/ domingo 9 de agosto de 2020

La nómina asfixiante

El deterioro de Cuernavaca es una historia de equívocos administrativos, políticos y electorales; de corrupción en todas las escalas; en las que los efectos de la inseguridad, la crisis política, la falta de juicio político de los cabildos, han provocado la pérdida del espacio público, de las oportunidades de crecimiento económico individual y colectivo, de la esperanza, y de mucho de lo que hizo de Cuernavaca la ciudad cosmopolita que disfrutamos muchos en nuestra niñez.

El uso de las oficinas del Ayuntamiento como un bien particular no es privativo de los alcaldes, también regidores y otros funcionarios municipales, contribuyeron durante sus períodos al abultamiento de la nómina municipal, ubicando a muchos trabajadores (en ocasiones incluso familiares suyos), y ofreciéndoles beneficios como “bonos de productividad”, para aumentar artificialmente los salarios. En el colmo de la desfachatez, casi al término de sus períodos, los regidores y alcaldes basificaban o reubicaban a su personal para permitirles conservar la chamba a costa de las finanzas municipales, o demandar laboralmente a la siguiente administración obteniendo laudos millonarios. La práctica no fue exclusiva de Cuernavaca, pero al ser el Ayuntamiento más grande del estado, representa el problema mayor.

La carga administrativa por el personal, que incluye gastos fiscales y prestacionales, representa un gasto por quincena de casi 22 millones de pesos, para 4 mil 62 personas, 1,235 de ellos jubilados, pensionados o incapacitados para laborar. En 1994, el Ayuntamiento tenía una carga laboral de 800 trabajadores, agrupados en su mayoría en los sólo dos sindicatos existentes entonces. Hoy los trabajadores municipales se agrupan en cinco organizaciones que representan a los 1,610 sindicalizados activos (once jubilados tienen también un sindicato).

La nómina de Cuernavaca significa el 65% del gasto anual del ayuntamiento, que destina además el 29% a gasto corriente; es decir, actualmente el 94% de los 1,300 millones de presupuesto anual del Ayuntamiento de Cuernavaca se dedican a gasto corriente; además, de los 115 millones de pesos que se usan para cubrir deudas de administraciones anteriores. Con ello, al municipio le quedan 85 millones de pesos para obra pública y servicios municipales.

La salida que la actual administración municipal ha encontrado para la crisis que atraviesa, que compromete la prestación adecuada de servicios y el desarrollo de obra pública, pasa por el análisis de la plantilla laboral y los urgentes recortes de personal, empezando por quienes han sido colocados por compromisos políticos y personales. No parece haber alternativa en el período de crisis que padece el mundo entero por la contingencia sanitaria, pensar en incrementar la recaudación es absurdo, mucho más lo es creer en que el gobierno del estado (comúnmente enfrentado con las administraciones municipales -ahora el pleito es mucho más sonoro) podría salvar las arcas municipales con recursos propios, o que la Federación estaría dispuesta a incrementar las participaciones que recortó este año pretextando austeridad.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

El deterioro de Cuernavaca es una historia de equívocos administrativos, políticos y electorales; de corrupción en todas las escalas; en las que los efectos de la inseguridad, la crisis política, la falta de juicio político de los cabildos, han provocado la pérdida del espacio público, de las oportunidades de crecimiento económico individual y colectivo, de la esperanza, y de mucho de lo que hizo de Cuernavaca la ciudad cosmopolita que disfrutamos muchos en nuestra niñez.

El uso de las oficinas del Ayuntamiento como un bien particular no es privativo de los alcaldes, también regidores y otros funcionarios municipales, contribuyeron durante sus períodos al abultamiento de la nómina municipal, ubicando a muchos trabajadores (en ocasiones incluso familiares suyos), y ofreciéndoles beneficios como “bonos de productividad”, para aumentar artificialmente los salarios. En el colmo de la desfachatez, casi al término de sus períodos, los regidores y alcaldes basificaban o reubicaban a su personal para permitirles conservar la chamba a costa de las finanzas municipales, o demandar laboralmente a la siguiente administración obteniendo laudos millonarios. La práctica no fue exclusiva de Cuernavaca, pero al ser el Ayuntamiento más grande del estado, representa el problema mayor.

La carga administrativa por el personal, que incluye gastos fiscales y prestacionales, representa un gasto por quincena de casi 22 millones de pesos, para 4 mil 62 personas, 1,235 de ellos jubilados, pensionados o incapacitados para laborar. En 1994, el Ayuntamiento tenía una carga laboral de 800 trabajadores, agrupados en su mayoría en los sólo dos sindicatos existentes entonces. Hoy los trabajadores municipales se agrupan en cinco organizaciones que representan a los 1,610 sindicalizados activos (once jubilados tienen también un sindicato).

La nómina de Cuernavaca significa el 65% del gasto anual del ayuntamiento, que destina además el 29% a gasto corriente; es decir, actualmente el 94% de los 1,300 millones de presupuesto anual del Ayuntamiento de Cuernavaca se dedican a gasto corriente; además, de los 115 millones de pesos que se usan para cubrir deudas de administraciones anteriores. Con ello, al municipio le quedan 85 millones de pesos para obra pública y servicios municipales.

La salida que la actual administración municipal ha encontrado para la crisis que atraviesa, que compromete la prestación adecuada de servicios y el desarrollo de obra pública, pasa por el análisis de la plantilla laboral y los urgentes recortes de personal, empezando por quienes han sido colocados por compromisos políticos y personales. No parece haber alternativa en el período de crisis que padece el mundo entero por la contingencia sanitaria, pensar en incrementar la recaudación es absurdo, mucho más lo es creer en que el gobierno del estado (comúnmente enfrentado con las administraciones municipales -ahora el pleito es mucho más sonoro) podría salvar las arcas municipales con recursos propios, o que la Federación estaría dispuesta a incrementar las participaciones que recortó este año pretextando austeridad.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx