/ lunes 1 de junio de 2020

Las confusiones de la reapertura

Lo advertimos en este espacio, la confusión en torno al sistema de semáforos y el escalonamiento del regreso a las actividades regulares en todo el país, iba a confundir innecesariamente a los morelenses que como se anticipaba, salieron a las calles el primer día de junio como si las condiciones lo permitieran. La imprudencia, asociada con irresponsabilidad, pero también con información confusa sobre el regreso a las actividades, podría generar nuevos contagios (la mayor aglomeración fue en el centro de Cuernavaca, zona de alto riesgo para la transmisión del virus) lo que provocaría un nuevo retraso en la apertura más o menos segura de los negocios que se plantea en tres fechas: 15 de junio para algunos giros, 15 de julio para otros y 15 de agosto para la recuperación total de las actividades, siempre siguiendo los parámetros sanitarios que reduzcan el riesgo de contagiar o ser contagiados.

Debiera resultar evidente, a estas alturas, que publicar en redes sociales no es comunicar, y alertar sobre fake news y llamar a sólo informarse en los medios de comunicación “oficiales” (cualquier cosa que eso signifique), no ha sido suficiente para mejorar el entendimiento popular sobre la pandemia, los riesgos que representa para la salud y la vida, sus efectos económicos. Ha fallado la comunicación oficial que mantiene un modelo profundamente ineficiente en relaciones de costo beneficio.

La búsqueda de información sobre el virus, la pandemia, las medidas de confinamiento y otras ha sido constante; la demanda de información del tema dominó el ambiente de noticias en todo el mundo; el crecimiento exponencial que tuvieron las consultas sobre el efecto del virus son demostración evidente del alto interés de la población sobre el tema. De algo sirvió, en tanto el número de incrédulos sobre el padecimiento y sus efectos se ha ido reduciendo, sin embargo, la serie de confusiones en torno al regreso a la normalidad, a las zonas de alto contagio, a las medidas de seguridad, se mantiene generando escenarios de desorden grave que arriesgan la estrategia de la cuarentena en los que debieran ser sus últimas semanas. Estas disfunciones en el entendimiento pueden perfectamente asociarse a contradicciones de las “fuentes oficiales” que van desde el presidente de la República hasta algunos alcaldes y regidores, en torno al uso del cubrebocas, el carácter de esencial o no de algunas actividades económicas, las fases de reapertura y las razones para el escalonamiento. La falta de coordinación entre niveles de gobierno, dependencias públicas y las fallas en la construcción de un discurso único, coherente, creíble, tranquilizador, parecen estar generando mucha mayor confusión y rechazo al discurso oficial.

Cierto que “la gente es muy necia”, como concluyeron desde previo al confinamiento muchos comunicadores oficiales o propagandistas; pero también lo es que una estrategia ordenada y efectiva de comunicación podría limitar ese factor. Si sumamos la ausente autocrítica de los gobiernos sobre sus procesos, políticas y estrategias, la sociedad es la que mejor ha contenido al virus.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx

Lo advertimos en este espacio, la confusión en torno al sistema de semáforos y el escalonamiento del regreso a las actividades regulares en todo el país, iba a confundir innecesariamente a los morelenses que como se anticipaba, salieron a las calles el primer día de junio como si las condiciones lo permitieran. La imprudencia, asociada con irresponsabilidad, pero también con información confusa sobre el regreso a las actividades, podría generar nuevos contagios (la mayor aglomeración fue en el centro de Cuernavaca, zona de alto riesgo para la transmisión del virus) lo que provocaría un nuevo retraso en la apertura más o menos segura de los negocios que se plantea en tres fechas: 15 de junio para algunos giros, 15 de julio para otros y 15 de agosto para la recuperación total de las actividades, siempre siguiendo los parámetros sanitarios que reduzcan el riesgo de contagiar o ser contagiados.

Debiera resultar evidente, a estas alturas, que publicar en redes sociales no es comunicar, y alertar sobre fake news y llamar a sólo informarse en los medios de comunicación “oficiales” (cualquier cosa que eso signifique), no ha sido suficiente para mejorar el entendimiento popular sobre la pandemia, los riesgos que representa para la salud y la vida, sus efectos económicos. Ha fallado la comunicación oficial que mantiene un modelo profundamente ineficiente en relaciones de costo beneficio.

La búsqueda de información sobre el virus, la pandemia, las medidas de confinamiento y otras ha sido constante; la demanda de información del tema dominó el ambiente de noticias en todo el mundo; el crecimiento exponencial que tuvieron las consultas sobre el efecto del virus son demostración evidente del alto interés de la población sobre el tema. De algo sirvió, en tanto el número de incrédulos sobre el padecimiento y sus efectos se ha ido reduciendo, sin embargo, la serie de confusiones en torno al regreso a la normalidad, a las zonas de alto contagio, a las medidas de seguridad, se mantiene generando escenarios de desorden grave que arriesgan la estrategia de la cuarentena en los que debieran ser sus últimas semanas. Estas disfunciones en el entendimiento pueden perfectamente asociarse a contradicciones de las “fuentes oficiales” que van desde el presidente de la República hasta algunos alcaldes y regidores, en torno al uso del cubrebocas, el carácter de esencial o no de algunas actividades económicas, las fases de reapertura y las razones para el escalonamiento. La falta de coordinación entre niveles de gobierno, dependencias públicas y las fallas en la construcción de un discurso único, coherente, creíble, tranquilizador, parecen estar generando mucha mayor confusión y rechazo al discurso oficial.

Cierto que “la gente es muy necia”, como concluyeron desde previo al confinamiento muchos comunicadores oficiales o propagandistas; pero también lo es que una estrategia ordenada y efectiva de comunicación podría limitar ese factor. Si sumamos la ausente autocrítica de los gobiernos sobre sus procesos, políticas y estrategias, la sociedad es la que mejor ha contenido al virus.


@martinellito

dmartinez@elsoldecuernavaca.com.mx