/ martes 3 de marzo de 2020

Las democracias inciertas

En las conclusiones tentativas sobre las democracias inciertas, sus autores enfatizan a la transición como el intervalo que va de un cambio de régimen a otro.

De ello inferimos que no necesariamente se desemboca en un proceso de liberalización, referido a la ampliación de garantías, derechos y libertades de los ciudadanos y mucho menos en la democratización, con la entrega del poder a otro pacíficamente, sin que haga falta un derrocamiento.

El problema de los tres procesos en mención estriba en el hecho de que no existen delimitaciones claras ni hay reglas específicas para su concreción.

Obedecen a los intereses de los actores políticos escudados en aquellos a quienes dicen representar, definiéndose reglas emergentes que no necesariamente tienen que ser ni desembocar en la democratización.

Más aún: los riesgos de regresión autoritaria están siempre latentes, en la lucha por acotar a los gobiernos autoritarios que tienen poder discrecional, a fin de alcanzar mayores garantías individuales y de grupo.

Condición indispensable para la liberalización es que lo mismo actores políticos que sociedad crean en el proceso. En todo momento existe lamentablemente, el riesgo de que no sea efectivo.

Para que prospere la liberalización, condiciones indispensables son la no existencia de movimientos violentos, dado que eso reduce sus posibilidades.

No obstante, es muy difícil renuncie o transfiera el poder si no se ve obligado a ello, dado que la legitimidad del ganador debe observarse lo mismo en el acceso que en el desempeño de sus atribuciones públicas previstas en el arreglo constitucional y legal.

El presidente, López Obrador hace su mejor esfuerzo por polarizar al país estableciendo una estructura polar en el escenario político (aliados y adversarios) y destruyendo a los intermediarios (actores, medios, captura del espacio público, oposiciones).

El resultado no es claro dado que tiene a la realidad como el único contrapeso que importa lo mismo a nivel interno que externo.

En México, por vez primera en su administración, la agenda pública comienza a moverse de la narrativa presidencial a factores de poder como la insurrección de la conciencia ciudadana de grupos específicos de la sociedad, la convocatoria global del 9M que, debiera poner en la mesa lo que somos como sociedad y que nunca más persona alguna quede al margen del contexto de las relaciones humanas marcadas por sus derechos y oportunidades de desarrollo.

También, el factor (electoral) Trump le plantea serias dificultades al presidente quien a falta de toma de decisiones en su gestión, pretende continuar por el camino de una narrativa presidencial efectiva para su proyecto y vacua para la sociedad mexicana en el contexto de exigencia que habitamos.


Facebook: Daniel Adame Osorio

Instagram: @danieladameosorio

Twitter: @Danieldao1

En las conclusiones tentativas sobre las democracias inciertas, sus autores enfatizan a la transición como el intervalo que va de un cambio de régimen a otro.

De ello inferimos que no necesariamente se desemboca en un proceso de liberalización, referido a la ampliación de garantías, derechos y libertades de los ciudadanos y mucho menos en la democratización, con la entrega del poder a otro pacíficamente, sin que haga falta un derrocamiento.

El problema de los tres procesos en mención estriba en el hecho de que no existen delimitaciones claras ni hay reglas específicas para su concreción.

Obedecen a los intereses de los actores políticos escudados en aquellos a quienes dicen representar, definiéndose reglas emergentes que no necesariamente tienen que ser ni desembocar en la democratización.

Más aún: los riesgos de regresión autoritaria están siempre latentes, en la lucha por acotar a los gobiernos autoritarios que tienen poder discrecional, a fin de alcanzar mayores garantías individuales y de grupo.

Condición indispensable para la liberalización es que lo mismo actores políticos que sociedad crean en el proceso. En todo momento existe lamentablemente, el riesgo de que no sea efectivo.

Para que prospere la liberalización, condiciones indispensables son la no existencia de movimientos violentos, dado que eso reduce sus posibilidades.

No obstante, es muy difícil renuncie o transfiera el poder si no se ve obligado a ello, dado que la legitimidad del ganador debe observarse lo mismo en el acceso que en el desempeño de sus atribuciones públicas previstas en el arreglo constitucional y legal.

El presidente, López Obrador hace su mejor esfuerzo por polarizar al país estableciendo una estructura polar en el escenario político (aliados y adversarios) y destruyendo a los intermediarios (actores, medios, captura del espacio público, oposiciones).

El resultado no es claro dado que tiene a la realidad como el único contrapeso que importa lo mismo a nivel interno que externo.

En México, por vez primera en su administración, la agenda pública comienza a moverse de la narrativa presidencial a factores de poder como la insurrección de la conciencia ciudadana de grupos específicos de la sociedad, la convocatoria global del 9M que, debiera poner en la mesa lo que somos como sociedad y que nunca más persona alguna quede al margen del contexto de las relaciones humanas marcadas por sus derechos y oportunidades de desarrollo.

También, el factor (electoral) Trump le plantea serias dificultades al presidente quien a falta de toma de decisiones en su gestión, pretende continuar por el camino de una narrativa presidencial efectiva para su proyecto y vacua para la sociedad mexicana en el contexto de exigencia que habitamos.


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Twitter: @Danieldao1

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