías renovables, que, si bien hasta ahora en el sector energético siguen presentes y dominantes los combustibles de origen fósil, con la disminución en las reservas de hidrocarburos, el consecuente aumento de importaciones (y sus costos, recientemente afectados por el conflicto Rusia-Ucrania) y el incremento de la demanda nacional, es necesario incrementar la participación de las energías renovables para emprender los pasos hacia una nueva economía de la naturaleza, para lo cual serán imprescindibles políticas públicas justas y concretas en la práctica.

Recientemente, el Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL, por sus siglas en inglés) del Departamento de Energía de EE. UU. publicó un informe a detalle sobre el potencial para el desarrollo de energía limpia en el país azteca, en el marco de la reforma de la Ley de la Industria Eléctrica 2022 de México. Dicho documento concluye que, a la luz de este potencial y el bajo costo de la generación de energía renovable, México está idealmente posicionado para convertirse en una potencia de energía limpia, por lo que, para alcanzar dichas metas, es decisivo generar niveles de inversión, favorecer el acceso a la energía y mejorar la confiabilidad del sistema eléctrico de México, situación bajo fuerte incertidumbre hasta el día de hoy, marcada por un progreso aún distante de lo esperado y apartado de las metas globales de mitigación del cambio climático.

Twitter: @LMariaGallardo


TE RECOMENDAMOS EL PODCAST⬇️

Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music