/ miércoles 1 de abril de 2020

La pandemia pone en crisis a la humanidad

Mientras el mundo se estremece por la pandemia de Covid-19, sobre todo en Europa Occidental, en México hemos logrado retardar al menos dos semanas el avance de la enfermedad, lo que pudiera resultar decisivo para evitar miles de muertes, que de otra forma hubieran ocurrido en nuestro país.

El Covid-19 comenzó en la República Popular China (en la ciudad de Wuhan, en la provincia de Hubei, a finales del año pasado) pero su gobierno puso recientemente freno a la expansión de la pandemia, e incluso ha anunciado que levantará el estado de emergencia en fecha próxima.

Mientras tanto, en Europa Occidental –especialmente en Italia—el número de muertos por esa enfermedad ya supera a los del gran país oriental. Los resultados anteriores no son obra de la casualidad. Son producto del enorme esfuerzo colectivo que ha tenido lugar en el país de la bandera roja, mientras que en Italia –y en la Unión Europea en general—los contagios y las muertes siguen aumentando a pesar de las medidas que han dictado sus gobiernos.

Los datos actuales de la pandemia son espeluznantes: mientras en China ya casi no hay más contagios, en Italia el ejército se ha encargado de conducir las “caravanas de la muerte”, trasladando los cadáveres de una ciudad a otra, porque los hospitales de algunas regiones –sobre todo en Lombardía—no se dan abasto para cremar los muertos.

Hay otros datos relacionados que debemos analizar. Italia es un país con 60 millones de habitantes, y tiene unos 67 mil contagiados, mientras China tiene poco más de 81 mil enfermos, pero con una población de 1 mil 400 millones de habitantes.

Asimismo, de los contagios en China se han derivado 3 mil 285 muertos, mientras en Italia hay más de 7 mil fallecidos al día 24 de marzo, según el portal ruso RT. Más del doble que en la RPCH. China tiene menor porcentaje de contagios por cada cien mil habitantes, y la misma enfermedad en Italia es de mayor letalidad.

Estos son los datos duros. Lo mismo se puede afirmar de España, Francia, Alemania, etc. La Unión Europea en su conjunto tiene más de 218 mil contagios, y la cifra va en aumento. Y si calculamos que la letalidad en la UE puede ser la misma que en Italia, podemos prefigurar un escenario de catástrofe.

¿Por qué se ha llegado a ese extremo? En primer lugar, China tiene mejores medicamentos que Europa, mejor tecnología, materiales y hospitales. Pero la diferencia fundamental radica en la disciplina social. Es el régimen social de Occidente –basado en la búsqueda individual de la ganancia—el que ha quedado en entredicho.

Detengámonos un poco: toda epidemia es, por definición, una enfermedad de la sociedad en su conjunto. Y si se convirtió en pandemia, esa enfermedad abarca ya todo el mundo. Solo que en China existe una sociedad consiente, muy disciplinada y cohesionada en torno a un proyecto socialista de bienestar colectivo.

Cuando el gobierno chino descubrió que los médicos se contagiaban en gran número, ordenó mayor protección para ellos, para las enfermeras, adquirió más cubre bocas y aplicó rigurosas medidas de seguridad.

Más adelante, cuando la enfermedad en Wuhan cobró hace semanas dimensiones gigantescas, el gobierno chino ordenó la cuarentena general, de manera que las ciudades chinas se quedaron vacías y todo mundo se guareció en su casa. Robots fueron empleados para entrega de medicamentos, mientras los drones vigilaban la aplicación estricta de la cuarentena en las ciudades. Asimismo, la telefonía celular fue un auxiliar valioso en el combate a la expansión, ya que por medio de varias aplicaciones se podía saber a distancia quién estaba contagiado, y tomar medidas de prevención. (Datos de Luis Gonzalo Segura. RT. 24/marzo/2020)

En el momento crítico, el gobierno chino pudo sostener en cuarentena a más de 40 millones de habitantes, hazaña que, por cierto, Europa Occidental no puede realizar. La sociedad china practica una disciplina muy consiente, con un gran espíritu colectivo, fruto de los procesos de cambio revolucionario que se han realizado en ese gran país.

El médico chino Sun Shao-Peng, vicepresidente de la Cruz Roja China, cuando visitó Italia descubrió que había demasiada gente en las calles de las ciudades italianas, y sin cubre bocas. “Las medidas contra el contagio colectivo no han sido suficientemente rígidas”, expresó.

Las aristas de la pandemia son muchas: pero los nudos del problema son la contaminación del personal médico (que puede contagiar a sus familias, a otros médicos y a muchos pacientes) y la falta de disciplina en la sociedad para no observar la cuarentena de manera rigurosa.

En toda Europa Occidental, por otra parte, el sistema sanitario público había sido desmantelado previamente por las privatizaciones y la corrupción auspiciada por la política neoliberal. Cuando el Covid-19 hizo su arribo, las sociedades europeas estaban indefensas. Y así seguirán hasta que se descubra una vacuna, porque los sistemas de sanidad pública no se improvisan, ni se producen por generación espontánea. La pandemia ha demostrado que la salud pública no es una mercancía. Es una conquista de la sociedad, y debe ser tratada como un derecho humano básico.

En USA hay gran conectividad con el mundo y un acendrado individualismo de la población. La curva de contagios va en ascenso, de modo que se calcula que habrá, al menos, tantos muertos como en la Unión Europea en su conjunto, que tiene características sociales muy parecidas. USA no tiene siquiera esbozos de un sistema de sanidad pública medianamente aceptable. El gobierno de Donald Trump, en año electoral, ha sido totalmente rebasado.

En México mucho se especula con los posibles contagios masivos. A la fecha son pocos, sobre todo en las áreas urbanas. Y la etapa 2, ya declarada, no tiene aún ni remotamente las cifras de los países europeos ni de USA, a pesar del constante contacto social que se produce en un pueblo esencialmente binacional.

Recordemos que unos 30 millones de mexicanos viven en USA, y el tráfico transfronterizo es muy intenso hacia ambos lados. Tenemos, además, sistemas de salud pública medianamente aceptables (IMSS e ISSSTE) y un intento de extender y consolidar la salud de la población mediante el Insabi.

En fecha reciente, la Organización Mundial de la Salud declaró que las medidas implementadas por el gobierno mexicano son las adecuadas. Por lo menos, han servido para ganarle semanas al contagio masivo. Y eso es fundamental.

El Covid-19 ha significado un duro golpe para las sociedades capitalistas. Los bancos tienen pérdidas millonarias, la industria está paralizada, las exportaciones en picada, las actividades productivas a un ritmo muy bajo. Si añadimos las cifras de la crisis petrolera, comprenderemos que los cimientos mismos de la sociedad de libre empresa han sido estremecidos por la pandemia y algunos fenómenos colaterales.

Mientras eso sucede, Cuba envía brigadas médicas a numerosos países, sobre todo a los más afectados, Italia entre ellos. El Interferón (producto biomédico cubano) ha sido empleado con eficacia. Debemos tomar en cuenta que Cuba ha vivido por décadas bajo el bloqueo criminal de USA que le ha impedido comprar alimentos, combustibles ¡y medicinas!

Es de subrayar que los países que dirigen su economía por el principio de la planificación central (o estatal, como Cuba y China) están resistiendo mejor, e incluso se permiten enviar brigadas de ayuda médica. Rusia ha hecho lo mismo en Italia. En cambio, USA sigue manteniendo sus bloqueos por todo el mundo (Cuba, Corea, Venezuela, Irán). Lo dicho: La pandemia ha puesto a prueba el espíritu humano. Y el individualismo como principio rector no ha salido bien librado.

Esperemos que de esta pandemia surja una sociedad más organizada, más consiente, más lúcida, menos individualista y con mejores recursos para combatir las enfermedades, pero sobre todo para abatir la desigualdad social, la pobreza y la miseria que se enseñorea en gran parte de la colectividad humana.

Mientras el mundo se estremece por la pandemia de Covid-19, sobre todo en Europa Occidental, en México hemos logrado retardar al menos dos semanas el avance de la enfermedad, lo que pudiera resultar decisivo para evitar miles de muertes, que de otra forma hubieran ocurrido en nuestro país.

El Covid-19 comenzó en la República Popular China (en la ciudad de Wuhan, en la provincia de Hubei, a finales del año pasado) pero su gobierno puso recientemente freno a la expansión de la pandemia, e incluso ha anunciado que levantará el estado de emergencia en fecha próxima.

Mientras tanto, en Europa Occidental –especialmente en Italia—el número de muertos por esa enfermedad ya supera a los del gran país oriental. Los resultados anteriores no son obra de la casualidad. Son producto del enorme esfuerzo colectivo que ha tenido lugar en el país de la bandera roja, mientras que en Italia –y en la Unión Europea en general—los contagios y las muertes siguen aumentando a pesar de las medidas que han dictado sus gobiernos.

Los datos actuales de la pandemia son espeluznantes: mientras en China ya casi no hay más contagios, en Italia el ejército se ha encargado de conducir las “caravanas de la muerte”, trasladando los cadáveres de una ciudad a otra, porque los hospitales de algunas regiones –sobre todo en Lombardía—no se dan abasto para cremar los muertos.

Hay otros datos relacionados que debemos analizar. Italia es un país con 60 millones de habitantes, y tiene unos 67 mil contagiados, mientras China tiene poco más de 81 mil enfermos, pero con una población de 1 mil 400 millones de habitantes.

Asimismo, de los contagios en China se han derivado 3 mil 285 muertos, mientras en Italia hay más de 7 mil fallecidos al día 24 de marzo, según el portal ruso RT. Más del doble que en la RPCH. China tiene menor porcentaje de contagios por cada cien mil habitantes, y la misma enfermedad en Italia es de mayor letalidad.

Estos son los datos duros. Lo mismo se puede afirmar de España, Francia, Alemania, etc. La Unión Europea en su conjunto tiene más de 218 mil contagios, y la cifra va en aumento. Y si calculamos que la letalidad en la UE puede ser la misma que en Italia, podemos prefigurar un escenario de catástrofe.

¿Por qué se ha llegado a ese extremo? En primer lugar, China tiene mejores medicamentos que Europa, mejor tecnología, materiales y hospitales. Pero la diferencia fundamental radica en la disciplina social. Es el régimen social de Occidente –basado en la búsqueda individual de la ganancia—el que ha quedado en entredicho.

Detengámonos un poco: toda epidemia es, por definición, una enfermedad de la sociedad en su conjunto. Y si se convirtió en pandemia, esa enfermedad abarca ya todo el mundo. Solo que en China existe una sociedad consiente, muy disciplinada y cohesionada en torno a un proyecto socialista de bienestar colectivo.

Cuando el gobierno chino descubrió que los médicos se contagiaban en gran número, ordenó mayor protección para ellos, para las enfermeras, adquirió más cubre bocas y aplicó rigurosas medidas de seguridad.

Más adelante, cuando la enfermedad en Wuhan cobró hace semanas dimensiones gigantescas, el gobierno chino ordenó la cuarentena general, de manera que las ciudades chinas se quedaron vacías y todo mundo se guareció en su casa. Robots fueron empleados para entrega de medicamentos, mientras los drones vigilaban la aplicación estricta de la cuarentena en las ciudades. Asimismo, la telefonía celular fue un auxiliar valioso en el combate a la expansión, ya que por medio de varias aplicaciones se podía saber a distancia quién estaba contagiado, y tomar medidas de prevención. (Datos de Luis Gonzalo Segura. RT. 24/marzo/2020)

En el momento crítico, el gobierno chino pudo sostener en cuarentena a más de 40 millones de habitantes, hazaña que, por cierto, Europa Occidental no puede realizar. La sociedad china practica una disciplina muy consiente, con un gran espíritu colectivo, fruto de los procesos de cambio revolucionario que se han realizado en ese gran país.

El médico chino Sun Shao-Peng, vicepresidente de la Cruz Roja China, cuando visitó Italia descubrió que había demasiada gente en las calles de las ciudades italianas, y sin cubre bocas. “Las medidas contra el contagio colectivo no han sido suficientemente rígidas”, expresó.

Las aristas de la pandemia son muchas: pero los nudos del problema son la contaminación del personal médico (que puede contagiar a sus familias, a otros médicos y a muchos pacientes) y la falta de disciplina en la sociedad para no observar la cuarentena de manera rigurosa.

En toda Europa Occidental, por otra parte, el sistema sanitario público había sido desmantelado previamente por las privatizaciones y la corrupción auspiciada por la política neoliberal. Cuando el Covid-19 hizo su arribo, las sociedades europeas estaban indefensas. Y así seguirán hasta que se descubra una vacuna, porque los sistemas de sanidad pública no se improvisan, ni se producen por generación espontánea. La pandemia ha demostrado que la salud pública no es una mercancía. Es una conquista de la sociedad, y debe ser tratada como un derecho humano básico.

En USA hay gran conectividad con el mundo y un acendrado individualismo de la población. La curva de contagios va en ascenso, de modo que se calcula que habrá, al menos, tantos muertos como en la Unión Europea en su conjunto, que tiene características sociales muy parecidas. USA no tiene siquiera esbozos de un sistema de sanidad pública medianamente aceptable. El gobierno de Donald Trump, en año electoral, ha sido totalmente rebasado.

En México mucho se especula con los posibles contagios masivos. A la fecha son pocos, sobre todo en las áreas urbanas. Y la etapa 2, ya declarada, no tiene aún ni remotamente las cifras de los países europeos ni de USA, a pesar del constante contacto social que se produce en un pueblo esencialmente binacional.

Recordemos que unos 30 millones de mexicanos viven en USA, y el tráfico transfronterizo es muy intenso hacia ambos lados. Tenemos, además, sistemas de salud pública medianamente aceptables (IMSS e ISSSTE) y un intento de extender y consolidar la salud de la población mediante el Insabi.

En fecha reciente, la Organización Mundial de la Salud declaró que las medidas implementadas por el gobierno mexicano son las adecuadas. Por lo menos, han servido para ganarle semanas al contagio masivo. Y eso es fundamental.

El Covid-19 ha significado un duro golpe para las sociedades capitalistas. Los bancos tienen pérdidas millonarias, la industria está paralizada, las exportaciones en picada, las actividades productivas a un ritmo muy bajo. Si añadimos las cifras de la crisis petrolera, comprenderemos que los cimientos mismos de la sociedad de libre empresa han sido estremecidos por la pandemia y algunos fenómenos colaterales.

Mientras eso sucede, Cuba envía brigadas médicas a numerosos países, sobre todo a los más afectados, Italia entre ellos. El Interferón (producto biomédico cubano) ha sido empleado con eficacia. Debemos tomar en cuenta que Cuba ha vivido por décadas bajo el bloqueo criminal de USA que le ha impedido comprar alimentos, combustibles ¡y medicinas!

Es de subrayar que los países que dirigen su economía por el principio de la planificación central (o estatal, como Cuba y China) están resistiendo mejor, e incluso se permiten enviar brigadas de ayuda médica. Rusia ha hecho lo mismo en Italia. En cambio, USA sigue manteniendo sus bloqueos por todo el mundo (Cuba, Corea, Venezuela, Irán). Lo dicho: La pandemia ha puesto a prueba el espíritu humano. Y el individualismo como principio rector no ha salido bien librado.

Esperemos que de esta pandemia surja una sociedad más organizada, más consiente, más lúcida, menos individualista y con mejores recursos para combatir las enfermedades, pero sobre todo para abatir la desigualdad social, la pobreza y la miseria que se enseñorea en gran parte de la colectividad humana.