/ domingo 3 de enero de 2021

La orquesta toca mientras se hunde el barco

El Titanic fue el navío más moderno de su época. Con 25 pisos de altura, 274 metros de longitud y 46 mil toneladas de peso, su diseño involucró la mejor ingeniería de la época, producto de cientos de años de experiencia en el diseño de barcos y sus constructores lo publicitaron como "Unsinkable", imposible de ser hundido.

El Titanic comenzó su viaje inaugural el 10 de abril de 1911. Cuatro días después sucumbió en solo tres horas después de chocar con un enorme iceberg a la mitad del atlántico, llevándose la vida de dos terceras partes de sus ocupantes. La tragedia del Titanic se debió a múltiples causas.

El iceberg perforó 6 de los 16 compartimentos de seguridad por debajo de la línea de flotación pero sus sellos solo protegían horizontalmente por lo que en lugar de retrasar el hundimiento lo aceleraron. El alto contenido de azufre en el acero utilizado en la fabricación de los más de 3 millones de remaches dio lugar a que se fracturaran ante la fuerza del impacto, provocando una reacción en cadena de desprendimiento de las placas en el caso del barco. El diseño original contempló espacio para 40 botes salvavidas, suficientes para la evacuación total de los viajeros en caso de accidente. Con la finalidad de dar más espacio en cubierta para los pasajeros de primera clase se decidió de último momento reducirlos a la mitad.

La tragedia que estamos viviendo con la pandemia de COVID19 es equivalente, en algunos aspectos, a la del Titanic. Igual que el iceberg, el coronavirus rasgó muchos de los compartimentos de nuestra sociedad por debajo de la línea de flotación, salud, economía, educación, medio ambiente, seguridad, democracia, movilidad social, libertad de expresión, equidad de género. Al igual que en el barco, los compartimentos resultaron estar mal sellados y el daño en uno impacta de manera desproporcionada los otros, acelerando el hundimiento social.

La fragilidad de nuestra economía, basada de manera insostenible en el comercio informal y las remesas, ha provocado una crisis económica que de momento se encuentra fuera de control con perspectivas cada vez más desoladoras. Millones de mexicanos han perdido su fuente de empleo y millones más han visto reducidos sus ingresos sin posibilidades reales de recuperación en el mediano plazo. Cada empleo perdido es un remache más que se fractura provocando una reacción en cadena de empobrecimiento.

La profunda inequidad de nuestra sociedad ha llevado a que la pandemia nos afecte por igual a todos. Unos por no poder permanecer confinados ante la falta de apoyos gubernamentales, otros por disponer de recursos suficientes para poder burlar las medidas restrictivas. Unos se infectan en el transporte público, otros en fiestas clandestinas. El reciente desmantelamiento del sistema de salud , con las intenciones que haya sido, nos dejó sin botes salvavidas.

El hundimiento del Titanic ha sido cuidadosamente estudiado en todos sus aspectos dándo lugar a mejores prácticas y directivas que han evitado que el incidente se vuelva a repetir. Esperemos que la pandemia nos llevé a reflexionar con mayor seriedad el diseño de nuestra sociedad como un gran todo y que hagamos los cambios necesarios para que las próximas generaciones se beneficien de esta tragedia. Por ahora, el alto costo social del negacionismo oficial de la pandemia en México ha sido motivo de análisis por los expertos del British Medical Journal. La orquesta toca mientras se hunde el barco.

Comparto hoy mi profundo pesar por la muerte de mis colegas en el Comité Municipal de Contingencia COVID19 en Cuernavaca, el Dr. Rafael Baldovinos y el Lic. Carlos Félix, dos funcionarios en la primera línea de atención a la sociedad que trágicamente se suman a las más de 300 mil víctimas de una pandemia que debió haber sido mejor gestionada.


Información adicional de éste y otros temas de interés visiten:

http://reivindicandoapluton.blogspot.mx

https://www.facebook.com/BValderramaB/

El Titanic fue el navío más moderno de su época. Con 25 pisos de altura, 274 metros de longitud y 46 mil toneladas de peso, su diseño involucró la mejor ingeniería de la época, producto de cientos de años de experiencia en el diseño de barcos y sus constructores lo publicitaron como "Unsinkable", imposible de ser hundido.

El Titanic comenzó su viaje inaugural el 10 de abril de 1911. Cuatro días después sucumbió en solo tres horas después de chocar con un enorme iceberg a la mitad del atlántico, llevándose la vida de dos terceras partes de sus ocupantes. La tragedia del Titanic se debió a múltiples causas.

El iceberg perforó 6 de los 16 compartimentos de seguridad por debajo de la línea de flotación pero sus sellos solo protegían horizontalmente por lo que en lugar de retrasar el hundimiento lo aceleraron. El alto contenido de azufre en el acero utilizado en la fabricación de los más de 3 millones de remaches dio lugar a que se fracturaran ante la fuerza del impacto, provocando una reacción en cadena de desprendimiento de las placas en el caso del barco. El diseño original contempló espacio para 40 botes salvavidas, suficientes para la evacuación total de los viajeros en caso de accidente. Con la finalidad de dar más espacio en cubierta para los pasajeros de primera clase se decidió de último momento reducirlos a la mitad.

La tragedia que estamos viviendo con la pandemia de COVID19 es equivalente, en algunos aspectos, a la del Titanic. Igual que el iceberg, el coronavirus rasgó muchos de los compartimentos de nuestra sociedad por debajo de la línea de flotación, salud, economía, educación, medio ambiente, seguridad, democracia, movilidad social, libertad de expresión, equidad de género. Al igual que en el barco, los compartimentos resultaron estar mal sellados y el daño en uno impacta de manera desproporcionada los otros, acelerando el hundimiento social.

La fragilidad de nuestra economía, basada de manera insostenible en el comercio informal y las remesas, ha provocado una crisis económica que de momento se encuentra fuera de control con perspectivas cada vez más desoladoras. Millones de mexicanos han perdido su fuente de empleo y millones más han visto reducidos sus ingresos sin posibilidades reales de recuperación en el mediano plazo. Cada empleo perdido es un remache más que se fractura provocando una reacción en cadena de empobrecimiento.

La profunda inequidad de nuestra sociedad ha llevado a que la pandemia nos afecte por igual a todos. Unos por no poder permanecer confinados ante la falta de apoyos gubernamentales, otros por disponer de recursos suficientes para poder burlar las medidas restrictivas. Unos se infectan en el transporte público, otros en fiestas clandestinas. El reciente desmantelamiento del sistema de salud , con las intenciones que haya sido, nos dejó sin botes salvavidas.

El hundimiento del Titanic ha sido cuidadosamente estudiado en todos sus aspectos dándo lugar a mejores prácticas y directivas que han evitado que el incidente se vuelva a repetir. Esperemos que la pandemia nos llevé a reflexionar con mayor seriedad el diseño de nuestra sociedad como un gran todo y que hagamos los cambios necesarios para que las próximas generaciones se beneficien de esta tragedia. Por ahora, el alto costo social del negacionismo oficial de la pandemia en México ha sido motivo de análisis por los expertos del British Medical Journal. La orquesta toca mientras se hunde el barco.

Comparto hoy mi profundo pesar por la muerte de mis colegas en el Comité Municipal de Contingencia COVID19 en Cuernavaca, el Dr. Rafael Baldovinos y el Lic. Carlos Félix, dos funcionarios en la primera línea de atención a la sociedad que trágicamente se suman a las más de 300 mil víctimas de una pandemia que debió haber sido mejor gestionada.


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