/ miércoles 19 de enero de 2022

La nueva cultura del agua: condición para preservar la vida

A pesar de que el agua cubre dos tercios de la superficie del planeta, su escasez está siendo identificada como uno de los problemas más preocupantes de la humanidad.

El despilfarro y la falta de planificación en su uso son factores que contribuyen a ello, así como la contaminación y la generación de desperdicios.

Los desechos inician desde el momento en que el agua es extraída de sus fuentes de abastecimiento, pasando por la distribución y terminando en el uso diario de la población.

Otro hecho que contribuye es la insuficiencia de inversiones por parte del sector público, especialmente en el tratamiento de residuos sólidos y líquidos, donde las ciudades vierten estos residuos en los ríos y se transforman en “malos fertilizantes”, desencadenando la multiplicación de algas que bajan los niveles de oxígeno en el agua y liberan toxinas que provocan la muerte de peces y microorganismos dependientes de esta agua.

La demanda de agua aumenta cada vez más y su rápido agotamiento está íntimamente ligado a la acción humana, la mala gestión del recurso, el crecimiento de la población y los grandes centros urbanos, la sobreexplotación de ríos, aguas subterráneas y, la liberación de aguas residuales, desechos domésticos e industriales.

La falta de un tratamiento adecuado de los residuos sólidos y líquidos, vertidos directamente a los ríos, acaba contaminando y aumentando el problema y la degradación ambiental.

Existen varios ejemplos de actividades que contribuyen al derroche de agua y casi todas ellas están vinculadas a nuestras actividades cotidianas, por citar un ejemplo: lavarse los dientes con la llave abierta, afeitarse y dejar el grifo, aún, con un chorrito de agua abierto, barrer o limpiar aceras, calles, carros, lavar los platos incorrectamente con el flujo corriendo agua a borbotones, entre otras actividades.

Del análisis y reflexión sobre el uso multipropósito del agua, se puede decir que en general, el agua es tratada como si fuera un recurso abundante e infinito, cuando en realidad es un bien agotable, frágil y, en algunos casos, ya se presenta como escaso.

El modelo de desarrollo económico adoptado por nuestra civilización, condujo al uso intensivo de los recursos naturales, sin preocuparse por su destrucción y degradación.

La mejora en la calidad de vida estuvo asociada a los avances tecnológicos, lo que llevó a un gran consumo de bienes y servicios, entre ellos el agua.

Este desarrollo tiene aspectos que debemos valorar, sin embargo, también tiene como consecuencia el aumento de la degradación ambiental, muchas veces de forma irreversible. Particularmente para el agua, uno de los recursos naturales fundamentales, indispensable para todos los habitantes del planeta, el aumento de la demanda, concomitante a una gestión inadecuada, con su consecuente polución y contaminación, la está dejando inutilizable y comprometiendo la vida en el planeta.

Ante esta crisis evidente, es nuestro compromiso evitarla o, al menos, minimizar sus efectos hasta contar con medios efectivos para resolverla.

La indisponibilidad de los recursos hídricos en alianza con la degradación del medio ambiente ya no son solo hechos, ya se han convertido en verdadera evidencia; en varios lugares hay una reducción en la disponibilidad de recursos hídricos y un aumento en su consumo, convirtiéndose en un problema que, en el futuro, puede afectar a todos.

Existe la necesidad de una gestión de los recursos hídricos y una planificación del consumo de agua dentro de nuestros hogares; es preciso aumentar las estrategias para reutilizar el agua, tanto en la agricultura como en las actividades cotidianas, en los hogares, y extender esas prácticas a las industrias y al comercio para generar un cambio de actitudes para mejorar y preservar los recursos hídricos y el medio ambiente.

La relación del hombre con el medio ambiente, basada en la idea de que el agua es un bien inagotable, trayendo como consecuencia el uso irresponsable de este bien, podría cumplir los más catastróficos vaticinios en cuanto a la escasez de los recursos naturales, especialmente el agua, haciéndola inviable dentro de pocos años.

Es importante que las ideas pasadas sean reemplazadas por una visión basada en los principios de sustentabilidad, racionalización y responsabilidad, dentro de la cual somos parte integral del medio ambiente y responsables de proteger y mejorar la calidad de vida en el planeta.

Una nueva cultura del agua y educación ambiental deben abordar los problemas globales críticos, sus causas y relaciones, y los aspectos relacionados con el desarrollo y el medio ambiente. Siendo un proceso permanente en el que los individuos y la comunidad toman conciencia de su entorno y adquieran conocimientos, valores, habilidades, experiencias y determinación que los haga capaces de actuar y resolver problemas ambientales, presentes y futuros, desarrollen una conciencia ética sobre todas las formas de vida, enseñándoles a respetar sus ciclos de vida e imponiendo límites a la exploración de esta forma de vida.

La humanidad siempre tendrá herederos, aunque a veces, en el afán de salvar a los que hoy viven, se puede descuidar la calidad de vida de los que están por llegar, pero afortunadamente, en todas las partes del mundo existe preocupación por el futuro.

Así como puede destruir las fuerzas que mantienen la vida de los recursos naturales renovables, el hombre, al tratar de comprender el funcionamiento del sistema vivo, el ecosistema, también puede demostrar que, incluso mediante la adopción de medidas simples, tendrá la capacidad necesaria para devolver el equilibrio de la vida a la tierra.

La participación de la sociedad en el proceso de defensa ambiental es fundamental. La legislación, por completa que sea, no podrá abarcar todos los problemas que surgen en la vida cotidiana. Es necesaria la formación de una conciencia sobre la preservación del agua, convirtiéndose en el objetivo de todos, es necesaria la acción más eficaz en la reducción de los residuos con la identificación de las principales fuentes que los provocan y presentando las actividades que pueden sustituirlos, las que provocan desperdicios, brindando así condiciones de evaluación y percepción en los usuarios para el uso racional del agua en los hogares.

El desperdicio de agua depende del procedimiento de cómo utilizar mejor este recurso natural, sin agotar ni contaminar el medio ambiente, proporcionando un mundo mejor.

Los cambios de actitudes aliados a la educación ambiental y la cultura del agua en los niveles escolares pueden ser una herramienta importante para el desarrollo de una sociedad sustentable.

Los enfoques sobre el uso racional del agua y el desarrollo sustentable, permiten rescatar la conciencia crítica, política y ciudadana de la población sobre tales materias, brindan posibilidades a quienes se suman a este cambio, de convertirse en agentes multiplicadores con la información adquirida en el ámbito escolar sobre estos temas, que pueden ser llevados a sus hogares, así como a las comunidades en las que viven.

Los agentes del cambio, el educador ambiental y la escuela juegan un papel importante en la sistematización y socialización del conocimiento, posibilitando así la formación de ciudadanos informados, conscientes y preparados para actuar ante los problemas ambientales, discutiendo y buscando soluciones para ellos.

Por más simples que sean las causas y consecuencias de la escasez de agua, todos los temas están directamente relacionados con la educación ambiental, de la misma manera que su enfrentamiento depende principalmente de cambios de percepción y actitudes hacia este recurso natural altamente explotado.

Por lo tanto, también se necesitan agentes responsables y activos en los procesos de construcción del conocimiento, investigación y acción ciudadana en las comunidades escolares, basados en valores orientados al uso sostenible del agua, con ideas encaminadas a la protección y mejora del medio ambiente.

Es necesario cambiar actitudes para generar conciencia ambiental y así lograr que las nuevas generaciones comiencen a luchar por un mundo sustentable.


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A pesar de que el agua cubre dos tercios de la superficie del planeta, su escasez está siendo identificada como uno de los problemas más preocupantes de la humanidad.

El despilfarro y la falta de planificación en su uso son factores que contribuyen a ello, así como la contaminación y la generación de desperdicios.

Los desechos inician desde el momento en que el agua es extraída de sus fuentes de abastecimiento, pasando por la distribución y terminando en el uso diario de la población.

Otro hecho que contribuye es la insuficiencia de inversiones por parte del sector público, especialmente en el tratamiento de residuos sólidos y líquidos, donde las ciudades vierten estos residuos en los ríos y se transforman en “malos fertilizantes”, desencadenando la multiplicación de algas que bajan los niveles de oxígeno en el agua y liberan toxinas que provocan la muerte de peces y microorganismos dependientes de esta agua.

La demanda de agua aumenta cada vez más y su rápido agotamiento está íntimamente ligado a la acción humana, la mala gestión del recurso, el crecimiento de la población y los grandes centros urbanos, la sobreexplotación de ríos, aguas subterráneas y, la liberación de aguas residuales, desechos domésticos e industriales.

La falta de un tratamiento adecuado de los residuos sólidos y líquidos, vertidos directamente a los ríos, acaba contaminando y aumentando el problema y la degradación ambiental.

Existen varios ejemplos de actividades que contribuyen al derroche de agua y casi todas ellas están vinculadas a nuestras actividades cotidianas, por citar un ejemplo: lavarse los dientes con la llave abierta, afeitarse y dejar el grifo, aún, con un chorrito de agua abierto, barrer o limpiar aceras, calles, carros, lavar los platos incorrectamente con el flujo corriendo agua a borbotones, entre otras actividades.

Del análisis y reflexión sobre el uso multipropósito del agua, se puede decir que en general, el agua es tratada como si fuera un recurso abundante e infinito, cuando en realidad es un bien agotable, frágil y, en algunos casos, ya se presenta como escaso.

El modelo de desarrollo económico adoptado por nuestra civilización, condujo al uso intensivo de los recursos naturales, sin preocuparse por su destrucción y degradación.

La mejora en la calidad de vida estuvo asociada a los avances tecnológicos, lo que llevó a un gran consumo de bienes y servicios, entre ellos el agua.

Este desarrollo tiene aspectos que debemos valorar, sin embargo, también tiene como consecuencia el aumento de la degradación ambiental, muchas veces de forma irreversible. Particularmente para el agua, uno de los recursos naturales fundamentales, indispensable para todos los habitantes del planeta, el aumento de la demanda, concomitante a una gestión inadecuada, con su consecuente polución y contaminación, la está dejando inutilizable y comprometiendo la vida en el planeta.

Ante esta crisis evidente, es nuestro compromiso evitarla o, al menos, minimizar sus efectos hasta contar con medios efectivos para resolverla.

La indisponibilidad de los recursos hídricos en alianza con la degradación del medio ambiente ya no son solo hechos, ya se han convertido en verdadera evidencia; en varios lugares hay una reducción en la disponibilidad de recursos hídricos y un aumento en su consumo, convirtiéndose en un problema que, en el futuro, puede afectar a todos.

Existe la necesidad de una gestión de los recursos hídricos y una planificación del consumo de agua dentro de nuestros hogares; es preciso aumentar las estrategias para reutilizar el agua, tanto en la agricultura como en las actividades cotidianas, en los hogares, y extender esas prácticas a las industrias y al comercio para generar un cambio de actitudes para mejorar y preservar los recursos hídricos y el medio ambiente.

La relación del hombre con el medio ambiente, basada en la idea de que el agua es un bien inagotable, trayendo como consecuencia el uso irresponsable de este bien, podría cumplir los más catastróficos vaticinios en cuanto a la escasez de los recursos naturales, especialmente el agua, haciéndola inviable dentro de pocos años.

Es importante que las ideas pasadas sean reemplazadas por una visión basada en los principios de sustentabilidad, racionalización y responsabilidad, dentro de la cual somos parte integral del medio ambiente y responsables de proteger y mejorar la calidad de vida en el planeta.

Una nueva cultura del agua y educación ambiental deben abordar los problemas globales críticos, sus causas y relaciones, y los aspectos relacionados con el desarrollo y el medio ambiente. Siendo un proceso permanente en el que los individuos y la comunidad toman conciencia de su entorno y adquieran conocimientos, valores, habilidades, experiencias y determinación que los haga capaces de actuar y resolver problemas ambientales, presentes y futuros, desarrollen una conciencia ética sobre todas las formas de vida, enseñándoles a respetar sus ciclos de vida e imponiendo límites a la exploración de esta forma de vida.

La humanidad siempre tendrá herederos, aunque a veces, en el afán de salvar a los que hoy viven, se puede descuidar la calidad de vida de los que están por llegar, pero afortunadamente, en todas las partes del mundo existe preocupación por el futuro.

Así como puede destruir las fuerzas que mantienen la vida de los recursos naturales renovables, el hombre, al tratar de comprender el funcionamiento del sistema vivo, el ecosistema, también puede demostrar que, incluso mediante la adopción de medidas simples, tendrá la capacidad necesaria para devolver el equilibrio de la vida a la tierra.

La participación de la sociedad en el proceso de defensa ambiental es fundamental. La legislación, por completa que sea, no podrá abarcar todos los problemas que surgen en la vida cotidiana. Es necesaria la formación de una conciencia sobre la preservación del agua, convirtiéndose en el objetivo de todos, es necesaria la acción más eficaz en la reducción de los residuos con la identificación de las principales fuentes que los provocan y presentando las actividades que pueden sustituirlos, las que provocan desperdicios, brindando así condiciones de evaluación y percepción en los usuarios para el uso racional del agua en los hogares.

El desperdicio de agua depende del procedimiento de cómo utilizar mejor este recurso natural, sin agotar ni contaminar el medio ambiente, proporcionando un mundo mejor.

Los cambios de actitudes aliados a la educación ambiental y la cultura del agua en los niveles escolares pueden ser una herramienta importante para el desarrollo de una sociedad sustentable.

Los enfoques sobre el uso racional del agua y el desarrollo sustentable, permiten rescatar la conciencia crítica, política y ciudadana de la población sobre tales materias, brindan posibilidades a quienes se suman a este cambio, de convertirse en agentes multiplicadores con la información adquirida en el ámbito escolar sobre estos temas, que pueden ser llevados a sus hogares, así como a las comunidades en las que viven.

Los agentes del cambio, el educador ambiental y la escuela juegan un papel importante en la sistematización y socialización del conocimiento, posibilitando así la formación de ciudadanos informados, conscientes y preparados para actuar ante los problemas ambientales, discutiendo y buscando soluciones para ellos.

Por más simples que sean las causas y consecuencias de la escasez de agua, todos los temas están directamente relacionados con la educación ambiental, de la misma manera que su enfrentamiento depende principalmente de cambios de percepción y actitudes hacia este recurso natural altamente explotado.

Por lo tanto, también se necesitan agentes responsables y activos en los procesos de construcción del conocimiento, investigación y acción ciudadana en las comunidades escolares, basados en valores orientados al uso sostenible del agua, con ideas encaminadas a la protección y mejora del medio ambiente.

Es necesario cambiar actitudes para generar conciencia ambiental y así lograr que las nuevas generaciones comiencen a luchar por un mundo sustentable.


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