/ martes 24 de agosto de 2021

Las fuerzas vivas

El clima político en nuestro país transita convulsionado, el camino hacia el referéndum revocatorio de 2022 se pavimentará con hostilidades en ambos carriles, al momento los intentos por desvirtuar la figura siguen infructuosos desde la oposición.

Ricardo Anaya resulta uno de varios ejemplos para referirse a un bloque político venido a menos, es un personaje que divide las opiniones aún entre los mismos panistas, reflejando una falta de capacidad para articular en torno a su figura, un movimiento en aras de ser contrapeso sin meter las manos (o no se las dejaron meter) en la campaña unificada del PRI, PAN y PRD sostenida en las intermedias del pasado mes de junio.

La actividad del político nacido en Naucalpan de Juárez se concentró en un poco original recorrido por distintas comunidades del territorio nacional, estrategia corta que solo le alcanzó para convertirse en una especie de “simiamlo” incluso fue tendencia en redes y los “memes” no faltaron; ese conato de campaña anticipada se volvió simple anécdota.

Pero los últimos acontecimientos le han restado comedia al escenario anayista y lo han tornado un poco complicado digamos un poco más cercano a la tragedia, quien estuvo vociferando a los cuatro vientos que López Obrador simulaba atacar la corrupción pero no tomaba decisiones importantes en ese sentido, pero ahora le tocó a él.

Después del golpe político que la consulta ciudadana representó para López Obrador, los recientes acontecimientos dan idea de la directriz del gobierno federal en el tema del combate a la corrupción; los opositores al actual régimen piden ley aplicada y no consultada siempre y cuando no se les aplique a ellos.

Hace unos días ya Ricardo Anaya daba indicios de contar con información privilegiada sobre los momentos procesales, situación que no debe extrañarnos ya que el aparato judicial mantiene muchos amigos de regímenes anteriores con “amistosas filtraciones” una vez enterado, ni tardo ni perezoso Anaya empezó a tejer su narrativa de perseguido político argumentando, AMLO “lo quiere fregar a la mala” para sacarlo de la carrera hacia el 2024; errático como suele ser, lanzó videos en donde se le nota sobreactuado y contradictorio.

Ayer lunes subió un mensaje matutino a las redes dando a conocer un citatorio que la “fiscalía de López Obrador” le envió para presentarse en el Reclusorio Norte en con claras intenciones según él de apresarlo, en un asunto donde las lecturas difícilmente pueden separarse de las filias y fobias, la mayorías difícilmente creen en la inocencia de Anaya.

Su discurso tampoco ayuda tanto, el ex candidato ha comentado que la intención oculta es meramente política cuando su figura resulta al menos hasta el momento de poca influencia política, su actitud belicosa no resulta diferente al del resto de los opositores, el ungido de Gustavo Madero no tiene las credenciales de líder de la oposición, a esto se suman sus palabras “que te quede bien claro Andrés Manuel, yo no me escondo ni huyo, doy la cara y me exilio con mucho dolor de mi país” tal vez en sus pensamientos Ricardo Anaya Cortés evocó el viejo refrán “también corriendo se gana” estar acusado de lavado de dinero, cohecho y asociación delictuosa no debe ser poca cosa, pero a eso se le llama huir y ese hecho sin duda le aportará positivamente al capital político lopezobradorista fortaleciendo su discurso anticorrupción.

Nada de lo anterior resulta en buenas noticias, los tumbos de la oposición no nutren a nuestra democracia, la falta de contrapesos reales, incita la llegada de vicios políticos que deben desterrarse, no es conveniente un Presidente sin adversarios fuertes, la raquítica representación opositora abona puntualmente y aunque sea de forma involuntaria al potencial dictador de alerta en sus discursos.

Si tomamos en cuenta el acto de persecución política y desafuero que lanzó a Andrés Manuel López Obrador a los primeros planos de popularidad y finalmente lo puso en la silla presidencial; se antoja difícil a un Ricardo Anaya sin ver el área de oportunidad para desenmascarar al régimen autoritario si acusa y demuestra la persecución y comprueba su inocencia; a menos claro, no se sepa inmaculado.

Los golpes asestados cada vez son más precisos y contundentes, hace unos días fue Saúl Huerta el diputado morenista acusado de abuso sexual y despojado de su fuero político junto a Mauricio Toledo (antes perredista y ahora petista) este último acusado de enriquecimiento ilícito y actualmente prófugo, ahora la piedra fue arrojada hacia el lado contrario, lo cierto es que las fuerzas vivas no descansan en un país en donde todo se politiza.

A la oposición le urge un golpe de timón, un líder natural, caras nuevas, el monstruo de Frankenstein surgido de una alianza bizarra no parece tener la fuerza necesaria para el 2024 y eso, de ninguna manera es sano, lo cierto es que a nuestra democracia le urge un equilibrio.

El clima político en nuestro país transita convulsionado, el camino hacia el referéndum revocatorio de 2022 se pavimentará con hostilidades en ambos carriles, al momento los intentos por desvirtuar la figura siguen infructuosos desde la oposición.

Ricardo Anaya resulta uno de varios ejemplos para referirse a un bloque político venido a menos, es un personaje que divide las opiniones aún entre los mismos panistas, reflejando una falta de capacidad para articular en torno a su figura, un movimiento en aras de ser contrapeso sin meter las manos (o no se las dejaron meter) en la campaña unificada del PRI, PAN y PRD sostenida en las intermedias del pasado mes de junio.

La actividad del político nacido en Naucalpan de Juárez se concentró en un poco original recorrido por distintas comunidades del territorio nacional, estrategia corta que solo le alcanzó para convertirse en una especie de “simiamlo” incluso fue tendencia en redes y los “memes” no faltaron; ese conato de campaña anticipada se volvió simple anécdota.

Pero los últimos acontecimientos le han restado comedia al escenario anayista y lo han tornado un poco complicado digamos un poco más cercano a la tragedia, quien estuvo vociferando a los cuatro vientos que López Obrador simulaba atacar la corrupción pero no tomaba decisiones importantes en ese sentido, pero ahora le tocó a él.

Después del golpe político que la consulta ciudadana representó para López Obrador, los recientes acontecimientos dan idea de la directriz del gobierno federal en el tema del combate a la corrupción; los opositores al actual régimen piden ley aplicada y no consultada siempre y cuando no se les aplique a ellos.

Hace unos días ya Ricardo Anaya daba indicios de contar con información privilegiada sobre los momentos procesales, situación que no debe extrañarnos ya que el aparato judicial mantiene muchos amigos de regímenes anteriores con “amistosas filtraciones” una vez enterado, ni tardo ni perezoso Anaya empezó a tejer su narrativa de perseguido político argumentando, AMLO “lo quiere fregar a la mala” para sacarlo de la carrera hacia el 2024; errático como suele ser, lanzó videos en donde se le nota sobreactuado y contradictorio.

Ayer lunes subió un mensaje matutino a las redes dando a conocer un citatorio que la “fiscalía de López Obrador” le envió para presentarse en el Reclusorio Norte en con claras intenciones según él de apresarlo, en un asunto donde las lecturas difícilmente pueden separarse de las filias y fobias, la mayorías difícilmente creen en la inocencia de Anaya.

Su discurso tampoco ayuda tanto, el ex candidato ha comentado que la intención oculta es meramente política cuando su figura resulta al menos hasta el momento de poca influencia política, su actitud belicosa no resulta diferente al del resto de los opositores, el ungido de Gustavo Madero no tiene las credenciales de líder de la oposición, a esto se suman sus palabras “que te quede bien claro Andrés Manuel, yo no me escondo ni huyo, doy la cara y me exilio con mucho dolor de mi país” tal vez en sus pensamientos Ricardo Anaya Cortés evocó el viejo refrán “también corriendo se gana” estar acusado de lavado de dinero, cohecho y asociación delictuosa no debe ser poca cosa, pero a eso se le llama huir y ese hecho sin duda le aportará positivamente al capital político lopezobradorista fortaleciendo su discurso anticorrupción.

Nada de lo anterior resulta en buenas noticias, los tumbos de la oposición no nutren a nuestra democracia, la falta de contrapesos reales, incita la llegada de vicios políticos que deben desterrarse, no es conveniente un Presidente sin adversarios fuertes, la raquítica representación opositora abona puntualmente y aunque sea de forma involuntaria al potencial dictador de alerta en sus discursos.

Si tomamos en cuenta el acto de persecución política y desafuero que lanzó a Andrés Manuel López Obrador a los primeros planos de popularidad y finalmente lo puso en la silla presidencial; se antoja difícil a un Ricardo Anaya sin ver el área de oportunidad para desenmascarar al régimen autoritario si acusa y demuestra la persecución y comprueba su inocencia; a menos claro, no se sepa inmaculado.

Los golpes asestados cada vez son más precisos y contundentes, hace unos días fue Saúl Huerta el diputado morenista acusado de abuso sexual y despojado de su fuero político junto a Mauricio Toledo (antes perredista y ahora petista) este último acusado de enriquecimiento ilícito y actualmente prófugo, ahora la piedra fue arrojada hacia el lado contrario, lo cierto es que las fuerzas vivas no descansan en un país en donde todo se politiza.

A la oposición le urge un golpe de timón, un líder natural, caras nuevas, el monstruo de Frankenstein surgido de una alianza bizarra no parece tener la fuerza necesaria para el 2024 y eso, de ninguna manera es sano, lo cierto es que a nuestra democracia le urge un equilibrio.