Arranca hoy la última semana de campañas proselitistas para los aspirantes a los diferentes cargos de elección popular: 3,400, entre Presidente de la República, 128 Senadores (64 por el principio de la mayoría relativa; 32 de representación proporcional y 32 de primera minoría), 500 Diputados federales (300 por mayoría relativa y 200 por representación proporcional) y autoridades locales en cada estado, que elegiremos el próximo domingo 1 de julio.
Antes del primer minuto del 28 de junio, partidos, coaliciones y candidatos deberán redoblar esfuerzos para convencer al electorado de que sus propuestas son las mejores y tratar de evitar un nuevo voto de castigo contra todo lo que huela a política. Se ve difícil. Pero la alternativa es hacernos el Harakiri, como ya ocurrió en las elecciones intermedias en 2015. La cosa está de miedo, si consideramos, además, que la violencia está más presente que nunca en esta temporada, pues suman 40 los precandidatos y candidatos asesinados en lo que va del presente proceso electoral, iniciado en septiembre pasado, y son 114 políticos muertos.
En el inter, estamos presenciando toda clase de estratagemas para allegarse de simpatías, aliados o cuando menos, resentidos de otras ofertas electorales, para apuntalar la estrategia y maquinaria con miras al día de la elección. Anuncios de adhesiones, descalificaciones a los contrarios, denuncias de hostigamiento, trapos sucios, uno que otro infundio, y hasta narco mantas, suben de intensidad, según el nivel de nerviosismo en cada war room. También propuestas audaces, cuando no, descabelladas. Pero dicen que todo se vale en el combate. Tan es así, que a once días de la jornada electoral, la Fepade en Morelos ha recibido ya 34 carpetas de investigación por delitos electorales.
Y la guerra de cifras, encuestas, sondeos y percepciones se verán coronadas por los cierres de campaña que tratarán de mostrar músculo y ver quien la tiene más grande (la convocatoria para llenar plazas y calles) pues es cierto que en política, lo que parece, es y para ser, hay que parecer. Ahora que, si hablamos de batallas en el desierto, ahí está la declarada entre Ricardo Anaya, candidato de la Coalición “Por México al Frente”, que presentó denuncia penal ante la PGR (la misma instancia que lo investiga por diversos actos de corrupción) en contra del Presidente Enrique Peña Nieto, y del candidato priista, José Antonio Meade, por el escándalo de la petrolera Odebrecht.
El candidato responsabiliza al presidente Enrique Peña Nieto de la filtración de un video que asegura que la campaña del Frente ha sido financiada con recursos ilícitos. La grabación, subida a YouTube, revela imágenes y audios editados de tres encuentros entre una empresaria argentina y el hermano menor de Manuel Barreiro, un hombre de negocios que se ha convertido en un dolor de cabeza para el aspirante presidencial porque lo vincula con un caso de lavado de dinero en un negocio inmobiliario.
En el caso de Morelos, los candidatos a la gubernatura deberán pasar por la última aduana del segundo debate oficial organizado por el Instituto Morelense de Procesos Electorales (IMPEPAC) transmitido hoy por el IMRyT (Instituto Morelense de Radio y Televisión) ejercicio que será un catalizador para echar el resto y lanzarse a la conquista de la gubernatura, curules y alcaldías de nuestra geografía política.
Todo esto, en medio de la efervescencia de la Copa del Mundo de Futbol de Rusia (ese gran distractor) donde nuestra selección nacional logró la hazaña de vencer al campeón, Alemania, con lo que la peligrosa euforia por este histórico triunfo nos tiene, como suele suceder, anestesiados ante lo que muchos han denunciado como traición a la patria: que el gobierno federal promulgó el pasado 5 de junio una decena de decretos que eliminan la protección sobre grandes cuencas hídricas del país y que, en la práctica, abren la puerta al uso de esa agua por parte de agentes privados.
En los decretos presidenciales, Enrique Peña Nieto, convierte las zonas de veda (en las que la extracción de agua está casi completamente restringida) en zonas de reserva, también protegidas, pero en las que se permite, de manera limitada, la explotación, uso o aprovechamiento del agua, incluso por parte de privados, si las autoridades lo consideran "de utilidad pública" y deja en manos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) la posibilidad de otorgar concesiones de uso de este recurso a compañías de diversos sectores, entre ellos la minería, la fracturación hidráulica (fracking), la industria refresquera o la generación de energía hidroeléctrica.
Total, que, lo único cierto es que, como dijera Otto Von Bismarck, el Canciller de Hierro, alemán: ““Nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería.”
Hasta la próxima entrega, donde podrán seguir leyendo lo que hay en mi mente.
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